Hoy he estado leyendo un blog por el cual hacía tiempo que no me pasaba (básicamente porque el blogger en concreto no lo actualizaba hace mucho tiempo) y ahora parece que ha retomado con ganas e ilusión su más que evidente talento para escribir. No es un blog por el que pase de manera asidua ni nada por el estilo, y por eso creo que no es necesario linkearlo, pero me he quedado sorprendido porque me he sentido francamente identificado con el último comentario escrito el pasado viernes, un post dedicado de manera ambigua a alguien, y en el cual habla de la vida, de los errores que cometemos en ella y cómo nos hacen crecer.
Me gusta sobre todo porque es un texto breve, conciso, bien definido y, lo que más me importa, con una abertura de vulnerabilidad, humildad y divagación, señas y rasgos con los que no puedo dejar de identificarme casi nunca.
Ya he hablado mil veces sobre errores, expiaciones, formas de crecer y formas de autocondenarse. Es un tema recurrente al que nunca dejaré de hacer alusión por mi propia forma de entender la vida y las cosas que me rodean. Lo que me cuesta a veces, honestamente, es superar mis propias limitaciones a la hora de escribir de manera coherente mis sentimientos. No soy un buen escritor, a diferencia del post que he leído esta mañana. Y me gusta ver que hay gente afín a mi, aunque tenga mucho que aprender de ella a la hora de escribir sobre ello.
Mi reflexión (lo que me ha hecho pensar, básicamente) es que, a veces, escribo sobre mis emociones buscando de manera indirecta un destinatario que puede que lo lea o no, y a veces simplemente por desahogarme o para desatascar mis sentimientos encontrados. ¿Soy un buen comunicador? ¿Llegan mis mensajes a su destino? ¿Tiene sentido este tipo de escritura?. La ambigüedad de mis escritos, la poca claridad con la que especifico el(los) destinatario(s) de mis mensajes ya me ha causado más de un dolor de cabeza. Quizá debería de hacerlo, quizá simplemente debería esforzarme en mejorar la forma en la que me expreso. Dejar de escribir cosas como De momento, y si estás leyendo esto, es que debe ser para ti... porque puede dar lugar a malinterpretaciones, como me pasó recientemente con una persona a la que quiero mucho y que es de mi propia familia.
Quizá, simplemente, debería dejar de torturarme por las consecuencias de mis errores, blogueriles y de la vida real... si es que eso es posible para alguien como yo.
Me gusta sobre todo porque es un texto breve, conciso, bien definido y, lo que más me importa, con una abertura de vulnerabilidad, humildad y divagación, señas y rasgos con los que no puedo dejar de identificarme casi nunca.
Ya he hablado mil veces sobre errores, expiaciones, formas de crecer y formas de autocondenarse. Es un tema recurrente al que nunca dejaré de hacer alusión por mi propia forma de entender la vida y las cosas que me rodean. Lo que me cuesta a veces, honestamente, es superar mis propias limitaciones a la hora de escribir de manera coherente mis sentimientos. No soy un buen escritor, a diferencia del post que he leído esta mañana. Y me gusta ver que hay gente afín a mi, aunque tenga mucho que aprender de ella a la hora de escribir sobre ello.
Mi reflexión (lo que me ha hecho pensar, básicamente) es que, a veces, escribo sobre mis emociones buscando de manera indirecta un destinatario que puede que lo lea o no, y a veces simplemente por desahogarme o para desatascar mis sentimientos encontrados. ¿Soy un buen comunicador? ¿Llegan mis mensajes a su destino? ¿Tiene sentido este tipo de escritura?. La ambigüedad de mis escritos, la poca claridad con la que especifico el(los) destinatario(s) de mis mensajes ya me ha causado más de un dolor de cabeza. Quizá debería de hacerlo, quizá simplemente debería esforzarme en mejorar la forma en la que me expreso. Dejar de escribir cosas como De momento, y si estás leyendo esto, es que debe ser para ti... porque puede dar lugar a malinterpretaciones, como me pasó recientemente con una persona a la que quiero mucho y que es de mi propia familia.
Quizá, simplemente, debería dejar de torturarme por las consecuencias de mis errores, blogueriles y de la vida real... si es que eso es posible para alguien como yo.