A mis 24 años apenas he viajado fuera de mis fronteras. Conozco bien el territorio geográfico de mi país, y pese a que no conozco todos sus rincones, puedo presumir de ido a todos los lugares importantes del mismo. También he visto Tenerife y el Algarve de Portugal. Y después de todo eso está el único lugar lejano al que en verdad he ido: Londres. Es mi segunda ciudad, y desde los 16 años he estado allí 5 veces, dos de ellas como estudiante. Adoro Londres y desearía pasar una parte de mi vida viviendo allí, pero llegue o no llegue, es uno de esos sitios donde se queda algo más que un recuerdo.
Todos tenemos algún lugar en nuestra mente, un sitio que tenemos idealizado por alguna o múltiples razones. Yo tengo muchos de ellos, y concretamente dos: Tokio y Nueva York.
Desde que era niño, la imagen de la gran manzana ha sido algo inalcanzable para mi, un lugar que no existe en verdad, algo que sólo podía ver a través de las películas que tanto me gustan. No me hago idea siquiera de cuantas películas he visto con Nueva York como escenario principal. Tampoco eludo la historia de la ciudad que tan bien conozco, incluyendo lo ocurrido el pasado 11-S. Sus calles, sus edificios, su alma... parece casi como si ya fuera parte de mi pese a no haber caminado un solo paso por sus calles.
Sueño con recorrer el puente de Brooklyn al atarceder mientras veo la noche caer sobre Manhattan, con observar el horizonte desde lo alto del Empire State Building, con recorrer Broadway y meterme en alguno de sus cines o musicales...
Pues bien, aunque resulte imposible de creer (al menos mi mente no acaba de hacerse a la idea, como una de esas cosas que llegan tan deprisa, cuando llevas imaginándotelas toda la vida) ese sueño va a cumplirse esta misma semana.
El viernes, sobre las 11:00 de la mañana, parto hacia Nueva York. 9 horas después aterrizaré en el aeropuerto JFK y me dispondré a pasar una semana conociendo de primera mano el escenario de mis sueños.
Espero poder contar mucho más cuando regrese. Estoy muy emocionado, tanto como un niño que va a cumplir el más loco de sus locos sueños.
Un abrazo.
Todos tenemos algún lugar en nuestra mente, un sitio que tenemos idealizado por alguna o múltiples razones. Yo tengo muchos de ellos, y concretamente dos: Tokio y Nueva York.
Desde que era niño, la imagen de la gran manzana ha sido algo inalcanzable para mi, un lugar que no existe en verdad, algo que sólo podía ver a través de las películas que tanto me gustan. No me hago idea siquiera de cuantas películas he visto con Nueva York como escenario principal. Tampoco eludo la historia de la ciudad que tan bien conozco, incluyendo lo ocurrido el pasado 11-S. Sus calles, sus edificios, su alma... parece casi como si ya fuera parte de mi pese a no haber caminado un solo paso por sus calles.
Sueño con recorrer el puente de Brooklyn al atarceder mientras veo la noche caer sobre Manhattan, con observar el horizonte desde lo alto del Empire State Building, con recorrer Broadway y meterme en alguno de sus cines o musicales...
Pues bien, aunque resulte imposible de creer (al menos mi mente no acaba de hacerse a la idea, como una de esas cosas que llegan tan deprisa, cuando llevas imaginándotelas toda la vida) ese sueño va a cumplirse esta misma semana.
El viernes, sobre las 11:00 de la mañana, parto hacia Nueva York. 9 horas después aterrizaré en el aeropuerto JFK y me dispondré a pasar una semana conociendo de primera mano el escenario de mis sueños.
Espero poder contar mucho más cuando regrese. Estoy muy emocionado, tanto como un niño que va a cumplir el más loco de sus locos sueños.
Un abrazo.