La foto que ilustra este comentario corresponde a mi mesa de oficina en el día de ayer. ¿Por qué me decidí a hacer una foto de semejante engendro?. Porque de repente recordé una escena de la película Matrix, la primera de ellas, en la cual su protagonista Thomas Anderson (alias Neo) aparecía en su apartamento rodeado de ordenadores, cables y discos magneto-ópticos. Un auténtico Freak enganchado a la red, al mundo del Hacking y absolutamente incapaz de desconectar, literal y figuradamente.
Así me siento yo muchas veces. Sólo tenéis que fijaros, por ejemplo, en la disposición de la foto: nada menos que CUATRO ordenadores, cada uno con un propósito concreto y no exento de utilidad laboral o personal. Al margen está toda la parafernalia de discos duros externos, una red que me permite comunicarme con muchísimos más equipos, y cientos de tareas que ejecuto en segundo plano con una precisión milimétrica que puede ir desde mandar un correo electrónico a un grupo de personas de la corporación, pasando por scripts de consultas masivas de datos, o el debugging de las más de 90.000 líneas de código que posee uno de los múltiples programas que he hecho para mi empresa.
Normalmente paso en este entorno mis 10-12 horas diarias, y mentalmente resulta agotador. En su contrapunto diré que la excitación intelectual que nunca falta en este tipo de desempeños es algo que personalmente me gusta, cual droga nociva y adictiva. De hecho, cuando llego a casa no es raro verme delante de la pantalla del ordenador una vez más, en el cual baso casi todo el ocio audiovisual que tengo en mi hogar. Un día de estos ya pondré alguna foto de mi Home Theater PC.
Hace algunos años, esta adicción informática no conocía límites. Pasaba días y días encerrado en casa con el Chat, sin abandonar apenas la pantalla del ordenador. Hablo de cuando tenía entre 16 y 20 años, más o menos, cuando mi mayor ocupación era ir al instituto o salir a la disco con mis coleguillas de entonces.
Actualmente las cosas han cambiado sustancialmente, y no sólo en lo que respecta a mi vida o mi propia persona. Me tomo mi trabajo de una manera mucho más sosegada... cuando se me permite, que es más bien pocas veces. Si estoy donde estoy es porque así lo elegí en su momento y batallé por ello. Mentiría si dijera que no soy feliz laboralmente hablando, porque desde luego no es así. Ayer me comentaba un amigo virtual que estaba harto de tener poco trabajo (es un Freelance), y yo pensé es mucho peor la inactividad que el exceso de la misma, al menos para mi. Y así lo creo. Evidentemente nada llevado a extremos puede ser positivo, pero la estimulación mental mencinada anteriormente es imprescindible para mi. De lo contrario, al igual que el cuerpo que permanece siempre parado, se atrofia.
Pero creo que me he ido por las ramas, para variar: lo que quería decir con que las cosas han cambiado sustancialmente me refiero a que ahora necesito dar mis paseos tranquilamente, andar, ver a gente, olvidarme de que existen los ordenadores. Todo ello sin obviar el hecho de que no puedo vivir sin uno, de que no concibo la vida sin Internet. ¿Ironía?. No, no lo creo... supongo que intento explicar que cada vez más encuentro el equilibrio entre lo real y lo virtual, al menos interiormente.
Porque sí, en la práctica ahora es cuando más horas paso al día delante de una pantalla en toda mi vida. Y lo peor es que encima me encanta. A cada momento que pasa me convierto un poco más en Neo. Estoy enchufado a Matrix y no puedo desengancharme. El trabajo me lo impide. Y si no es el trabajo, a veces yo mismo soy quien pone las barreras que me encadenan.
Laboralmente hablando, y si existe algún lugar llamado paz, estoy muy lejos de él. Y lo peor es que encima me gusta esta situación. ¿Seré un suicida?. ¿Seré un Workoholic, que dirían los ingleses?. ¿O simplemente soy otro Freak como Neo?.
Un abrazo.
Así me siento yo muchas veces. Sólo tenéis que fijaros, por ejemplo, en la disposición de la foto: nada menos que CUATRO ordenadores, cada uno con un propósito concreto y no exento de utilidad laboral o personal. Al margen está toda la parafernalia de discos duros externos, una red que me permite comunicarme con muchísimos más equipos, y cientos de tareas que ejecuto en segundo plano con una precisión milimétrica que puede ir desde mandar un correo electrónico a un grupo de personas de la corporación, pasando por scripts de consultas masivas de datos, o el debugging de las más de 90.000 líneas de código que posee uno de los múltiples programas que he hecho para mi empresa.
Normalmente paso en este entorno mis 10-12 horas diarias, y mentalmente resulta agotador. En su contrapunto diré que la excitación intelectual que nunca falta en este tipo de desempeños es algo que personalmente me gusta, cual droga nociva y adictiva. De hecho, cuando llego a casa no es raro verme delante de la pantalla del ordenador una vez más, en el cual baso casi todo el ocio audiovisual que tengo en mi hogar. Un día de estos ya pondré alguna foto de mi Home Theater PC.
Hace algunos años, esta adicción informática no conocía límites. Pasaba días y días encerrado en casa con el Chat, sin abandonar apenas la pantalla del ordenador. Hablo de cuando tenía entre 16 y 20 años, más o menos, cuando mi mayor ocupación era ir al instituto o salir a la disco con mis coleguillas de entonces.
Actualmente las cosas han cambiado sustancialmente, y no sólo en lo que respecta a mi vida o mi propia persona. Me tomo mi trabajo de una manera mucho más sosegada... cuando se me permite, que es más bien pocas veces. Si estoy donde estoy es porque así lo elegí en su momento y batallé por ello. Mentiría si dijera que no soy feliz laboralmente hablando, porque desde luego no es así. Ayer me comentaba un amigo virtual que estaba harto de tener poco trabajo (es un Freelance), y yo pensé es mucho peor la inactividad que el exceso de la misma, al menos para mi. Y así lo creo. Evidentemente nada llevado a extremos puede ser positivo, pero la estimulación mental mencinada anteriormente es imprescindible para mi. De lo contrario, al igual que el cuerpo que permanece siempre parado, se atrofia.
Pero creo que me he ido por las ramas, para variar: lo que quería decir con que las cosas han cambiado sustancialmente me refiero a que ahora necesito dar mis paseos tranquilamente, andar, ver a gente, olvidarme de que existen los ordenadores. Todo ello sin obviar el hecho de que no puedo vivir sin uno, de que no concibo la vida sin Internet. ¿Ironía?. No, no lo creo... supongo que intento explicar que cada vez más encuentro el equilibrio entre lo real y lo virtual, al menos interiormente.
Porque sí, en la práctica ahora es cuando más horas paso al día delante de una pantalla en toda mi vida. Y lo peor es que encima me encanta. A cada momento que pasa me convierto un poco más en Neo. Estoy enchufado a Matrix y no puedo desengancharme. El trabajo me lo impide. Y si no es el trabajo, a veces yo mismo soy quien pone las barreras que me encadenan.
Laboralmente hablando, y si existe algún lugar llamado paz, estoy muy lejos de él. Y lo peor es que encima me gusta esta situación. ¿Seré un suicida?. ¿Seré un Workoholic, que dirían los ingleses?. ¿O simplemente soy otro Freak como Neo?.
Un abrazo.