Es curioso esto de las fases de la vida, tan bruscamente cambiantes que a uno le pilla total y completamente desprevenido. Es lo que me sucede ahora mismo con la administración de mi tiempo, que no parece dar de sí para las cosas más básicas. Yo me pregunto ahora cómo hace la gente para tener semejante hiperactividad, porque yo desde luego con cinco tonterías ya no doy abasto. Hasta el punto de tener incluso más de un conflicto con algunos amigos porque "no estoy ahí". El acabose.
Y sin embargo creo estar viviendo una fase en la que tengo que ocuparme de mis propios asuntos porque así debe ser, porque me lo pide el cuerpo y porque no me queda opción. No tengo tiempo de escribir en mi blog (ahora estoy forzándome a hacerlo porque sé que es algo positivo para mi), de contestar comentarios, de replicar correos, de llamar a fulanito o menganito, de comentar la última de Indiana Jones o el maravilloso fracaso del Chiki-Chiki. Qué más da, el tiempo no me da de sí. Entre el trabajo, el compromiso A, el viaje B y las ganas que tengo de pasar con mi chico cuando tenemos ocasión, hacen que tenga otra serie de cosas en un segundo plano.
Y ahora yo me planteo: ¿ese es el precio que tengo que pagar por intentar abarcar más de lo que puedo?. ¿Ser objeto de las iras de los demás y de mi propio compromiso?. Pues supongo que sí, que es así, pero lo que más duele es lo primero.
El tiempo es algo que se debe administrar de manera cuidadosa, de tenerlo para tí, para tus obligaciones, tus amigos, novi@ y tu familia. Y el día, lamentablemente, solo tiene 24 horas, en los que además tienes que dormir (algunos sacrifican este último punto; yo NO a menos que no me quede remedio). Y no puede ser.
Estoy cansado de que mi madre me diga que no la veo, de que el amigo de turno me diga que no le llamo, que no quedo con él o que no chateamos, como dando a entender mi falta de interés por él, de tener que atender compromisos que ni he buscado ni deseo (y que debo cumplir igualmente, casi todos ellos cosas de la familia). Y con todo, nunca dejar contenta del todo a la gente. ¿Se ponen ellos en mi lugar?.
Supongo que estoy algo violentado porque, aunque suene muy autojustificado, yo soy de esas personas que siempre se pone en el lugar de los demás antes que en el mío propio, una de esas personas que intenta hasta la saciedad el intentar contentar a todo el mundo. Y lo único que recibo a cambio (miento, no siempre) son bofetadas de incomprensión y egoísmo desmesurado. O lo que es peor: recriminaciones fuera de lugar y muchos elementos fuera de contexto que duelen.
Pero mi vida es mi vida y la administro como mejor puedo y me parece. A veces necesito más de ese elemento que nos impone fecha de caducidad para mí mismo, y otras puedo entregarlo libremente y con placer. Es una lástima que no todo el mundo pueda entenderlo.
Pero tengo mi trabajo, mis clases de japonés, mis películas, mi novio, varios amigos que atender... y no puedo siempre estar al 100% en todo. ¿Tan difícil es de comprender?.
Ah, tiempo, qué puñetero puedes llegar a ser a veces...
Y sin embargo creo estar viviendo una fase en la que tengo que ocuparme de mis propios asuntos porque así debe ser, porque me lo pide el cuerpo y porque no me queda opción. No tengo tiempo de escribir en mi blog (ahora estoy forzándome a hacerlo porque sé que es algo positivo para mi), de contestar comentarios, de replicar correos, de llamar a fulanito o menganito, de comentar la última de Indiana Jones o el maravilloso fracaso del Chiki-Chiki. Qué más da, el tiempo no me da de sí. Entre el trabajo, el compromiso A, el viaje B y las ganas que tengo de pasar con mi chico cuando tenemos ocasión, hacen que tenga otra serie de cosas en un segundo plano.
Y ahora yo me planteo: ¿ese es el precio que tengo que pagar por intentar abarcar más de lo que puedo?. ¿Ser objeto de las iras de los demás y de mi propio compromiso?. Pues supongo que sí, que es así, pero lo que más duele es lo primero.
El tiempo es algo que se debe administrar de manera cuidadosa, de tenerlo para tí, para tus obligaciones, tus amigos, novi@ y tu familia. Y el día, lamentablemente, solo tiene 24 horas, en los que además tienes que dormir (algunos sacrifican este último punto; yo NO a menos que no me quede remedio). Y no puede ser.
Estoy cansado de que mi madre me diga que no la veo, de que el amigo de turno me diga que no le llamo, que no quedo con él o que no chateamos, como dando a entender mi falta de interés por él, de tener que atender compromisos que ni he buscado ni deseo (y que debo cumplir igualmente, casi todos ellos cosas de la familia). Y con todo, nunca dejar contenta del todo a la gente. ¿Se ponen ellos en mi lugar?.
Supongo que estoy algo violentado porque, aunque suene muy autojustificado, yo soy de esas personas que siempre se pone en el lugar de los demás antes que en el mío propio, una de esas personas que intenta hasta la saciedad el intentar contentar a todo el mundo. Y lo único que recibo a cambio (miento, no siempre) son bofetadas de incomprensión y egoísmo desmesurado. O lo que es peor: recriminaciones fuera de lugar y muchos elementos fuera de contexto que duelen.
Pero mi vida es mi vida y la administro como mejor puedo y me parece. A veces necesito más de ese elemento que nos impone fecha de caducidad para mí mismo, y otras puedo entregarlo libremente y con placer. Es una lástima que no todo el mundo pueda entenderlo.
Pero tengo mi trabajo, mis clases de japonés, mis películas, mi novio, varios amigos que atender... y no puedo siempre estar al 100% en todo. ¿Tan difícil es de comprender?.
Ah, tiempo, qué puñetero puedes llegar a ser a veces...