13 de junio de 2006

Hablemos de Rallyes

Anoche cuando regresé a casa volví a tener un más que lamentable percance con lo que yo denomino vulgarmente los hijos de puta del coche. Y digo algo tan zafio porque en verdad esta panda de desgraciados van a causar un día una auténtica y verdadera desgracia. De hecho, creo que ya han montado alguna pero, afortunadamente, sin víctimas. Cuestión de tiempo, y mira que me duele tener que decirlo.

En mi barrio tenemos una pequeña lacra, unos cuantos individuos de etnia Gitana que viven frente a mi portal (afortunadamente, cada vez menos). Y no es porque sean gitanos, sino porque a lo largo de los casi 10 años que llevo viviendo en mi actual casa (e incluso de antes, pues vivía muy cerca), lo único que he visto hacer a esta gente son auténticas salvajadas inhumanas, propias de animales más que de personas.

El caso es que los niños se hicieron adolescentes, y ahí comenzó el problema de los coches. Estos chavales apenas deben superar los 15 años y se creen que películas como The fast and the furious son perfectamente trasladables a la vida real. Y así lo hacen desde entonces. No es raro escuchar en plena madrugada una enorme cantidad de derrapes que resuenan por todo el barrio, ni verles pasar por las calles a una velocidad desorbitada y absolutamente fuera de todo raciocinio. Tampoco es raro incluso verles darse una enorme hostia contra otro coche. Pero a ellos les da igual. ¿Qué se puede esperar de gente que escuchas por la calle de vanagloriarse de cuánto se meten?.

Pero yo estoy perdiendo la paciencia. Ayer, como ya digo, volvía a casa tranquilamente y ante mi espanto y horror, cuando iba a tomar la curva de entrada a mi calle, el coche de estos mamarrachos se dirigió a mí a toda pastilla (apareció de la nada, como aquel que dice) e iban a tomar la misma dirección que yo. Se percataron de mi presencia justo a tiempo, y pegaron un enorme derrapazo y me esquivaron justo al límite. A esa velocidad, si llegan a darme, sin duda alguna hoy no estaría escribiendo esto. Y no es la primera vez: hace menos de un año, al intentar salir de mi calle, salí despacio de una esquina para tomar la carretera principal de salida y ¡ellos aparecieron a toda pastilla, sin mirar en absoluto, y el morro de mi coche ROZÓ el lateral del suyo!. Me dio un ataque de nervios... unos centímetros más y eso podía haber sido una auténtica carnicería.

Ayer volví a nacer nuevamente. Lo que más me joroba es pensar que esta gente no atiende a razones, y que si la policía los detiene, salen inmediatamente a la calle y cogen otro coche. ¿Es que nadie va a hacer nada hasta que haya muertos de por medio?. ¿No terminarán los Rallyes de mi barrio?. ¿Seré yo el cadáver?. Es extremadamente triste...

Un abrazo.

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