Bueno, por fin desde el pasado 27 de julio, se ha abierto al público la flamante Autopista Madrid Levante o AP-36, que comprende un recorrido total de 171 kilómetros desde la localidad de Ocaña hasta La Roda, cerca de Albacete, pasando por laterales de pueblos de Cuenca y Albacete tales como Corral de Almaguer, Quintanar de la Orden, Mota del Cuervo, El Pedernoso o San Clemente. Esta carretera se ha construido como ampliación a la R-4 de Madrid, que recorre 54 kilómetros desde la salida sur de la capital hasta Ocaña, como alternativa a la a veces excesivamente saturada A-4. En total hablamos de más de 200 kilómetros de carretera, de 13 estaciones de peaje en total, de más de 200 vías entre todas ellas, y una infraestructura de red de fibra óptica complicadísima con muchos nodos de conexión, por no hablar de todos los ordenadores de control que hay en cada una de esas estaciones de peaje. Todo para construir una alternativa para llegar a Alicante o Valencia que no te obligue forzosamente a ir por la A-3 o por la N-301.
La razón de que os suelte este peñazo es que un servidor es parte del departamento que coordina todos los sistemas de peaje de esta nueva autopista, y que lleva trabajando meses y meses de una manera descomunal para llevar a buen puerto este proyecto. Por supuesto, esta es la razón principal de mi ausencia blogueril: unas jornadas de trabajo interminables, de viajes y más viajes, de control y supervisión de datos, de parafernalia estadística, de programación de última hora, de problemas… en fin, todo un mundo de trabajo que no me apetece un pimiento rememorar de primera mano, pese a que desgraciadamente lo tengo muy fresco en la mente.
Pero no todo van a ser cosas malas: lo cierto es que estas últimas semanas también han sido muy emocionantes, pues todos sabemos que aunque a veces la vida nos pone en trances de mucha presión, es en esos momentos donde sacamos nuestros verdaderos colores, y yo soy de los que suele crecerse ante los retos. Y este lo ha sido, creedme. Las prisas por parte de la dirección por abrir antes de la operación salida de agosto junto con el precario estado de los sistemas (falta de tiempo para todo, como siempre, junto con una logística harto complicada que comprende a muchos departamentos y subcontratas) ha hecho que tengamos jornadas de trabajo mínimas de 12 horas al día, y quedarnos desplazados en Albacete durante muchos días. Y he acabado realmente extenudado. Aún lo estoy. Y aún queda mucho. Pero al mismo tiempo estoy francamente orgulloso: entre mis compañeros y yo hemos sacado adelante un proyecto sobrecogedor que a priori sólo podría calificarse de milagro el que hayamos llegado a tiempo… pero prefiero pensar que se debe al buen trabajo del equipo y la compenetración en general de todos.
No obstante, llevo unas semanas en las cuales no tengo un segundo libre para nada, ni siquiera para escribir en el blog, algo que siempre hago aunque sea en 5 minutitos al día para despejarme. Pero ¿no os ha pasado en más de una ocasión que hay días en los cuales el tiempo debería duplicarse, en el que aunque lo desees no puedes dar más de si en general?. Así llevo yo unas semanas. Y ¡ojo! Aunque ahora esté escribiendo, no significa que haya acabado. Esto tardará en estabilizarse. Ha sido como un parto, y ahora toca el post-parto. Todo ha sido tan precario que toca la segunda batalla: estabilizar el sistema en medio de la producción y en segundo plano. Con todo, esto ha sido un auténtico éxito.
En fin, me vuelvo a colocar una medalla: estoy orgulloso de mis compañeros e incluso de mí mismo. Porque el sudor siempre tiene una recompensa y… ¡demonios!. ¡Soy parte de que una autopista sea operativa!.
Como anécdota curiosa os diré que el día previo a la apertura me recorrí más de 120 kilómetros de la autopista absolutamente solo. Una carretera solo para mi y nadie más. Es una sensación fabulosa el tener una carretera amplia y ancha, con un firme nuevo y por estrenar, todo para ti y sabiendo que no hay guardia civil ni nada que te estorbe. Nada de nada.
Los días de mi estancia por la zona de San Clemente estuve hospedado en el precioso pueblo de Villarobledo, el cual os recomiendo por lo bonito que es y el buen ambiente que hay por las noches en las terracitas. ¡Y qué bien se come, madre mía!. Si queréis pasar un buen fin de semana, ya sabéis dónde podéis ir.
No tengo mucho más que añadir… en todo caso os paso el enlace a la web oficial de la autopista. Intentaré volver a retomar mi actividad blogueril regular cuando tenga tiempo.
Tiempo, tiempo, necesito tiempo… creo que debería releerme Momo una vez más… me siento rodeado de hombres grises…
Un abrazo fuerte.