![](http://photos1.blogger.com/blogger/775/824/400/zafirovainilla.jpg)
Yo cada día intento efectuar alguna pincelada que le distinga del día anterior, unas veces con más éxito que otras. Hoy por ejemplo escribo estas palabras para grabar una sensación más allá de los recovecos de mi mente, y otras cuantas cosas que aunque no aparecen en este blog, sí quedan reflejadas de otros modos.
Esta mañana he recordado la importancia del zafiro y la vainilla. En Madrid hoy ha amanecido nublado y gris, con algunas tímidas gotas cayendo sobre el pavimento que adorna la calle de mi casa, y he extrañado profundamente la presencia de esos dos colores.
Veréis, yo soy un auténtico adicto a las imágenes idílicas o hermosas, y en particular a los amaneceres o los atardeceres. La imagen del cielo mezclándose con la luz del sol me fascina como pocas cosas, y reconforta y anima mi corazón, llenándolo de una profunda emoción vasta y hermosa. Cuando voy a trabajar, suelo hacerlo cuando está recién amanecido o aún amaneciendo, especialmente en invierno, y creo que es una de las cosas que más adoro de la vida. La armonía que me transmite esa transición de colores, del azul zafiro al amarillo vainilla, con miles de matices que hacen que cada vez sea igual pero a la vez diferente (las nubles, el clima, la temperatura, el horizonte, el movimiento…), me recuerdan que por muchas rutinas que haya en mi día a día, la magia de la vida sigue presente y reside en las cosas que a veces ni reparamos.
Hoy brindo por un mundo lleno de zafiro y vainilla.
Un abrazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario