31 de diciembre de 2005
Un encuentro inesperado
30 de diciembre de 2005
Una bonita cita
Día de compras por Madrid
Me desperté a eso de las 9 de la mañana e hice las cosas de casa sin mucha prisa: colocar un par de cosas, hacer la cama, grabar unos discos, ducharme… etc etc. A las 10 salía de casa y me dirigí en autobús al centro, donde para hacer algo de tiempo antes de ver a Javi, Fernando, María, Jose y Paula, con quien había quedado a las 11:30, me tomé un desayuno en la Plaza de Benavente. Me pasé por la tienda de Arte-9 donde descubrí sorprendido que tenían más barata la armadura de Cancer que la que había comprado el día anterior, ¡así que me hice con ella!. Como podéis ver en el post de ayer.
Por la tarde no paramos: que si a Yunke, al Corte inglés, a Blanco, a La casa del libro, Metrópolis… una auténtica ruta Quetzal, la verdad. Pero fue estupendo. Yo me compré un par de discos, un libro…miramos cosillas, cogí un par de ideas…
A eso de las cinco apareció Jose y fue emocionante… hacía mucho que no veía a María y Jose, con quien en una época hace un par de años veíamos mucho… y lo pasamos bien dando un paseo.
Volví a casa a eso de las 8 de la tarde. No me dio mucho tiempo a parar... quedé con un amigo muy, muy especial para cenar y aunque estaba un poco saturado de todo el día me gustó muchísimo verle, porque hacía muchos días que no le veía y creo que pocas veces desde que le conozco hemos estado tanto sin vernos. Hablamos un poco y creo que, para variar, no acerté a decirle todo lo que quería, con lo cual espero que no malinterpretara mis palabras…
En todo caso llegué a casa y me fui casi inmediatamente a la cama. Fue un día largo, bonito, intenso. Ojala todos fueran así.
29 de diciembre de 2005
La mitad de las armaduras de oro
28 de diciembre de 2005
La armadura de Milo
26 de diciembre de 2005
Feliz navidad
24 de diciembre de 2005
Esta noche es nochebuena
Cuando se acercaba la tarde nos cambiábamos en nuestras casas, y en mi caso, me iba a casa de mi abuela Luisa o de mi bisabuela Mamaía, y los niños nos encerrábamos en un cuarto que vaciaban a propósito, y jugábamos y hacíamos el tonto. También nos bajábamos a la calle a correr, jugar al escondito… Al final acabábamos todos durmiendo en el suelo, en los sofás… y al despertarnos hacíamos la comida navideña de rigor. Todo este ritual continuó incluso tras el divorcio de mis padres, y la nochebuena iba para mi papá, y la nochevieja para mamá.
Según fui creciendo algunas cosas cambiaron… evidentemente ya no era tan niño, pero nos poníamos a bailar los primos adolescentes, hacíamos el burro… nos hacíamos los “mayores”. Era muy divertido. Y cuando ya éramos lo bastante mayores, y en esto fui yo el primero, cogíamos el coche y nos íbamos a una discoteca a pasar el resto de la noche.
Este año me enfrento a un cambio a toda esa historia de recuerdos y buenos momentos vividos. Hoy, por primera vez en mis 25 años de vida, no veré a mis tíos, ni a mis primos por parte de padre. Es una situación extraña y dolorosa, pero tampoco me siento mal propiamente dicho. Tengo presentes muchas cosas hermosas pasadas en la cabeza y, lo más importante, tengo presente las que son presentes.
En un rato, me arreglaré. Me marcharé a Orcasitas a ver a mi tía Juani, mi tío Alfonso, y mis primos Gemma y Dani. Tras eso, iré a ver a mi tío Ángel y mi tía Pepa, y a mis adorables angelitos Víctor, Jorge y Ángela. Se me echarán en los brazos, como siempre, y como buenos trastos que son. Y yo me emocionaré al ver a mis pequeños, por ser la fecha que es, y por las cosas que han sucedido. ¡Pero es maravilloso!. Qué primos tan increíbles tengo, tendríais que verles.
Tras todo eso, me iré a casa de mi tía Chelo, donde cenaremos los que somos, ni más ni menos. Ahí tendré la siempre cálida compañía de mi tío Antonio, con quien a buen seguro pasaré casi toda la velada hablando.
No tengo nada de qué entristecerme. De hecho, no me siento triste. Sí, me puedo poner a pensar en lo que se ha perdido, pero creo que tengo que pensar más bien en lo que ahora tengo. Y es mucho, creedme. Muchísimo.
22 de diciembre de 2005
Milagros del Photoshop
Sigo pobre
21 de diciembre de 2005
Mis amigos son papás
Paula es la primera hija de mis amigos María y Jose, como ya puse por aquí algo más de hace un par de meses, cuando ella llegó al mundo. Ayer me pasé por su casa para hacerles una visita (y de paso arreglar el ordenador de Jose, ehem ehem).
Fue una velada breve pero agradable. Y la verdad es que un sentimiento extraño despertó en mi ayer. El día que estuve con ellos en el hospital todo era demasiado raro, atípico... su niña acababa de nacer, María estaba recuperándose, los padres de ellos andaban pululando... pero ayer estuve en su casa, en el entorno en que siempre he estado con ellos. Y las cosas habían cambiado. ¡Mis amigos eran papás!. Jose estaba encandilado con su enana, y María no paraba de decirle cosas bonitas... y la bañaron, la dieron de comer...
Ayer comprendí que el tiempo va pasando, que las cosas van hacia delante. No fue un sentimiento triste, ¡qué va...! al contrario. Recordé las cosas vividas con ellos, cómo curiosamente les conocí... ¡en su boda!. Las vacaciones en Marbella, las cenas con ellos, las salidas al cine, las alegrías y penas... y ahí están. Con una niña preciosa entre los brazos. Y yo ya no tengo los 19 añitos que tenía cuando les conocí.
Ayer, María me dijo algo muy bonito. “Dani, no nos vemos mucho últimamente, pero nos queremos un montón, ¿verdad?”. Así es, sin duda. Yo les dije que verles así, como papás por primera vez “de verdad”, me provocaba una sensación mezcla entre el orgullo y la emoción embriagadora, como lágrimas incontenibles de alegría. Y cuando Jose decía a la pequeña "Mira, ha venido el tío Dani" casi se me escapa una lagrimita.
La verdad es que son maravillosos y adoro ser amigo suyo. Son y serán unos padres ideales.
Un abrazo.
20 de diciembre de 2005
¡Que bueno estaba el lomo anoche!
Mis compis
Quique y Jesús son, junto a mi, el trío calavera del departamento de proceso de datos. Quique es mi compi, y Jesús es mi jefe inmediato dentro de una escala de varios jefes. En general, lo que más me gusta de ellos es el respeto que nos tenemos mutuamente. Somos tres personas muy distintas en general (aunque Jesús y Quique son más afines entre ellos, la verdad) pero, aunque a veces tenemos roces y a veces me joroban bastante, somos un grupo muy unido y una piña en general, lo cual contribuye a que casi siempre tengamos un ambiente de trabajo limpio y muy bueno, en general.
La verdad es que no me puedo quejar de compis: salvo alguno que no soporto ni en pintura, que no está presente en estas fotos, me gusta estar rodeado día a día de esta gente. ¡Y que dure!.
Un abrazo.
19 de diciembre de 2005
El amanecer de la indiferencia
Las emociones son un terreno complejo y envidio a todo aquel que es capaz de dominarlas a su antojo. Yo no soy una de esas personas. Si estoy triste, no puedo ocultarlo. Si estoy eufórico, tampoco. Siempre existen límites para mi autocontrol, y si algo me desborda o, como el caso que me ocupa, son varias cosas, me colapso. Supongo que no hablo de nada nuevo: nos pasa a todos alguna vez, ¿verdad?.
El sábado llegué a casa bastante mal anímicamente. Al rato me calmé y me di cuenta de que no tenía por qué estar así, sino más bien pensar en lo que ya tengo, lo que he tenido y lo que voy a seguir teniendo. Mi autoestima se elevó y pude dormir bastante bien... hasta que me puse malo físicamente, lo cual no tenía ya nada que ver.
Pero el domingo me volví a caer. Me puse bastante enfermo (debí coger frío) y no salí de casa en todo el día salvo para quedar con unos amigos a merendar al lado de casa. Pero tampoco eso duró mucho: a los 15 minutos me volví (menos mal que estaba al lado) porque volví a encontrarme mal. Conclusión: me pasé el día entero en casa, solo, y jugando a la videoconsola. Y lo que es peor: dándole muchas vueltas a la cabeza y desesperándome con fantasmas inexistentes, con llamadas que nunca llegaban, con una lamentable y descorazonadora lástima hacia mí mismo. Sentí una profunda rabia. Y una vez más, me elevé sobre esos turbios pensamientos y volví a ser yo mismo. Me fui pronto a la cama, porque no soportaba encontrarme así, tanto física como mentalmente. Y no he dormido nada; de hecho no sabía si hoy me encontraría bien para venir a trabajar. La carencia de sueño se ha debido sobre todo a la congestión y el dolor de pecho, junto con una leve tos, y nada que ver con mis pajas mentales. Pero también he tenido un sueño bastante extraño del cual apenas conservo un claro recuerdo.
Y aquí estoy, un lunes más (o un lunes menos, como alguien me dijo recientemente) en el trabajo. Mi compañero Quique no está, lo cual casi agradezco porque me apetece más que nunca estar solo conmigo mismo. Y con bastante trabajo que hacer, pero a otro ritmo, lo cual también agradezco.
Mis sentimientos se mueven en una montaña rusa que se estabiliza muy despacio. Se acerca la nochebuena y me entristezco más a cada día que pasa, y no creo que esta tristeza sea mala. Como ya dije hace algunos post, la melancolía por aquello que realmente amas no es algo de lo que avergonzarse. La echo de menos. Y el sábado no sé cómo voy a estar. Va a ser muy duro, pero tengo que afrontarlo. Y también el sábado me va a faltar algo más, algo que era muy importante para mi. Ciertas cosas son como la materia: no desaparece, sólo se transforma. Esa transformación me está causando un trauma importante, pero debo ser respetuoso, caminar con la cabeza alta y darme cuenta de que nada es tan dramático como parece. A veces no me doy cuenta de que lo que tengo y nunca se va a marchar es más importante de lo que he perdido.
Pero lo acabo de decir: mi pensamiento puede variar dentro de cinco minutos. Poco a poco aprenderé a dominar a la bestia, a esa sensación de angustia que se hace conmigo cuando le da la real gana.
Sé que debería ser más positivo, pero no puedo. Ese positivismo aflora, pero es una planta de lento crecimiento. Me cuesta. Cuando te han arrebatado de forma traumática las cosas de la vida que más querías, que más valorabas, que más te importaban, no puedes pretender curar las heridas de tu alma en dos días. Quizá ni en dos meses. Es más, ciertas heridas nunca se curan del todo. Creo que por fortuna este no será el caso, salvo el de la pérdida de una persona muy importante en mi vida.
Y la vida sigue. Y aquí sigo. Y me muevo hacia delante, pensando en el amanecer tan bonito que observé esta mañana mientras venía a trabajar y que siempre me recordaba algo hermoso, que hoy no he sido capaz de sentir. Porque todo cambia, pero en realidad nada ha cambiado.
Un abrazo.
16 de diciembre de 2005
Historia de una resaca
El día de ayer fue especialmente intenso, la verdad: para empezar, tuve una durísima mañana de trabajo de esas en las que no te detienes ni un segundo. La razón de esto fue que no trabajábamos por la tarde: tocaba la comida de empresa navideña de turno. Esta comida se celebró en un pomposo restaurante de Pinto, al más puro estilo de una boda. No estuvo nada mal: comida copiosa (ibéricos, gambas, pescado...) y un pedazo de solomillo de ternera de esos que te dejan tirao.
Tras esto, nos fuimos a un Pub bastante chic que había en la planta baja del restaurante y allí permanecimos un buen rato. Me desmelené a bailar con las chicas y pasé de hacer la loca con el Hung up de Madonna, La Tortura de Shakira o el Left outside alone de Anastacia a demostrar que las clases de Salsa no eran en balde: cogí a las compañeras del curso de baile y presumimos un poco delante de todos.
Pero yo tenía más compromisos ese día, sí. Me tuve que marchar a eso de las 21:00 horas al centro de Madrid, un Madrid saturadísimo de tráfico hasta extremos insoportables y con un frío de esos que se te cuelan en los huesos. Acabé bastante mal la noche físicamente por culpa de eso, por razones que explicaré más adelante.
La razón de mi presencia en este Madrid céntrico inhóspito era la presentación en vivo oficial del nuevo disco de mi amiga Belén Arjona. Tras encontrarme con mis queridos Dany y Gemma y la nueva adquisición a nuestro círculo de amistades divertidas, Carlos. Sorprendentemente, quedamos en el McDonalds de la gran vía, y ahí estaban también cenando mi querido Jose y su novio, Miguel. Pero ellos dos no se quedaron al concierto: Jose madrugaba mucho. Me apenó, pero lo estrictamente necesario.
Nos fuimos a la cola y allí estaban los de Frikilandia, es decir, los megafans de Belén. Saludé educadamente a todos y al poco ya estábamos dentro de la sala El sol.
El concierto fue realmente espectacular, tanto en contenido y temas, como en colaboraciones (Fábula y Despistaos). Además, pocas veces he visto un público tan entregado en un concierto, sea de Belén o no.
Hubo un momento en el concierto en que me sentí realmente mal: cuando Bel se puso a cantar Si no estás, pese a que es una canción que he oído cientos de veces y debería ya estar insensibilizado a ella, la cercanía de la muerte de mi abuela, unido al ambiente que se respiraba, la letra de la canción y el saber que Belén compuso ese tema a causa del mismo dolor que ahora siento yo, hicieron que me pusiera a llorar como un niño pequeño. Incluso la propia Bel se dio cuenta de ello mientras cantaba y creo que se sintió algo mal, la pobre.
Como ya iba diciendo, mi estado físico había estado deteriorándose seriamente a lo largo del día. Arrastro un trancazo enorme desde hace dos días, para empezar. Ese día estaba extenuado de trabajar, de comer bestialmente, de bailar hasta sudar la gota gorda por la tarde, y de aguantar un concierto intensísimo donde no paramos de dar botes y sudar mucho. Para más inri, a medio concierto pusieron a toda pastilla el ventilador de la sala que estaba por encima de nosotros y el chorro me estuvo dando toda la parte final del mismo. Resultado: tembleque, dolor de garganta, mareo y una sensación de desfallecerme en cualquier momento. De hecho, cuando acabó el concierto fui a toda pastilla al camerino de Bel y decirle que no podía quedarme más.
Así hice: me fui a casa, tras despedirme de mis amigos, y me metí en la cama casi a las 3 y media tras tomarme un enorme vaso de leche caliente con azúcar y un Algidol. Me he levantado mucho mejor, la verdad.
El día de ayer fue bastante intenso, en general. Y bueno, de los mejores que he tenido últimamente, pese a lo difícil que me ha resultado mantener el ritmo. Pude olvidarme durante unos momentos de las cosas que me están afectando, atormentando estos días. Me gustó verme tan positivo en momentos en los que lo último que me sale es una sonrisa sincera. Me quedo con esa imagen. La del Dani alegre y dicharachero.
Un abrazo.
15 de diciembre de 2005
¡Viva la melancolía!
¿Y por qué, me diréis?. Porque la melancolía rebosa humanidad por todos sus lados.
Cuando echamos de menos alguien, la melancolía nos demuestra en verdad cuánto queremos o queríamos a esa persona.
Cuando sentimos nostalgia al recordar un tiempo pasado, y por ende nos sentimos melancólicos, es porque comprendemos qué hermosos fueros los momentos vividos en esa época.
La melancolía nos hace personas con un corazón que late fuertemente. Eso debería hacernos sentir bien: el pensamiento de que tenemos sentimientos consolidados, que nuestra sensibilidad es algo evidente, que nuestra alma rebosa de belleza.
Sin embargo, existe un reverso para la moneda: se asocia la melancolía a la tristeza. Y sí, podemos sentirnos tristes si pensamos en las cosas que no volverán, en las personas que, por una razón u otra, ya no están con nosotros.
Pero yo quiero hoy, ante todo, pensar sobre todo en lo primero que he dicho: si siento melancolía por algo, es porque soy humano, sensible, cálido. Me quedo con eso. Con la pureza de mis sentimientos, ante todas las cosas.
Un abrazo.
14 de diciembre de 2005
Los ídolos perdidos
Por eso, cuando digo seguro que cada uno podemos sentirnos identificados con blablabla... hablo, claro está, desde mi propia única y personal. Por tanto, lamento si a alguno le aburren mis divagaciones.
¡Empecemos de nuevo!. Estoy seguro de que todos podemos identificarnos con la figura del ídolo. Una persona, real o no, con la que sentimos afinidad, admiración, pasión, o todo eso a la vez. ¿Quién no ha tenido nunca un ídolo?.
Yo he tenido muchos. Reales e irreales. Para eso siempre he sido el niño fantasioso. Y no he dejado de serlo, si lo miramos desde cierto punto de vista. De niño alucinaba con Son Goku, con Bastian y Atreyu, con los caballeros de oro del zodiaco... y muchos otros nombres y personajes que no acuden con tanta facilidad a mi mente pero están ahí.
Esos son los ídolos imperecederos, los inmutables, que siempre son y serán eso. Mis favoritos, sin duda.
Luego están los otros ídolos: los auténticos. Personas de carne y hueso de tu día a día. A unos los idolatramos, a otros luego dejamos de hacerlo, y a otros incluso llegamos a odiarlos y preguntarnos por qué fuimos tan devotos de esa persona. Yo no he llegado al caso último, pero sí que he tenido algunas experiencias curiosas al respecto.
Os preguntaréis por qué digo estas cosas. Hace poco he pasado por un par de trances algo impactantes: tres personas en mi vida, que conozco hace varios años, cuya concepción de su propio ser ha cambiado radicalmente en mi. Han pasado de ser Dioses, intocables, a simples humanos con sus defectos a la luz.
Ese proceso de desencantamiento no es algo malo: simplemente, cuando te haces mayor te das cuenta de que las cosas no son lo que parecen: puedes darte cuenta de que tus padres, tus tíos... no son esas personas perfectas, protectoras, inalterables que parecían ser. No, todo lo contrario: son tan humanos como tú. No pueden protegerte. No pueden guiarte. Simplemente, pueden intentarlo tan buenamente como pueden.
Qué egoísta parezco, ¿verdad?. Es como si estuviera haciendo de menos a estas personas. No, qué va... creo que cada persona en tu vida tiene un motivo de ser, una misión, un objetivo... y el desarrollo de esa relación de admiración implica el que quizá todo se desmorone y todo se pierda.
Para ser claro: ¿de niños no hemos pensado que nuestros padres eran los seres más perfectos del mundo, que no tenían problemas, que eran como nuestros sumos protectores, nuestros guías en la vida?. En parte es cierto, pero cuando hemos crecido hemos visto que las cosas no eran así. Es a esa sensación a la que me refiero cuando escribo todo esto, aplicándolo a todas las personas que podamos imaginar: amigos íntimos, personas que van y vienen...
El otro día me dio algo de miedo cuando una de estas personas empezó a revelarme ciertas cosas, ciertas debilidades que le oprimían. Yo escuché aténtamente porque quiero a esta persona muchísimo, con toda el alma, desde que era niño. Pero entonces tuve esa sensación: que ya no era la persona a la que yo acudía cuando estaba mal. Ya no era un Dios: era un simple humano.
Fue... triste. Ni por esta persona, ni por mi, ni por la situación. Lo triste, lo melancólico de esa situación fue que las cosas habían cambiado. No sé si consigo explicarme (últimamente no doy con la palabra adecuada), pero sentí... frío. Sí, eso es. Frío.
Los ídolos verdaderos no son eternos. Sólo podemos seguir idolatrándolos si, por alguna casualidad, desaparecen de nuestra vida y podemos mantener vivo el recuerdo de lo que fue. Yo apenas tengo ya ídolos: tengo uno de esos que desaparecieron y ya no he vuelto a ver, aunque sé que sigue por ahí, y no hace mucho desapareció para mi el mito de otro. Guardo muy buen recuerdo de todo lo que significó para mi en su momento, pero ya se acabó.
Es mejor tener ídolos en un mundo de fantasía, aunque no sean prácticos. No cambian nunca.
Un abrazo.
12 de diciembre de 2005
El falso interés del inhumano ser humano
No voy a decir por qué ni cómo sucedió, pero ayer me vi con esa situación. No sé por qué me callé, pero me dieron ganas de decir “Me das asco”. Y es que ayer me pilló en un momento de auténtica vulnerabilidad, como me siento últimamente en cada momento del día. Y me jodió. Así de claro y con todas las letras. ¿Por qué la gente es así?. ¿Por qué no podemos simplemente hacer las cosas con una cierta consecuencia?. Si de mi lo único que quieres es algo, un bien que yo te puedo proporcionar, no vayas haciendo que te preocupas por mi bienestar personal, porque eso es ser doblemente falso. Es repugnante. Casi, como he dicho, obsceno.
Yo no soy así: si alguien no me interesa y a veces pregunto ciertas cosas por mera educación, no soy tan descarado y paso de una frase a otra para pedirte algo. Hace que lo que has dicho en primera instancia no solo pierda todo su valor, sino que además me haga sentir una total y absoluta cólera por lo que acabas de hacer.
Seguramente no debería alterarme tanto por algo que me pasa a menudo, pero anoche cuando llegué a casa me encontraba pensativo, cabizbajo, triste. No me ayudó lo que ocurrió después. Me sentí fatal, asqueado, dolido, más piltrafa aún de lo que me sentía. Y me fui a la cama con congoja. Ni siquiera me ayudó el Relaxine que me tomé: no he dormido casi nada. No por lo que ocurrió anoche, sino por todo en general y nada en particular. Es difícil de explicar, la verdad.
El caso es que aquí estoy: un lunes más en el trabajo, y cargado de trabajo hasta las orejas. Me viene bien escribir estas líneas. Así al menos me desahogo.
Estoy muy desencantado hoy: me siento mal, cabizbajo, aunque al menos eso no afecta a mi rendimiento laboral. Pero la gente me tiene muy decepcionado en general: supongo que, como ya he dicho muchas veces antes, es algo pasajero...
Un abrazo.
10 de diciembre de 2005
El extraño desarrollo de una atípica semana
El viernes pasado comenzaba medianamente ilusionado una semana que se prometía, pese a la tristeza que me inundaba (y aún me inunda) por la muerte de mi querida abuela. Pero como decía Tolkien en una de sus célebres frases, “A veces la promesa de una mañana soleada se pierde conforme el día avanza”. Eso sería lo más apropiado, la verdad, para definir el desarrollo de estos días.
El viernes fui a la misa de mi abuela y todo terminó de forma bastante abrupta, descorazonadora. El sábado fue un día horrible. El domingo, de los más angustiosos que he podido vivir. Además, tuve que ir a otra misa ese día en el asilo de mi bisabuela y volver a rodearme de tristeza por parte de todos.
No voy a resumir día por día lo que ha ocurrido en los días de diario en los cuales apenas he hecho nada de provecho. No podía hacerlo, por otra parte. Me he encontrado de nuevo con una faceta mía que he tenido que reencontrar forzosamente, y me temo que así va a tener que ser por una temporada, puede que de forma indefinida.
El martes fui a cenar con mis amigas de DMR, y hoy tengo otra cena con mis amigas de PC City. Mientras que la primera ha sido estupenda salvo por un par de circunstancias que no tienen lugar aquí, la de hoy se presenta un tanto extraña. No tengo ahora ilusión alguna. De hecho, sólo tengo una cosa en la mente y será mejor que me la quite de encima cuanto antes.
Tengo ganas de que llegue la semana que viene. Es posible que me encuentre con un auténtico mogollón de trabajo, porque el miércoles me pasé por la oficina y así me dijeron que sería, pero la verdad es que lo recibiré bienvenido.
Me siento bien, determinado, seguro de mi mismo, pero tengo una profunda melancolía que me invade en determinados momentos. Supongo que, como todo en la vida, será pasajero.
Pero la verdad es que, según echo un vistazo a lo que he escrito en estas líneas, me doy cuenta de cuánto estoy divagando últimamente…
Un abrazo.
8 de diciembre de 2005
Mariposa
BUTTERFLY (MARIPOSA)
Cuando amas a alguien tan profundamente
Se convierte en tu vida.
Es facil sucumbir a los miedos
Que te sobrecogen por dentro.
Ciegamente, pensé que podría
Mantenerte bajo un vaso.
Ahora comprendo que, para tenerte,
Debo abrir mis manos
Y ver cómo te elevas.
Despliega tus alas y prepárate a volar,
Pues te has convertido en una mariposa.
Vuela libremente hacia el sol.
Si regresaras a mi
Significaría que en verdad nos pertenecemos.
Por tanto, despliega tus alas, y vuela...
...Mariposa.
He aprendido que la belleza
Ha de florecer en la luz.
Los caballos salvajes corren sin ataduras
O su espíritu perece.
Tú me has dado el coraje
Para ser todo lo que quiera.
Y realmente creo que tu corazón
Te guiará hacia mi
Cuando estés preparada para aterrizar.
No puedo fingir que estas lágrimas
Caen desmesuradamente y sin control.
No puedo evitar que este dolor
Casi acabe conmigo.
Pero me mantendré erguido, diré adiós.
Pues tú nunca serás mía
Hasta que aprendas a volar.
Un abrazo.
5 de diciembre de 2005
Más armaduras de oro
1 de diciembre de 2005
Un agrio pensamiento
30 de noviembre de 2005
Punto y aparte... o punto y seguido
Hay ciertas vivencias que, de todos modos, he tenido ocasión de experimentar estos días que no deseo contar en ninguna parte salvo quizá a mis más allegados, pues creo que son cosas que no pueden ni deben mencionarse, y no precisamente por su negatividad, que no es el caso. Simplemente es algo mío y de nadie más, quizá sólo de los implicados en el asunto.
Me siento realmente frágil, pero al mismo tiempo más determinado y crecido que en mi estado normal. Es curioso, pero siempre he reaccionado de ese modo: ante la adversidad más dura, he acabado haciendo de tripas corazón y dándome cuenta de que no soy tan debilucho como parece.
Cualquier persona que me conozca tiene claro que soy un poco aniñado, un poco infantil: y ese pensamiento puede llevarle a la errónea conclusión de que se me debe tratar como a un niño. Nada más lejos de la realidad. Mi pose de chico risueño, infantil, superficial, contrasta bastante con lo que realmente se cuece en mi interior. Seamos francos: no voy a decir que soy el colmo de la coherencia, de la serenidad o de la trascendentalidad, pero tampoco soy muchas veces lo que aparento.
¿Acaso todos y cada uno de nosotros no adoptamos una pose, dependiendo de quién nos rodea?. ¿No vivimos en un constante cambio de actitud?. ¿Las poses que adoptamos en el trabajo, con el amigo A, con el amigo B, con la familia... definen cómo somos?. Y por otro lado, ¿cuándo sabes cual es la pose que más se acerca a ti?. ¿Quiénes somos?.
Creo que, al final, solamente nosotros mismos sabemos como somos. Y lo que enseñamos a los demás no deja de ser una parte (grande o pequeña) de nuestro ser. Nunca, nunca se puede conocer a nadie por completo. Bastante nos cuesta conocernos a nosotros mismos, por mucho que uno se diga a sí mismo yo me conozco muy bien.
Todo esto viene porque estoy notando un estado anímico muy atípico en mi. Me siento profundamente triste, desganado, y a veces me digo a mí mismo que estoy perdiendo la fe en el mañana. Pero al mismo tiempo sale de mi una fuerza que no sabría describir con palabras. Una fuerza que me permite superar ciertos escollos, cierta negatividad que me invade. ¿De donde sale esa fuerza innata?. Son rasgos de mi que sólo afloran en determinados momentos, y cuando esto ocurre, yo soy el primer sorprendido.
Se me presentan aspectos francamente adversos en los próximos días, quizá en los próximos meses. Pero puedo con ello. Tengo que poder.
Sigamos adelante.
27 de noviembre de 2005
Se desvanece la luz de mi ángel protector
Cuando era niño la veía muy a menudo, siempre estaba presente… y yo era “su” Dani, el primero de sus nietos, y me quería con locura. Tanto como yo a ella. Recuerdo largos veranos en Escalona, cuando la acompañaba a comprar. Recuerdo cuando hablábamos en las horas de siesta mientras mi padre y tíos dormían. En Madrid, me gustaba pasar fines de semana en su casa y ver películas con ella. Y la acompañaba gustoso a hacer los recados.
Cuando me hice algo más mayor, mi instituto quedaba cerca de su casa. Iba a comer allí todos los días cuando salía de clase. Siempre me quejaba porque le decía que me hacía mucha comida y me iba a poner como un ceporro…
Cuando mi padre murió, sufrió mucho y reflejó todo su afecto en mi. Y yo no la decepcioné. Según fue pasando el tiempo, nuestra relación abuela-nieto fue más estrecha aún, pues nos consolábamos mutuamente. Yo siempre presumía de abuela: decía que era la mejor del mundo. No importó que yo empezara a vivir mi propia vida y, evidentemente, pasara menos tiempo con ella. Ahí estábamos, el uno para el otro.
Siempre me aceptó como soy. Pese a su edad y que siempre fue “chapada a la antigua”, aceptó de buen grado mi homosexualidad y todas las cosas que han venido después de eso.
El último año la he visto poco, o lo estrictamente necesario, aunque hemos hablado mucho por teléfono y siempre nos hemos tenido al tanto… la penúltima vez que la vi fui a cenar a su casa y le enseñé las fotos de Nueva York. Me decía “hijo mío, viaja, que yo nunca he salido de aquí…” y yo bromeaba y la decía “yo te tengo que sacar algún fin de semana a Londres”. Y el pasado 1 de noviembre la vi por última vez en la comida que hicimos en su casa como todos los años el día de todos los santos. ¡¡Por poco no la dije adiós!!. Nos íbamos todos y ella había bajado al parque con los nietos pequeños. Estaba diciéndole a los tíos “Decidle a la abuela que la la vengo a ver un día de estos”. Pero la vi a lo lejos que llegaba y decidí esperar. Allí la di un fuerte abrazo y le dije que nos veíamos pronto. Qué equivocado estaba…
Ayer por la tarde recibí la fatídica llamada. Mi abuela había fallecido súbitamente a causa de una embolia pulmonar.
Entre ayer y hoy no he hecho sino vivir una pesadilla tras otra y entre medias he estado en una especie de lapso entre la tristeza, la incredulidad y la negación. He tenido a mucha gente cerca de mi, y no puedo quejarme: no he dejado de tener pruebas de amor y de cariño. Pero el dolor que tengo es extraño: aún no lo creo, tras haber sido testigo incluso de todo lo que he visto. Y sé que este dolor, según vaya comprendiéndolo y entendiendo su profundidad, y mi mente empiece a asumir su marcha, se hará más singular y profundo. Y me siento triste, abatido, como pocas veces he estado en la vida. Seguramente pocas veces sentiré este sufrimiento tan grande.
Estoy aquí, en casa, escribiendo estas palabras con una mezcla de sentimientos que soy incapaz de describir, como mi propio estado. De hecho, no creo ser capaz de escribir más palabras de las que he escrito ahora mismo.
La quiero. Siempre la querré. Apenas puedo creer que ya no esté.
25 de noviembre de 2005
Renovación de vestuario indeseada
21 de noviembre de 2005
Confiar en alguien
Este tema se titula Confiar en alguien, y es un auténtico himno y una declaración de principios. Recomiendo escuchar esta canción tumbado en la cama y con los ojos cerrados. Es de una belleza tal que emociona (al menos a mi) y adoro tanto escuchar la melodía como la maravillosa voz de Eva. Personalmente es un tema con el que, si bien no en el momento actual, todos nosotros podemos sentirnos identificados alguna vez en la vida.
Un abrazo enorme.
CONFIAR EN ALGUIEN
Yo te imagino dormido
Si llego a casa muy tarde.
Lo cierto es que no me acostumbro
A dormir al lado de nadie.
Sentirse sola, sentirse aparte.
No pongas un precio que no puedes pagar.
No quiero marchantes de arte.
No estuve en el casting de estrellas de rock.
No soy marioneta en este baile.
Cerrar los ojos y abandonarse.
Prefiero vivir a mi manera.
Eso no hace daño a nadie.
Solo quiero que me entiendan.
Déjame vivir a mi manera.
Necesito que me creas.
Necesito confiar en alguien.
Yo te imagino dormido
Si llego a mi casa muy tarde.
Lo cierto es que no me acostumbro
A dormir al lado de nadie.
Siempre me voy.
Siempre a ninguna parte.
Mi vida es un vuelo sin motor.
Aún así quiero vivir a mi manera.
Eso no hace daño a nadie.
Solo quiero que me entiendan.
Déjame vivir a mi manera.
Necesito que me creas.
Necesito confiar en alguien.
Siempre me voy.
Siempre a ninguna parte.
Mi vida es un vuelo sin motor.
Aún así quiero vivir a mi manera.
Eso no hace daño a nadie.
Solo quiero que me entiendan.
Déjame vivir a mi manera.
Necesito que me creas.
Necesito confiar en alguien.
Déjame vivir.
Déjame vivir.
Déjame vivir a mi manera.
Déjame vivir.
Déjame vivir.
Déjame vivir a mi manera.
Un mundo mezquino y malvado
Este viernes me quedé a dormir con mi chico, como suelo hacer, y nos disponíamos a pasar un sábado tranquilo con velada agradable en el cumpleaños de una amiga. Hasta ahí todo bien. El sábado nos levantamos y nos fuimos a desayunar a la cafetería de al lado de su casa, como siempre, y al poco de eso quedamos con mi madre para ir a comer con ella. Cuando cogí el coche, me di cuenta al poco de tenerlo en funcionamiento que este tenía una rueda pinchada. Me detuve en cuanto pude, en Méndez Álvaro, y al parar descubrí horrorizado que la rueda no estaba pinchada, sino acuchillada.
Tras cambiar la rueda por la de repuesto, una de esas ruedas que no son iguales a las que lleva el vehículo, sino la provisional hasta tener una nueva. Más sorpresas: la rueda en cuestión cuesta ¡¡230 euros!!. Se me cayó el alma al suelo y pasé el resto del día y parte del domingo con un gran disgusto. Menos mal que hoy me han confirmado que el seguro me cubrirá los gastos, no sin pasar por una serie de molestias previas como dejar mi vehículo en un taller para que sea peritado.
Al volver a casa de mi chico, descubrimos que había varios coches más con la rueda de repuesto puesta (se ve gracias a la ausencia del tapacubos), con lo cual todo apunta a que alguien se ha divertido destrozando ruedas durante la noche.
¿Cómo es posible que alguien pueda hacer el mal de una forma tan aberrante?. Yo soy incapaz de entender la mezquindad, y seguramente muchos que estéis leyendo esto diréis ya, pero es que el mundo es así, es que no se puede hacer nada..., pero, honestamente, a mi me angustia el corazón. ¿En qué clase de mundo vivimos, que este tipo de cosas se pueden considerar el plato de cada día?. ¿Al final tendremos que vivir en nuestras casas, con cerrojos hasta los topes, sin salir salvo para lo justo, y no hablar con nadie que no esté en nuestro más cerrado entorno? (palabras de mi chico). ¿Qué precio hay que pagar para vivir en esta sociedad cruel, injusta e inhumana?.
Hace tiempo ya que he perdido la fe en la sociedad, y solamente la tengo en ese pequeño pero numeroso grupo de personas que están a mi lado en el día a día.
Un abrazo.
15 de noviembre de 2005
Resident Evil, o la pérdida de la magia
La primera vez que supe de Resident Evil tenía 14 años. Ahora tengo 25, con lo cual ya hace 11 años que esta saga me ha acompañado. Y una vez aprendida la lección de matemáticas para tontos, me gustaría comentar algunas impresiones al respecto de este Survival Horror de Capcom:
Se juntaron muchas cosas que hicieran ese juego especial para mi. Como acabo de decir, la primera vez que oí hablar de Biohazard (nombre del juego en Japón), fue a través de mi clásica Hobby Consolas. Las referencias eran excelentes y me moría de ganas de hacerme con él para jugarlo. No hacía mucho que tenía mi flamante Playstation, comprada de segunda mano tras vender mi Super NES conseguida gracias a mi valía en un concurso de videojuegos (con ese espanto que se llamaba Killer Instinct).
El caso es que cuando me fui de vacaciones con Alex y sus padres, Esperanza y Jose, a Calpe, estaba un poco impaciente por volver. No por el juego, sino por mi recién estrenada casa. Hacía sólo una semana que teníamos nuestro hogar (el mismo en el que vivo ahora), y sabía que en cierto modo mi madre estaba encantada de tenerme fuera, pues un adolescente de vacaciones de verano cuando tantas cosas hay que hacer en la casa suele ser un estorbo (o al menos eso pensaba ella, aunque con cosas como el parqué y el barnizado se puede entender).
Pero finalmente volví. Pasé mi primera noche en casa, en la habitación que actualmente es mi despacho. Aún no se había ido del todo el olor de Barniz, y fue una noche Colocón, Colocón. Mi madre, como siempre, se fue de viaje y me dejó encargado de vigilar las distintas obras de la casa. Nuestro pintor de confianza, Wenceslao, iba a estar los días siguientes pintando la casa, pues apenas teníamos muebles aún, y también tuve que pasar días allí metido vigilando el montaje de la cocina, del salón, blablabla... un auténtico suplicio teniendo en cuenta que era Julio, que hacía mucho calor y que me apetecía como un loco pasar los días en la piscina.
La salvación a todo eso fue el Resident Evil. La primera vez lo alquilé en el Blockbuster, y aún tengo muy vívido el recuerdo de las sensaciones que me produjo. Ahora parece poca cosa con tanto realismo tecnológico, pero nunca se había visto hasta la fecha algo tan sumamente crudo y realista. Esa noche estaba solo en casa y en la habitación, sin apenas más compañía que mi cama, muchas cajas y la tele. Me acojoné, la verdad. Esa noche dormí pensando que un Zombi iba a entrar por la puerta a devorarme. Al día siguiente no podía pensar en nada más que en volver a jugar, aún así.
Alex lo vio conmigo y me hizo compañía esos días. Como era un niño caprichoso, se lo compró nada más verlo. Y eso me hizo un bien colateral a mi, pues devolví el juego alquilado y el resto de los días lo tuve de gratis. Yo no me lo compraría hasta mucho después, cuando bajara de precio.
Esos días del verano de 1996 se caracterizaron básicamente por mi nuevo hogar y las nuevas sensaciones que me trajo aquel videojuego. ¡No es ninguna tontería!. Las cosas más simples, las más banales en apariencia, son las que luego permanecen en nuestra cabeza.
Las aventuras de Jill Valentine, Chris Redfield, Barry Burton, Rebecca Chambers y Albert Wesker llegaron a obsesionarme y me hice fan incondicional. ¡Imaginaos cuando llegó la noticia de la segunda parte!. Me moría de ganas por tenerlo. No fue hasta algo más de dos años después, a finales de 1998, cuando llegó Resident Evil 2 a las tiendas. Por entonces, yo ya trabajaba como comercial en PC City y podía costearme ciertos lujos, como gastarme 7.000 pesetas en un videojuego. Pero ese juego no sólo significó algo especial para mi, sino aparentemente en mucha gente, pues nunca en España se habían hecho colas a las 22:00 horas de la noche por el lanzamiento de un videojuego. Ahí estaba yo, 3 horas antes, haciendo cola en el Centro Mail de Atocha para hacerme con él. Estaba conmigo mi buen amigo Santos, ahora en paradero desconocido. Tengo alguna foto de eso (¡incluso llegué a salir en Hobby Consolas!), pero no la tengo a mano, lo siento.
El juego no decepcionó en absoluto. Fue tan sorprendente, tan superior a su primera entrega, que hasta grabé en VHS todas las secuencias CG del videojuego y las llevé a clase de Comunicación Audiovisual en el instituto para que mi profe, Adolfo, con quien me llevaba muy bien, las pusiera como ejemplos de innovación audivisual ante el resto de los alumnos.
Pero el tiempo siguió pasando inexorablemente, y mi vida fue cambiando. Las cosas como los videojuegos me seguían llenando mucho, y siempre lo harán en cierto modo, pero ya no eran algo especial, ninguna prioridad. Llegaron cosas mucho más importantes en mi desarrollo personal. Por eso, cuando salió Resident Evil 3: Nemesis, también fui a la cola que se montó, esta vez en el Centro Mail de Callao, en su lanzamiento un viernes. Pero ya no fue lo mismo. Y no recuerdo de ninguna otra vez que haya vuelto a pasar algo así: no ha habido lanzamientos “estrella” desde ese Febrero de 2000. Qué le vamos a hacer. La generación de “frikis” de videojuegos que fuimos los que realmente partimos el bacalao hemos crecido.
El resto de la saga se limita para mi al Resident Evil Code: Verónica, el mejor hasta entonces (año 2001) y el lanzamiento del reciente Resident Evil 4, cuatro años después. Y ¿por qué ya no era lo mismo?. Lo de siempre y ya dicho: yo no era el mismo. Los videojuegos ya no son mi prioridad, que sí mi afición y mi orgullo en el corazón.
Hace 2 semanas me compré mi esperado Resident Evil 4, el cual estoy actualmente jugando junto a mi chico. Me lo compré como una cosa más, en un Mediamarkt, de pasada. Y me dio un poco de yuyu, si ustedes me entienden. La magia había desaparecido. 11 años de magia perdida. Sigue siendo un espectáculo, sigue siendo emocionante, pero a mi ya no me llenan estas cosas como antes.
Es en este tipo de situaciones cuando me doy cuenta de la persona que fui y la persona que soy.
Un abrazo.
14 de noviembre de 2005
Avergonzado de mi país
Sin entrar en polémicas, me cuesta respetar a unos colectivos que no tienen credibilidad alguna por oponerse de forma sistemática a cualquier cosa que haga el gobierno vigente. No me considero una persona ni de izquierdas ni de derechas, ni me siento representado por ningún partido político en general, con lo cual debería quedar claro que ni soy pro-PSOE ni nada por el estilo (aunque tengo más de un conocido que lo es).
El PP, simplemente, da ASCO. Entiendo que como opositores su postura sea la de plantar cara de una forma agresiva al gobierno, pero una cosa es eso y la otra es la descarada y vil forma de generar separatismo social mediante actos como el del sábado pasado, en el que no pintaba nada. Pero el caso es que ahí tenían que estar para dar cizaña. Y lo peor es que son unos cínicos. Escucho cosas por la tele del estilo “esta ley recorta libertades y derechos”. ¿Y entonces lo de la manifestación contra matrimonios homosexuales qué era?. Hay que tener CARA, la verdad. Cada vez que veo a Acebes, Rajoy o especialmente a Esperanza Aguirre, se me revuelve el estómago.
Lo de la iglesia, esa solterona desesperada de más de 40 tacos, es similar. Nunca se había manifestado en años y años de cambios políticos, y ahora llevamos dos manifestaciones en un solo año, lideradas por ese gran Señor llamado Rouco Varela. La crispación y la impotencia se palpa en ellos. ¿Tanto bombo por querer poner la religión como asignatura optativa?. A mi me parece bien: si este es un estado laico, todos deberíamos poder escoger si queremos para nuestros hijos una educación religiosa o, cuando estén estos en edad de elegir, que lo hagan ellos mismos. Ya me hubiera gustado a mi de pequeño poder librarme de la religión… no hubiera tenido que hacer el paripé de la comunión. Y ojo, no estoy declarándome ateo o anti-cristiano… simplemente creo que la libertad de elección es siempre positiva, máxime en un campo tan subjetivo como es la religión.
Finalmente dejo a los peores para el final: el foro (o más bien foso) de la familia. Lo que he escuchado a los militantes de tan lamentable organización a lo largo de muchos meses no tiene nombre: son homófonos, intolerantes, egoístas, xenófobos, incultos, y otros muchos adjetivos que no vienen a cuento y de índole más bien grosera. Sólo hay que pasarse por su web hazteoir.org y entrar en los foros para darse cuenta de ello.
Lo peor de todo es que esta gente no son dos o tres gatos, sino mucha gente. Y a mi me da miedo pensarlo. Me da miedo pensar que las cosas nunca van a ir a mejor, que vamos a seguir estancados en la edad de piedra, que la falta de conocimiento (o el poco interés en adquirlo) acerca de otras formas de vivir, alejados de los convencionalismos sociales, o de la libertad de elección en lo referente a la opción sexual o espiritual, se desencadene en una nueva forma de racismo que ya se palpa y se siente allá donde vás, excepto en los oasis de tu entorno cerrado y seguro. Y más miedo me da el separatismo social, ese que el PP promueve constantemente, en el que los privilegiados mueven el mundo y marginan al resto. Y chorradas como el estatut Catalán, al cual se le da un bombo desmedido y genera ese racismo nacionalista, variante del que acabo de mencionar.
Hoy, un poco más, me avergüenzo de este país y de quienes tienen poder sobre él.
Un abrazo.
13 de noviembre de 2005
Mis dos nuevos juguetes
Para cambiar un poco la tónica habitual del Blog, en el cual no dejo de poner más y más paridas que no son tal dentro de mi propio universo pero sí para el resto de los mortales, voy a poner un par de fotos de mis dos nuevas adquisiciones para el lucimiento de mi habitación: la primera es una fabulosa estatua a escala de Sauron, el mismísmo Señor de los anillos. Llevaba muchísimos meses en espera de reserva para hacerme con esta preciosa edición limitada a nivel mundial de 9.500 unidades. El bichito en cuestión mide 61 cm de altura y ninguna foto puede reflejar el increible nivel de detalle que posee. Sin duda luce increíblemente en mi cuarto y estoy encantado con la compra. Es IMPONENTE. Hasta a mi madre le gusta, lo cual es mucho decir.
La segunda adquisición es la primera (espero) de doce. Casualmente, el pasado sábado encontré en una juguetería las nuevas ediciones de los Caballeros del Zodiaco, de los cuales soy admirador desde niño. Están relanzando esas fabulosas figuras que tanto deseaba cuando era niño, solo que ahora son muchísimo más detalladas y bonitas. He optado por montar la primera de las armaduras de los caballeros de oro, la de Sagitario, en el molde que forma el símbolo que representa en lugar de montársela al cuerpo del caballero Aioros. Como podréis ver, es francamente espectacular, pero lo que más impresiona es lo que no se ve: que cada una de las piezas de esa armadura es real y por tanto desmontable. Una auténtica obra de ingeniería. A ver si poco a poco me puedo ir haciendo con el resto de armaduras de oro. De momento, he visto las de Shaka, Aioras y Camus, caballeros respectivamente de Virgo, Leo y Acuario.
En fin, no tengo mucho más que añadir. Espero que os gusten las fotos.
Un abrazo.
10 de noviembre de 2005
Alex también se ha hecho mayor
Tras salir del médico decidí dar un paseo para airearme, pues llevaba toda la mañana asqueado en casa y me hacía falta un poco de aire fresco. Por tanto, decidí irme andando al Mediamarkt y echar un vistazo, y de paso me daba la vueltecita a que hago referencia.
La sorpresa vino nada más entrar al MediaMarkt:
- “Coño, Dani!”
- “Ostrás, Alex… no te había reconocido”
- “Ya ves… es que trabajo aquí desde hace unos meses”
- “Pues yo no te había visto, y mira que vengo por aquí”
- “Casualidad, supongo”
¿Y quién demonios es Alex, os preguntareis?. Pues es uno de esos amigos muy amigos de la infancia con los que antes o después separas tus caminos. En concreto, Alex tiene dos años menos que yo, la misma edad que mi primo Rubén. Los tres, en el colegio, pasábamos mucho tiempo juntos y, concretamente, nos encantaba pasar horas y horas en casa de Alex jugando a la videoconsola, concretamente a la por entonces novedosa Megadrive. Como Rubén y yo no teníamos videoconsola y nos encantaban, siempre estábamos detrás de Alex para que nos dejara jugar a la suya. Ya se sabe cómo somos los niños de interesados a ciertas edades… pero en este caso, aunque Alex siempre fue un poco mimado e insoportable, según fue pasando el tiempo la cosa se fue diluyendo mucho.
Y el caso es que incluso cuando aún estaba en mi primer año de instituto y él aún en el colegio (dos años en la infancia supone una diferencia bastante grande, no como pasa en la edad adulta), me fui de vacaciones con él y su familia a Calpe. Recuerdo esas vacaciones como bastante curiosas, además. Pero ese fue el comienzo del fin de nuestra amistad. Porque yo empecé a moverme por unos círculos muy distintos a los suyos, y porque él se quedó atrancado en muchos sentidos, en buena parte por los mimos que le daba su madre. No era buen estudiante y era algo negado en general como persona. Pero aún con todo eso, yo le tenía un singular cariño, de ese que aparece porque sí, porque habéis compartido muchas cosas en un largo lapso de tiempo. Le conocía desde muy pequeño, desde los 7 años quizá.
Su madre, Esperanza, siempre me tuvo a mi en una estima demasiado alta. Pensaba que yo era una buena influencia para su hijo y a mi me sonrojaba constantemente, pero a la vez me hacía sentir bien que alguien pensara así de mi.
Curiosamente, cuando Alex y yo dejamos de tener relación, no le vi más que alguna otra vez por la calle de paso, o alguna vez incluso nos saludamos rápidamente. Pero sí que me encontraba con su madre, ya fuera por el barrio o en el autobús. Y supe de Alex en buena parte porque me encontraba con esperanza. Así pues, el tiempo pasó y pasó. Y yo pasé del instituto a los estudios de informática, y de ahí a comercial de PC City a la vez de estudiante, y de ahí a informático en una consultora, y de ahí a donde estoy ahora… y entre medias de estos cambios profesionales y de estatus social, infinidad de cambios personales. Había crecido, había cambiado.
Y supe de qué había sido de Alex casi siempre de oídas… contacto directo con él tuve un par de veces por Internet, pero poco más. Es curioso que mi primo Rubén fuera finalmente quien tuviera una relación más estrecha con él, en parte por la edad o en parte por la afinidad, no lo sé. Pero yo supe en buena parte de cómo se había desarrollado su vida por su madre, que me lo contaba cada vez que la veía.
De ese modo, supe que Alex llevaba un desarrollo personal parecido al mío: estaba estudiando mi mismo módulo de informática en mi mismo instituto, y también trabajando como comercial de productos, en este caso el MediaMarkt. Pero yo llevaba años sin verle.
Ayer le vi, finalmente. Y reconozco que fue un poco un estado de shock, similar al que tuve con mi primo Chico hace unos meses y a quien no veía hace 7 años, pero este fue de otra naturaleza, pues yo había compartido muchas más cosas con Alex que con mi primo extremeño.
Alex había crecido. Y no sólo físicamente. Vi una persona tan sumamente distinta metida en el cuerpo de aquel amigo que tuve… sentí en ese momento una especie de sentimiento de extrañeza, de tristeza, pero a la vez de orgullo… en particular, recordé cómo una vez él, en esa etapa pre-adolescente, me confesó que tenía miedo de no convertirse en una persona de provecho. Ayer fue lo primero que vi en su rostro.
Evidentemente, no le dije nada de lo que se me pasó por la cabeza. Me limité a una conversación cercana pero distante, la propia de dos extraños que no se conocen pero que una vez en la vida coincidieron. Pero eso no dejaba de convertirle en un extraño muy familiar, porque evidentemente ni él ni yo somos esos niños que pasaban horas jugando a la videoconsola, ni los que pasaron esas vacaciones en Calpe como amigos inseparables.
El tiempo pasa inexorablemente y nos cambia a todos mucho más de lo que parece en un tiempo muy breve. Solamente quizá nos damos cuenta de ello cuando nos encontramos en una situación como la que viví el martes.
Un abrazo.
8 de noviembre de 2005
Epidemia de gripe estomacal
7 de noviembre de 2005
A vueltas con la privacidad del Blog
No es la primera vez que hablo sobre los pros y los contras de tener un Blog con las características que posee el mío. Aquí hago un poco de todo: expreso mis temores, cuento mis experiencias, me desahogo de lo que considero una injusticia o simplemente manifiesto contento y descontento, siempre basándome en parámetros relacionados con mi propia vida.
El viernes se me recordó que decir las cosas que digo por aquí me puede acarrear ciertos problemas como, por ejemplo, tener la sensación de que todo el mundo sabe quien soy, qué debilidades tengo, una auténtica falta de privacidad sobre los aspectos más íntimos de mí mismo. Y también que a veces hablo mal de gente, o digo cosas que no me atrevo a decir a la cara, sin recordar que el blog es, en su definición más estricta, público. Y eso es un riesgo potencial, indudablemente.
Pero es que lo del viernes fue solo el comienzo. Además de eso, curiosamente, ese mismo día había un post en MundoDVD hablando de esto mismo en el foro y en el cual expresé mi opinión, que fue la siguiente:
Creo que el concepto del Blog en sí es algo realmente original, por aquello de que es algo a la vez tradicional y moderno. Tener un rincón donde expresar todo tipo de opiniones acerca de cualquier ámbito (yo he optado por hacer un blog de reflexiones personales, pero podría haberlo dedicado, por poner otro ejemplo, a hacer críticas de cine o un churro de todo, que es en verdad lo que es mi blog). Pero lo más importante es que un Blog conlleva las siguientes ventajas: Permite expresar todo aquello que queremos decir, bien por propia satisfacción o realización, o bien porque deseamos tener informadas a una serie de personas. Por poner un ejemplo, mi blog permite a amigos que tengo en la distancia el saber qué ocurre en mi día a día, y en cierto modo es como estar más cerca de ellos. Lo mejor de todo es que un Blog implica un grado de discreción al cual nosotros ponemos un límite: no hay censura, salvo la que los autores desean imponer. Los límites no existen como tal. No creo que una persona necesite saber de informática como tal, pero un Blog no solo implica escribir: también es entrar a una comunidad, y si tienes un blog es evidente que visitas otros. Es un círculo vicioso (en el sentido positivo) que no es desvinculable. Lo que diferencia a un Blog de una web normal es que su definición es más clasista: es como un folleto a modo de diario o cuaderno, el cual modificamos a placer. Tengo una amiga "semi-famosa" llamada Belén Arjona, cantante de profesión que va ahora por su segundo CD, y que tiene su propio Blog. Este le permite hablar de forma DIRECTA con sus fans, y estos a su vez devolverle un comentario. En ese sentido, humaniza mucho a esa persona famosa inalcanzable, pero también la desmitifica. Es como el yin y el yan. El mundo de los Blog aún tiene que evolucionar mucho y, añado, por caminos que ahora mismo desconocemos. No es una moda, a mi gusto: es una nueva forma de comunicación donde se juntan el pasado y el presente, de ahí su atractivo.
Pero es que aún hay más. En la kedada de anteayer con mis compis de MundoDVD, salió el tema de los Blogs y se dijeron cosas muy interesantes que no merece la pena detallar una a una, pero que a mi me sirvieron, junto con lo que yo ya había reflexionado y me había sucedido en esos días, para llegar a una conclusión:
El blog es un reflejo de la persona que lo escribe a todos los niveles, y revela mucho más que lo que a priori pudiera parecer. Por ejemplo, se puede saber cuándo alguien es una persona muy celosa de su intimidad si firma con seudónimos o escribe sobre superficialidades. El tono, la forma, la temática… son miles de espectros, de formas cambiantes que pueden significar un sinfín de variantes de personalidad. Cuando leo mis comentarios me doy cuenta muchas veces de cómo soy, me recuerda la esencia de mi persona. Pero eso no siempre es bueno: todos tenemos una parte de nosotros de la que luego nos avergonzamos, en este caso para mi cuando me doy cuenta de que a veces (cada vez menos) no dejo hueco para mí mismo, para mi propio mundo interior o mi vida íntima. Por poner un ejemplo, ¿por qué poner ciertos comentarios personales?. ¿No debería eso quedarse guardado para mí y los demás implicados?. Es más: ¿hasta qué punto he llegado a violar esa intimidad? ¿Hasta qué punto he devaluado esa intimidad?. ¿Debo pagar algún precio?.
La respuesta la tengo muy clara: depende de la persona que lea el texto. Como en cualquier ámbito de la vida, el lenguaje que se expresa bien oralmente, bien con las palabras escritas, o de cualquier otro tipo, este puede ser interpretado de muchas formas distintas, pues se reflejan en la personalidad del receptor, quien tendrá un entendimiento único y personal de todos los estímulos que recibe. Yo escribo, lo demás interpretan. Así de simple.
Lo que leemos no es más que una orientación, un punto de vista. Lo que tenemos dentro de nosotros es lo que realmente queremos ver en todo aquello que nos rodea. Porque sí, las personas no somos capaces de comprender más allá de nuestro propio entendimiento.
¡¡Qué complicado resulta el pensar que quizá uno está yendo más allá de lo que debe cuando escribe!!. Ya he cambiado múltiples veces mi blog por causa de ello, incluyendo hoy mismo, pues he borrado algunos de mis post en base a lo que creía era excesivo. Y sin embargo, muchas cosas las he dejado. Un amigo me dijo el sábado “Creo que tendría que poner cosas más positivas en mi blog, que creo que sólo escribo de negativismos cuando mi vida es en verdad muy alegre”. Yo le respondí “No creo que debas. A mi entender, si escribes esas cosas es porque te salen de muy dentro y es lo que necesitas expresar. No deberías avergonzarte de ello, ni creo que el que hables de determinadas cosas te convierta en lo que escribes”. Y así lo creo yo también: en estas páginas reflejo todo aquello que quiero que salga de mi. Y yo soy quien pone los límites. Como en todo en la vida, hay que aprender poco a poco, y a veces a base de palos, a saber hacer bien las cosas.
Pero también reitero lo que ya he dicho: no hay nada certero en esta vida. Ni lo que escribes, ni lo que opinan sobre lo que has escrito. No se puede obviar la opinión de los demás ni tampoco cegarse en la propia opinión. Todo depende, una vez más, de cómo queramos verlo. Y eso, señores, es algo que tiene tantas variedades como la gama de grises entre el blanco y el negro.
Un abrazo.
6 de noviembre de 2005
La sinfonía del anillo, la sinfonía de mi vida
Las 11:00 horas de la mañana del sábado 6 de noviembre de 2004. Me esperaba un largo día, lleno de nuevas experiencias. Tomé el AVE Madrid-Sevilla por primera vez, sabiendo que me dirijía a cumplir una de mis ilusiones más grandes desde hacía mucho tiempo: poder escuchar en vivo la banda sonora compuesta por el gran Howard Shore para El señor de los anillos. Iba completamente solo, pero no importaba. El viaje merecía la pena. Se me estropeó el móvil y perdí la agenda de teléfono… ¡qué horror!. Pero todo se medio-arregló con un poco de investigación y recuperé casi toda la agenda. Es curioso… hacía muy poco que conocía a mi chico, ni siquiera era eso aún, pero lo que más me angustió fue el no tener su número para llamarle. Porque, evidentemente, aún no lo tenía memorizado.
Tras un día de turismo en Sevilla capital, por fin me dirijí a la Maestranza y obtuve mi entrada reservada. Mientras espereba entablé conversación con algún fan como yo. Iba, por supuesto, envestido con el árbol blanco de Gondor en mi camiseta, y llevaba La estrella de la tarde al cuello, y el anillo único, el de Barahir y Vilya en mis manos.
Vimos llegar a la orquesta y al encantador grupo de niños del coro, una auténtica ricura que posteriormente nos dejarían con la boca abierta en medio del concierto.
Por fin entramos. Fila 6, butaca 31 del patio. Una vista INCREIBLE. Aún no podía creerlo… quedaban minutos para que se cumpliera mi sueño. El teatro estaba a rebosar. La gente ansiosa, excitada, impaciente. Finalmente, entró la orquesta y se formó el revuelo. Y… ¡si! Ahí estaba!. HOWARD SHORE hacía su aparición ante una enorme, gigantesca, gloriosa ovación. Él agradeció tímidamente los aplausos y sin más dilación se volvió hacia la orquesta para comenzar su particular Ainulindalë.
Las luces se apagaron. Solo se podía ver a la orquesta y a Shore… y por fin comenzó. La profecía se reveló ante nosotros. La orquesta de Sevilla lo bordó, y los coros emergían poderosos. Mi piel se puso de gallina y… entonces sonó la melodía del anillo único, como comienza La comunidad del anillo, y mis lágrimas comenzaron a caer por la mejilla. No pude contenerme…. Fue… mágico, increíble, sublime. No hay palabra capaz de describir la emoción tan grande al escuchar estos acordes tan significativos para mi en vivo y una acústica casi perfecta…
Durante todo el concierto, hubo varios momentos donde abiertamente lloré… como en Los puertos grises, durante el tema de Muchos encuentros en la parte en que Frodo encuentra a Bilbo, y durante los épicos momentos de los temas de Rohan y Gondor.
Durante el descanso llamé a mi chico. Estaba en el cumpleaños de una amiga y, una vez más, como ya he dicho, fue la persona con la que quería compartir toda esa emoción. Y agradezco profundamente que estuviera ahí para escuchar mi llanto, mi emoción… ojala hubiera estado allí. Hubiera sido maravilloso.
Podría entrar en miles de detalles más, pero creo que sería alargar lo que no tiene palabras para ser explicado. Tan solo recordar, reiterar, que pude escuchar lo más parecido a lo que creo que debe ser el cielo, que esa música es parte de la banda sonora de mi vida, hilada fuertemente en mi corazón.
Gracias, Howard, por esa música que es capaz de enhebrar todos los sentimientos hermosos en los que puedo pensar
Gracias, Tolkien, por tu obra inmortal, como tus elfos.
Gracias a ti, por haber compartido en la distancia y en calidad de casi-desconocido un sueño, y seguir convirtiéndote en parte de él en lo sucesivo.
Un abrazo.
4 de noviembre de 2005
En sólo un segundo
Fuera sopla el viento,
Fuera está lloviendo,
Un aullido aterrador
Yo te observo mientras duermes,
Respirando dulcemente,
En la calma de esta habitación
Todo lo que siento,
Llueve desde dentro,
Aguacero de electricidad
Y al besarte en la mejilla
Yo creí que me moría,
Se rompía este pobre corazón
Quiero besarte,
Tengo miedo a despertarte
Entro en tu sueño
Y te grito desde lejos
Que te quiero
En sólo un segundo
He comprendido lo que importa y lo que no
El fin del mundo, la tormenta, el dolor,
Quedan muy lejos de esta habitación
Fuera sopla el viento,
Fuera está lloviendo,
un aullido aterrador
Pero un susurro nos envuelve,
Nos abraza lentamente,
Como un mantra conocido por los dos
No son fantasmas
Es mi espíritu el que habla
Entra en tu sueño y te grita desde lejos
Que te quiero
En sólo un segundo
He comprendido lo que importa y lo que no
El fin del mundo, la tormenta, el dolor,
Quedan muy lejos de esta habitación
Quiero besarte,
Tengo miedo a despertarte
Entro en tu sueño y te grito desde lejos
Que te quiero
En sólo un segundo
He comprendido lo que importa y lo que no
Los desengaños y los malos presagios,
Las envidias, las intrigas
Que complican nuestras vidas,
Quedan, quedan muy lejos de esta pompa de jabón,
Nuestra burbuja de amor
Sube por el cielo, más allá del universo
Sube y estalla en tu sueño.
Un abrazo muy fuerte.
3 de noviembre de 2005
Las kedadas de MundoDVD
Conocí MundoDVD hace ya algo más de 2 años gracias a los comentarios que de este foro hacía un conocido virtual, Liberty, en otro foro del que era asiduo: ElFenomeno.com, web por excelencia de Tolkien en España. Desde entonces me he convertido en un habitual, y eso sigue vigente. Me encanta poder debatir, hablar, discutir sobre una de mis grandes pasiones, el cine, amén de otros temas Offtopic que se trasladan a todos los ámbitos de la vida.
El ser miembro de MundoDVD me ha permitido, además, adquirir un sinfín de conocimientos cinéfilos a todos los niveles, tanto de directores, actores, películas, como de aspectos más técnicos como las realizaciones técnicas audiovisuales. En verdad, una auténtica delicia.
Como iba diciendo, a mediados de noviembre del año pasado acudí a mi primera kedada con los chicos de MundoDVD, la cual se realiza de vez en cuando. No pude ir a las dos primeras por distintos motivos, pero finalmente acudí a la tercera. Pese a que soy bastante tímido para estos menesteres (hasta que me suelto), reconozco que lo pasé muy bien. Las kedadas posteriores, sobre todo la tercera, fueron mejores aún. Y me muero de ganas de acudir a la cuarta y pasar un buen rato.
La primera kedada me reportó una nueva y especial amistad, la de Manu, quien se ha convertido en una presencia distante pero constante en mi vida desde entonces. Y agradezco profundamente conocer gente así, la verdad.
Recuerdo con especial cariño aquella noche por múltiples razones: la cena, las copas en Alonso Martínez, y las segundas copas con Manu y Joaquín en la Sala Sol hasta casi las 5 de la mañana. Además, recuerdo que mi querido Sergio estaba de viaje y le echaba de menos, pues no hacía mucho que habíamos empezado a salir, y deseaba tenerle a mi lado aquel día.
En fin... me estoy poniendo sentimental. Ha pasado un año desde entonces y las cosas son a la vez iguales y a la vez muy distintas. Ahora se va a repetir una situación similar, si las cosas no se tuercen en el último momento: iré a la kedada y mi chico no estará, pese a que ha pasado de “un chico con el que tengo algo” a “mi querido amor”, con lo cual le voy a extrañar muchísimo más, y ahí estarán los foreros, con los que tengo algo más de confianza, y entre ellos Manu, que ya no es en absoluto un desconocido.
La vida es siempre igual, siempre diferente. Los matices son los que la hacen hermosa. Los vientos cambiantes del tiempo, que nos hacen madurar, cambiar, enriquecernos, hacen cada día algo nuevo y maravilloso. Cuando llegue el sábado viviré ese día como un reflejo de lo que ocurrió un año antes, pero siendo consciente que nada es igual: ni yo, ni los que me rodean, ni siquiera el ambiente.
Un abrazo.
26 de octubre de 2005
Nadie quiere a Harry
Esto me ha hecho pensar bastante en los últimos 3 o 4 días, y he llegado a una conclusión tácita: no volver a hacer esto NUNCA MÁS. Estoy cansado de ser un pelele al cual se ignora, una especie de payaso que no tiene nada mejor que hacer que organizar encuentros del tipo vamos al cine, vamos de cena. Siempre acaba igual: con una bofetada en la cara, de forma figurada pero igualmente dolorosa.
Hace unos meses me pasó igual: me puse en contacto con unos antiguos compañeros de trabajo para cenar, y prácticamente todos pasaron. La cosa quedó en agua de borrajas.
Me siento ridículo, no puedo evitarlo. Mi intención es, simple y llanamente, que mis amigos y yo tengamos un buen plan y lo pasemos bien: un cine con una buena película, y una cena, o lo que se tercie... pero es evidente que este punto de vista no es compartido por la mayoría.
Se acabaron las kedadas de Dani. Esta es la última. Ya hay algunas personas que me han dicho que vendrán, pero curiosamente no es ninguna de las que mandé el correo. Las únicas respuestas que he recibido vienen de mi amiga Cris, que me ha dicho que viene, y las de otra Cris que no puede venir, y de María, que tampoco podrá.
En cierto modo me siento como la Clarissa Dalloway de Virginia Woolf, o la Clarissa Vaughan de Las horas, personajes con personalidad paralela. Siempre queriendo hacer cosas, siempre queriendo reunir a gente... ¿Para qué?. Para nada, salvo decepcionarse. Y yo lo estoy, aunque es una decepción que ya no duele. Simplemente provoca una ira moderada.
En fin, Harry, se ve que nadie te quiere...
Un abrazo.