Resulta francamente curioso el ver lo rápido (o lento, según se mire) que pasa el tiempo. Últimamente no paro de escuchar cosas como parece mentira; ayer parecía que celebrábamos la llegada del año 2000 y ya estamos en el 2010. Es normal en el ser humano el quejarse y lamentarse, aunque sea de esta manera tan superflua; no en vano el paso del tiempo resulta, al final, nuestro peor verdugo. Pero yo no creo que estos diez años que han pasado lo hayan hecho tan deprisa: si pienso en mí mismo entonces y ahora parece que hubiera pasado una eternidad. Pero al mismo tiempo sí que lo veo igualmente cerca y lejos… supongo que tampoco escapo de esa sensación de que mi vida se me está escapando poco a poco, pese a tener solo 29 añitos.
Sea como fuere, este año termina la década 2000 (aún no lo ha hecho, pese a lo que se piense) y yo no me voy a poner a evaluar tantos años de una sola tacada. Me basta simplemente el pensar en el último para hacer un amplio recopilatorio de recuerdos, momentos buenos y también tristes, más que suficientes para darle un mínimo sentido a este texto.
Lo cierto es que no podría haberle pedido más a 2009, pese a pequeñas manchas que enturbian lo que puedo considerar un año prácticamente perfecto. En estas fechas, justo hace un año, estaba a punto de mudarme a vivir con mi querido Sera, a modo de prueba de convivencia, que sí, podéis reíros lo que queráis, pero yo aún no tenía claro que funcionara (la convivencia, que no la pareja). Quizá es por el simple hecho de que jamás me había metido a vivir en pecado con nadie antes, y con aún más reticencia por el hecho de aún no haber disfrutado ni dos años de mi propia vivienda.
Sobra decir, a estas alturas, que la convivencia ha ido perfectamente, y que pese a que a veces parece que estemos en medio de una fase del Call of duty por la guerra que nos montamos, la verdad es que estamos en un punto francamente delicioso de ella. Tan bien ha ido que hace algo más de dos meses nos hemos trasladado a una nueva casa, esta vez de los dos desde el primer momento, y la cual nos está dando muchas alegrías aunque también mucho trabajo.
No me voy a extender demasiado en el asunto pareja, que bastante empalagosos somos ya: baste decir que Sera sigue, un año más, ocupando felizmente el centro de mi existencia como compañero e inconmensurable amor de mi día a día. Gracias, precioso, por estos ya camino de tres años de felicidad. ¡Sigamos caminando, siempre caminando!.
En marzo tuve el privilegio de volver a Japón junto a mi querido Bigbro, y puedo decir con orgullo que ha sido uno de los viajes más bonitos que he hecho en toda mi vida. El hecho de ya haber estado y conocerlo, de hablar (aunque sea con torpeza) el idioma, y de poder permitirnos el lujo de descubrir nuevo sitios que no había visitado (la preciosa Okinawa, la belleza de los paisajes de Matsushima, etc) hicieron el viaje realmente especial. Además, he pasado días maravillosos en Londres, Ámsterdam, La Haya, Brujas y en localizaciones patrias que desconocía (Sitges) y que ya conocía (Sanxenxo, Valencia, Alicante, Torrevieja).
La verdad es que este no ha sido, al contrario que en años anteriores, de los que más he viajado (para eso tenemos 2008), pero sí de los más gratificantes y tranquilos. El año ha girado alrededor de proyectos de mayor y menor envergadura que, con más o menos éxito, se han cumplido y, lo más importante, que se han cumplido dentro de una sana y armoniosa rutina que se mantiene dentro de unos límites más que aceptables de paz.
Querría no haber tenido que pasar por unos meses de muchísimo estrés laboral que, a la vista está, no soy capaz de controlar. Y digo a la vista porque he vuelto a engordar una auténtica barbaridad, algo de lo que ya me estoy encargando de poner remedio. Supongo que este es tema para otro post, pero resulta bastante descorazonador que tu talón de Aquiles ante la ansiedad sea comer sin medida ninguna y abandonarte a la inactividad más absoluta. Qué le vamos a hacer.
Creo que lo que más me ha gustado de 2009 es la total y absoluta falta de drama. Muchos han sido los años anteriores en los que, al menos, ha habido alguno de esos eventos que te hacen derrumbarte por completo. Exceptuando las cosas del día a día y los pequeños problemas, este ha sido un año feliz. Tranquilo. Emocionante y excitante desde el lado positivo. Estabilidad personal y laboral, crecimiento personal, viajes maravillosos. Joder, como querría tocar madera para que todos los años fueran como 2009.
Lo único que le pido a este y los años venideros es poder seguir cumpliendo, aunque sea a tropezones, los proyectos que tengo en mente y que alimentan mis ilusiones, y lo más importante, que siga teniendo gente tan maravillosa a mi alrededor.
Un propósito: volver a imponerme escribir de manera asidua. La falta de escribir es, al igual que el ejercicio físico, una forma de atrofiar tus capacidades en ese terreno. O me diréis que no lo habéis notado.
Muchas gracias por leerme. Os dejo con algunas imágenes estelares de 2009.
Un abrazo.