El post que he publicado hace un rato era cruel, lleno de rencor y despecho, y no reflejaba en absoluto lo que realmente siento, lo cual es francamente complejo. Por eso he decidido borrarlo. En todo caso, creo que no es justo arremeter tan duramente contra alguien, porque no se lo merece. En situaciones tan extrañas, no creo que haya que poner a alguien en el rol de el malo de la película. Las cosas no son ni blancas ni negras.
Este es mi post de despedida y el definitivo. No me había quedado a gusto con palabras tan mezquinas que no tienen nada que ver conmigo. Yo no soy tan cruel, ni la persona a la que iban dirigidas tampoco. Cuando pase el tiempo, veremos qué ocurrirá. Volveré en un tiempo, no sé cuánto, pero volveré.
Me despido con una frase dirigida a todos, y sobre todo pensando en la persona por la que escribí el anterior post:
El dolor es intenso, la situación al límite, mis sentimientos desbordados, y a veces no puedo evitar que mi válvula de escape sea el rencor. Pero eso no es lo que siento. Todo lo contrario... al final, en mi interior siempre se impone el amor. Por lo vivido, por lo que vivo y por lo que viviré. Esto no es el final del camino. Ni del mio, ni del tuyo, ni del nuestro.
Lo dije en su momento, lo dijimos en su momento, siempre lo hemos dicho: Sin condiciones. Al final, lo único que perdura en la vida es el cariño y las experiencias vividas. Lo demás se extingue, antes o después.
Hasta pronto. Que siga la música...