El título de este post, confieso, es robado. Es el adjetivo que le dedicó una revista de cine a la ultrasupermegadiva Beyoncé Knowles al respecto del estreno de la película Dreamgirls.
Y es que un servidor asistió anoche al primer concierto que esta joven pero curtida artista realiza en Madrid, realmente con muchas ganas de ver cómo se desenvolvía en directo. Poniendo en breves antecedentes, decir que he sido fan de Destiny’s child, grupo original de esta, desde el segundo album (primero que sonó en España), el ya clásico y maravilloso The writing’s on the wall.
Los preámbulos: el exterior del palacio de deportes lleno de gente, saturada de fans, y mucho chulazo/a vestidos de Versace para las llegadas VIP: Así a primera vista vi a todo tipo de personalidades desde mi sitio en el gallinero: Marta Sánchez, Boris Izaguirre, Pedro Almodóvar, Hugo Silva, etc. Simples curiosidades. De teloneros salieron unos gitanillos que hicieron un espectáculo de taconeo bastante vistoso que fue un buen precalentamiento. De segundo telonero salió una chica que no recuerdo quien era, ni sus canciones tampoco. Sosa y aburrida, y solo con el piano, pese a su estupenda voz, la chica era una mezcla entre Lucie Silvas y Alicia Keys. 4 temas y a otra cosa.
Con el palacio de deportes a tope, lleno hasta la médula, y un par de lipotimias después, con 15 minutos de retraso, empezó el espectáculo. Ahí estaba la dama de ébano, guapa, radiante y espectacular. Altiva y desprendiendo fuerza, empezó con una apuesta fuerte la noche: Crazy in love, el exitazo de su primer disco en solitario. No estuvo nada mal para empezar a calentar al personal.
En lo referente al repertorio (hablaremos después de otros detalles), lo cierto es que fue impecable: no faltaron los grandes temas de su primer disco en solitario tales como Baby boy, Naughty girl, Me myself and I, Work it out o Bonnie & Clide. De ahí pasamos a la parte nostálgica, donde se marcó un largo popurrí de los exitazos de Destiny’s child: No no no part 2, Bills bills bills, Say my name, Bug a boo, Independent women part 1, Survivor, Bootylicious o Soldier. A mi gusto, ya podría haber incluído Lose my breath y la fabulosa Jumpin’ Jumpin’, pero supongo que ya hubiera sido mucho pedir.
Los temas conocidos fueron, por descontado, los más radiados y lo más aplaudidos. El último éxito de ella junto a Shakira, Beautiful liar, fue una auténtica fiesta, aunque la susodicha cantara solamente en el video. Increíble la sorpresa que me llevé cuando hubo un mini-apartado para Dreamgirls, donde el título de la película tuvo escenario propio y donde se interpretó tanto el tema que da título a la película y la maravillosa Listen. Y de ahí se desgranaron los temas de B’Day: Get me bodied, Suga mama, Green Light, Upgrade u, Ring the alarm (ESPECTACULAR)… para terminar con el bombazo Irreplaceable (comenzando con la versión en castellano). Tras el paripé del bis de todos los conciertos, Beyoncé cerró la noche con Deja vu.
Los temas, casi todos, estaban recortados. Normal, había mucho que abarcar en un show de 2 horas que no se hizo nada pesado y que tuvo muchos puntos importantes que destacar. El primero sería la fabulosa puesta en escena, con pantallas por todas partes, unos juegos de luces increíbles, bailarines/as impresionantes y una escenografía propia del mejor de los musicales. Luego está la enorme cantidad de vestidos que llevó Beyoncé, y el hecho de que todos sus músicos son mujeres cañón como anécdota. El directo en sí fue simplemente impecable, aunque el problema de la música que interpreta Beyoncé es que abusa demasiado de la sobreproducción, y eso se nota en el vivo, donde escuchamos más los coros pregrabados de Beyoncé que otra cosa. Ojo, con esto no digo que ella no cantara: ¡todo lo contrario!. No puedo entender, con todo lo que se meneó en el escenario la jodía, con coreografías a cada cual más movida y difícil, como podía sacar el enorme chorro de voz que tenía. Lo de Beyoncé es, simplemente, de cine: físicamente es una Diosa (en vivo impresiona más), tiene unas cualidades de bailarina descomunales y su voz es realmente un prodigio. De ahí que lo de la dama de ébano sea un adjetivo de lo más apropiado.
El único pero que le pongo a Beyoncé es que es demasiado consciente de su divismo. Incluso en medio del concierto hubo un interlude en el cual se nos mostraba un montaje de lo supermegadiva que es en todos los terrenos: icono de la moda, del cine, de la música, que si los fans la persiguen llorando por la calle… etc. Incluso al leer el programa del concierto, con el cual me hice, leyendo sus propias palabras me pareció realmente creída. Pero ella lo vale, ella está por encima de lo mundano. Ella es Beyoncé Knowles: joven, guapa, con mucho talento, y sobre todo, ambiciosa.
Por mi parte, perfecto. El show de ayer (con títulos de crédito y todo, señores, y bautizado como The Beyoncé experience) fue un claro ejemplo de lo que una diva ambiciosa puede llegar a hacer: el show por excelencia.
El mejor concierto al que he ido en mucho tiempo. Por mi parte, que siga así.
Un abrazo.
Y es que un servidor asistió anoche al primer concierto que esta joven pero curtida artista realiza en Madrid, realmente con muchas ganas de ver cómo se desenvolvía en directo. Poniendo en breves antecedentes, decir que he sido fan de Destiny’s child, grupo original de esta, desde el segundo album (primero que sonó en España), el ya clásico y maravilloso The writing’s on the wall.
Los preámbulos: el exterior del palacio de deportes lleno de gente, saturada de fans, y mucho chulazo/a vestidos de Versace para las llegadas VIP: Así a primera vista vi a todo tipo de personalidades desde mi sitio en el gallinero: Marta Sánchez, Boris Izaguirre, Pedro Almodóvar, Hugo Silva, etc. Simples curiosidades. De teloneros salieron unos gitanillos que hicieron un espectáculo de taconeo bastante vistoso que fue un buen precalentamiento. De segundo telonero salió una chica que no recuerdo quien era, ni sus canciones tampoco. Sosa y aburrida, y solo con el piano, pese a su estupenda voz, la chica era una mezcla entre Lucie Silvas y Alicia Keys. 4 temas y a otra cosa.
Con el palacio de deportes a tope, lleno hasta la médula, y un par de lipotimias después, con 15 minutos de retraso, empezó el espectáculo. Ahí estaba la dama de ébano, guapa, radiante y espectacular. Altiva y desprendiendo fuerza, empezó con una apuesta fuerte la noche: Crazy in love, el exitazo de su primer disco en solitario. No estuvo nada mal para empezar a calentar al personal.
En lo referente al repertorio (hablaremos después de otros detalles), lo cierto es que fue impecable: no faltaron los grandes temas de su primer disco en solitario tales como Baby boy, Naughty girl, Me myself and I, Work it out o Bonnie & Clide. De ahí pasamos a la parte nostálgica, donde se marcó un largo popurrí de los exitazos de Destiny’s child: No no no part 2, Bills bills bills, Say my name, Bug a boo, Independent women part 1, Survivor, Bootylicious o Soldier. A mi gusto, ya podría haber incluído Lose my breath y la fabulosa Jumpin’ Jumpin’, pero supongo que ya hubiera sido mucho pedir.
Los temas conocidos fueron, por descontado, los más radiados y lo más aplaudidos. El último éxito de ella junto a Shakira, Beautiful liar, fue una auténtica fiesta, aunque la susodicha cantara solamente en el video. Increíble la sorpresa que me llevé cuando hubo un mini-apartado para Dreamgirls, donde el título de la película tuvo escenario propio y donde se interpretó tanto el tema que da título a la película y la maravillosa Listen. Y de ahí se desgranaron los temas de B’Day: Get me bodied, Suga mama, Green Light, Upgrade u, Ring the alarm (ESPECTACULAR)… para terminar con el bombazo Irreplaceable (comenzando con la versión en castellano). Tras el paripé del bis de todos los conciertos, Beyoncé cerró la noche con Deja vu.
Los temas, casi todos, estaban recortados. Normal, había mucho que abarcar en un show de 2 horas que no se hizo nada pesado y que tuvo muchos puntos importantes que destacar. El primero sería la fabulosa puesta en escena, con pantallas por todas partes, unos juegos de luces increíbles, bailarines/as impresionantes y una escenografía propia del mejor de los musicales. Luego está la enorme cantidad de vestidos que llevó Beyoncé, y el hecho de que todos sus músicos son mujeres cañón como anécdota. El directo en sí fue simplemente impecable, aunque el problema de la música que interpreta Beyoncé es que abusa demasiado de la sobreproducción, y eso se nota en el vivo, donde escuchamos más los coros pregrabados de Beyoncé que otra cosa. Ojo, con esto no digo que ella no cantara: ¡todo lo contrario!. No puedo entender, con todo lo que se meneó en el escenario la jodía, con coreografías a cada cual más movida y difícil, como podía sacar el enorme chorro de voz que tenía. Lo de Beyoncé es, simplemente, de cine: físicamente es una Diosa (en vivo impresiona más), tiene unas cualidades de bailarina descomunales y su voz es realmente un prodigio. De ahí que lo de la dama de ébano sea un adjetivo de lo más apropiado.
El único pero que le pongo a Beyoncé es que es demasiado consciente de su divismo. Incluso en medio del concierto hubo un interlude en el cual se nos mostraba un montaje de lo supermegadiva que es en todos los terrenos: icono de la moda, del cine, de la música, que si los fans la persiguen llorando por la calle… etc. Incluso al leer el programa del concierto, con el cual me hice, leyendo sus propias palabras me pareció realmente creída. Pero ella lo vale, ella está por encima de lo mundano. Ella es Beyoncé Knowles: joven, guapa, con mucho talento, y sobre todo, ambiciosa.
Por mi parte, perfecto. El show de ayer (con títulos de crédito y todo, señores, y bautizado como The Beyoncé experience) fue un claro ejemplo de lo que una diva ambiciosa puede llegar a hacer: el show por excelencia.
El mejor concierto al que he ido en mucho tiempo. Por mi parte, que siga así.
Un abrazo.