Ayer fui al estreno de
Piratas del Caribe: En el fin del mundo, deseando ver el ¿final? de las aventuras de
Jack Sparrow,
Will Turner y
Elizabeth Swann, tras una segunda parte algo irregular pero no por ello carente de espectáculo de primera calidad.
En esta tercera entrega, tenemos más de lo mismo: una trama con
poco seso, metraje excesivo (hay escenas, sinceramente, que si las quitan no las echarías de menos), mucho
humor a destiempo y, por ende, la sensación de que la película
no se toma en serio a sí misma en ningún momento, y
personajes estereotipados con un tendencia al heroísmo de mercadillo.
Pero también tenemos un diseño de producción, escenografía y localizaciones realmente
orgásmico (fascinantes, realmente fascinantes hasta el último de los detalles de cada plano de la película), una labor de maquillaje y caracterización
descomunales y unos efectos especiales
espectaculares, con especial mención una vez más al personaje de
Davy Jones y a su tripulación. Por si no fuera poco, la BSO de
Hans Zimmer es realmente buena, posiblemente la mejor de la trilogía.
En cuanto a la película en sí: para mi, de lejos
la mejor de las tres. Y esto lo dice alguien a quien
La maldición de la Perla Negra no le pareció nada del otro jueves. O al menos, me parece la más comedida. El humor, la acción y los diálogos mucho mejor repartidos, con la ventaja de conocer perfectamente ya la trama, los personajes y las motivaciones tanto de principales como de secundarios. Directos al grano.
El retorno de un personaje de la primera entrega, el
Capitán Barbossa, resulta un pelín decepcionante porque pasa a ser
uno más, pero como
Geoffrey Rush lo borda, se le perdona que no le hayan sacado más jugo. El que decepciona mucho y es totalmente olvidable es el interpretado por
Chow-Yun Fat, en un papel más bien secundario y nada aprovechado. En esta cinta, la verdadera protagonista es
Keira Knightley, dejando atrás incluso al propio
Johnny Depp, y donde la muchacha tiene más escenas de autolucimiento que un cofre lleno de
doblones de a ocho. A veces hasta me ha llegado a resultar irrisoria. ¿Por qué ella y Orlando
caracartón Bloom son los únicos que tienen dientes como
perlas y al resto se les caen a cachos?.
Dinámica, divertida, y emocionante pese a su carencia de seso y la
poca originalidad del conjunto (incluso los personajes se burlan de los tópicos de los piratas en no pocas ocasiones). Esa sería mi conclusión. Una película que muestra alto el estandarte de
cine espectáculo moderno y que, solamente por su propuesta técnica, ya
justifica el pago de la entrada (esta es de las que se DEBE ver en pantalla grande). El hecho de que además sea una película de aventuras que reinventa el género de los piratas de manera absolutamente sorprendente, con clasicismo pero innovando, pone el broche de oro a una trilogía marcada, ante todo, por la palabra ESPECTÁCULO. Entretiene desde el primer hasta el último minuto.