Hace ya unos días que no escribo debido, sobre todo, a la falta de ganas y un montón de dedicación profesional (de múltiples trabajos que tengo, oficiales y no oficiales), pero lo cierto es que ya tocaba escribir alguna cosilla, ¿verdad?.
Hoy voy a escribir algo breve acerca de la televisión, ese gran invento que tantas cosas positivas puede aportar a la aburrida vida de una persona… o todo lo contrario. Y es que yo cada vez veo menos la tele, para qué engañarnos. Me basta y sobra con Internet, ver los periódicos digitales y los foros. Porque, ¿para qué ver telediarios partidistas, manipulados o aburridos?. Si ves Cuatro, el Sr. Gabilondo nos contará cómo va el país a su manera. Si vemos Telemadrid (o Tele-Espe), nos daremos cuenta de que el país va justo al contrario de cómo lo dice el Sr. Gabilondo. Y si vemos Antena 3, nos daremos cuenta de que el 70% de las noticias son publicidad encubierta. Eso por poner algunos ejemplos, claro. La gente, al final, ve y oye aquello que quiere oir. Está claro que una persona de Izquierdas odiará ver Telemadrid, y a la inversa con uno de Derechas.
Pero hoy no quiero hablar ni de noticias ni de política, sino de un complot gubernamental por parte de todas las entidades políticas. Y es que, señores, este país se está idiotizando cuanto más pasan los días, meses o años. A lo mejor suena a película de serie B, pero soy de los que cree fervientemente que la mayoría de la programación televisiva de este país es una auténtica basura, una mierda o cualquier epíteto repugnante que se nos ocurra no porque lo pida el público, sino porque a los gobiernos les interesa.
Empecemos por la prensa del corazón. Sí sí, esa que no sé cómo es posible siempre tiene algo que contarnos, nos interese o no, acerca de personas que son famosas solo por el hecho de aparecer frente a una pantalla y que ocupa el 60% de la programación diaria televisiva, contándonos cosas baldías. Ahora vemos a Jesulines, Duquesas de Alba, Julianes Muñoz, casta de esa del Gran Hermano o de cualquier Reality Show aireando su vida privada (o más bien la que ellos se inventan o los guionistas les inventan) solo para rellenar tiempo de pantalla diciendo que se han peleado con fulanito o acostado con menganito. Y así cada día, todos los días, a todas horas del día. Lamentable.
Sigamos con los programas de entrevistas o los híbridos que se mezclan con los programas del corazón ya mencionados: El diario de Patricia es un insulto a la inteligencia humana. El A tu lado es tres cuartos de lo mismo. Los programillas de debates de Ana Rosa Quintana, el Gente (impactante la primera parte de este programa, llena de desgracias rurales) o el Corazón de… de la primera cadena (que encima es pública) exactamente igual.
Luego están los casposo-programas del tipo Hasta que la tele nos separe, Grand Prix o ¡Mira quien baila!, que resultan tan rancios como un filete a la intemperie durante dos meses. Quien sea capaz de ver un programa de estos con su duración completa, que me lo diga y le pongo un monumento. Yo no aguanto ni 5 minutos.
Pasemos a las Telenovelas y a las enormes series de éxito que nos llegan del extranjero o de cosecha propia. Lo de Pasión de Gavilanes solo lo podría calificar de bochornoso. Actualmente, lo de Rebelde o Rebelde way es lo mismo (ayer por la mañana vi por primera vez este engendro y se me quedaron los ojos como una rana a los 5 minutos de ponerlo), y las maravillosas telenovelas que adornan las cadenas televisivas cuyo nombre, si ustedes me perdonan, no recuerdo.
Pero la cosa ya pasa de castaño oscuro. Este fin de semana ha habido dos cosas que me han sacado de quicio. Estos programas se encargan de auto-justificarse y de (hablando en plata) chupársela a ellos mismos para creerse que están haciendo cosas dignas. En el programa este del sábado en Tele-5, que ahora se llama Dolce Vita (antes se llamaba Salsa Rosa, lo sé porque mi madre es adicta a estas cosas), entrevistaron a Jordi González, gran presentador de un programa tan repugnante como demagógico llamado TNT, y me quedé asqueado al ver cómo este personajillo se alababa a sí mismo y a todo lo que había hecho en TV, mientras los borregos que le rodeaban le seguían el juego y el APLAUSOS del regidor obligaba al público a aplaudirle las gracias a este ser.
El domingo estuve viendo otro programa llamado El rastreador o El buscador (no lo recuerdo bien) en Tele-5, y me dejó absolutamente estupefacto por el montaje sensacionalista del que hacía gala y en el cual sólo se hablaba de desgracias y catástrofes de manera absolutamente morbosa. Incluso apareció un cutre montaje informático de un tifón arrasando Madrid, hablando de lo que nos espera con el cambio climático. A mi entender, a cualquier persona con poco seso este programa sólo le puede causar lo que vulgarmente se denomina como histeria, o finamente hablando psicosis. Al final, la gente no haremos nada, nos dará miedo salir de casa y desconfiaremos del prójimo y hasta de nuestra familia.
Y yo me pregunto ahora: ¿estará todo relacionado?. Programas del corazón con historias insulsas de gente insulsa, telediarios manipuladores, sensacionalismo, morbo, sangre, miedo, psicosis, teleseries de encefalograma plano…
Lo peor es que cuando intento exponer este tipo de opiniones a algunos miembros de mi familia me acusan de finolis, de repelente, sapientín o altivo. Señores, que yo me trago bodrios como Los caballeros del Zodiaco (objetivamente hablando no es precisamente Shakespeare), y adoro películas como Dos tontos muy tontos. No, no voy por ahí. Simplemente me estoy planteando muy seriamente si todo esto no está reduciendo el nivel de inteligencia o raciocinio mínimo de la gente al cero absoluto con algún fin mucho más escabroso. Y es que, ¿no es razonable pensar que a los poderosos les interesa poner el foco de atención en otra parte?. ¿No les interesa tener un pueblo dócil y sumiso, sin capacidad de reaccionar?. Vean ustedes nuevamente V de Vendetta, recién lanzada en DVD, y luego piénsenlo de nuevo. O por poner otro ejemplo, también está el documental de Michael Moore Fahrenheit 9/11, con un apartado muy interesante acerca de la política del terror de los medios de comunicación.
No soy inteligente. No pretendo serlo. Pero la idea de que se nos esté inculcando de forma consciente o inconsciente una forma concreta o estudiada de entender la vida con la ayuda mediática me aterra.
Y esto no es una película, qué va. Tan solo encended vuestros televisores y veréis una muy triste realidad. Que la queráis ver o no, es asunto vuestro. O eso o que quizá el psicótico soy yo, todo es posible...
Un abrazo.