Lunes día 18. Son casi las 21:00h y recibo una llamada de mi querido amigo Juan Carlos. Este me explica que ha visto en las noticias lo de la manifestación de la AVT este fin de semana y que, consternado ante un tema que le toca la fibra sensible, ha escrito un texto que quiere distribuir y compartir con el mundo. Y me pide que, si así lo deseo, lo publique en mi blog.
Normalmente yo soy una persona que intenta lo más buenamente posible el no hablar de política y/o religión en mi blog, dedicándome a desarrollar temas más mundanos y personales, porque el mundo ya está lo suficientemente politizado y polarizado como para encima tener que trasladarlo a mi pequeño rincón. Algo que, evidentemente, es casi imposible hoy en día.
No he publicado este texto de mi querido JC solo por hacer un favor o por una petición amistosa, sino porque me he quedado maravillado ante la pasión y determinación de mi amigo. Y porque, sinceramente, subrayo sus palabras como si fueran mías. No voy a hablar del texto en cuestión ni repetir frases: baste decir que estoy de acuerdo con él, aunque quizá aportaría algunos matices de los que no tengo intención de hablar ni ahora ni nunca. Matices, en todo caso, y nada más.
Yo no soy una persona original; ni tengo frases propias interesantes que aportar al mundo y todo lo que sé, conozco y opino siempre tiene su origen en ideas ajenas que unidas y mezcladas en un interesante revoltijo filosófico da forma, cuerpo y solidez a la propia entidad de mi persona. Y como todos tenemos un ideal que perseguir, un anhelo, una ilusión, citaré una de mis declaraciones de intenciones, escuchada (que ahora yo recuerde) en una película: Las palabras siempre conservarán su poder, y los ideales no son sueños, sino metas alcanzables.
Por ese ideal, Juan Carlos, brindo contigo, amigo mío. Ojalá este fuera un mundo mejor en el que poder vivir.
Un abrazo.