21 de noviembre de 2005

Un mundo mezquino y malvado

No sé si es que yo soy demasiado inocente, no sé si es que yo soy uno de esos idealistas absurdos que creen en un mundo hermoso y bonito, impoluto e inmaculado... sé que vivo en la constante utopía de que en el fondo de las personas existe la bondad, la buena intención y, sobre todo, el respeto al prójimo. Pero luego pasan ciertas cosas que te hacen ver cuánto de equivocado estás.

Este viernes me quedé a dormir con mi chico, como suelo hacer, y nos disponíamos a pasar un sábado tranquilo con velada agradable en el cumpleaños de una amiga. Hasta ahí todo bien. El sábado nos levantamos y nos fuimos a desayunar a la cafetería de al lado de su casa, como siempre, y al poco de eso quedamos con mi madre para ir a comer con ella. Cuando cogí el coche, me di cuenta al poco de tenerlo en funcionamiento que este tenía una rueda pinchada. Me detuve en cuanto pude, en Méndez Álvaro, y al parar descubrí horrorizado que la rueda no estaba pinchada, sino acuchillada.

Tras cambiar la rueda por la de repuesto, una de esas ruedas que no son iguales a las que lleva el vehículo, sino la provisional hasta tener una nueva. Más sorpresas: la rueda en cuestión cuesta ¡¡230 euros!!. Se me cayó el alma al suelo y pasé el resto del día y parte del domingo con un gran disgusto. Menos mal que hoy me han confirmado que el seguro me cubrirá los gastos, no sin pasar por una serie de molestias previas como dejar mi vehículo en un taller para que sea peritado.

Al volver a casa de mi chico, descubrimos que había varios coches más con la rueda de repuesto puesta (se ve gracias a la ausencia del tapacubos), con lo cual todo apunta a que alguien se ha divertido destrozando ruedas durante la noche.

¿Cómo es posible que alguien pueda hacer el mal de una forma tan aberrante?. Yo soy incapaz de entender la mezquindad, y seguramente muchos que estéis leyendo esto diréis ya, pero es que el mundo es así, es que no se puede hacer nada..., pero, honestamente, a mi me angustia el corazón. ¿En qué clase de mundo vivimos, que este tipo de cosas se pueden considerar el plato de cada día?. ¿Al final tendremos que vivir en nuestras casas, con cerrojos hasta los topes, sin salir salvo para lo justo, y no hablar con nadie que no esté en nuestro más cerrado entorno? (palabras de mi chico). ¿Qué precio hay que pagar para vivir en esta sociedad cruel, injusta e inhumana?.

Hace tiempo ya que he perdido la fe en la sociedad, y solamente la tengo en ese pequeño pero numeroso grupo de personas que están a mi lado en el día a día.

Un abrazo.

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