Cuando era pequeño, mi madre nunca me dejaba salir del barrio... era como si la carretera que había entre los pisos y mi colegio y el resto del mundo fuera una frontera imposible de superar. Cuando era niño, soñaba con ver el mundo, pero lo veía como algo francamente lejano e imposible. Un sueño, en definitiva. ¿Os podéis creer que yo, co 16 años, era incapaz de llegar desde la Puerta del Sol hasta Callao porque no conocía mi propia ciudad?.
Va a cumplirse un año desde que partiera al que siempre había sido el sueño más grande al que aspiraba, el sueño de mi vida: viajar a Japón. Pensé que tras eso no podría llegar más lejos, pero lo cierto es que desde entonces y hasta ahora he viajado más que nunca en mi vida. De hecho, las circunstancias me lo han permitido de un modo tan favorable para mi que casi no me lo creo. Y en solo un año, desde aquel maravilloso viaje, he recorrido más mundo que en los casi 28 años que tengo de vida. Y me siento maravillado y halagado. El niño por fin pudo cruzar la calle.
En Japón estuve nada menos que once lugares: Tokio, Nikko, Yokohama, Kawaguchi, Nagoya, Kioto, Nara, Osaka, Himeji, Hiroshima y Miyajima. Aquí está el recorrido que hicimos.
En noviembre visité por primera vez, junto a mi recién estrenado novio, la maravillosa Lisboa, que por su cercanía os recomiendo que visitéis cuanto antes. Es maravillosa.
A principios de febrero visité Amsterdam, ciudad a la que he ido tres veces en un solo año (de momento) gracias a la amistad que me une con Guido. Es una ciudad maravillosa a la que volveré muchas, veces más.
A principios de Abril me fuí con mi madre una semana a Nueva York y a Filadelfia, un regalo personal de hijo a madre, qe distrutamos enormemente. ¿Qué puedo decir de Nueva York que no dijera ya en su momento?. ¿Que es LA ciudad por excelencia?. No era mi primera vez, sin embargo, en la gran manzana: hace tres años fui allí junto a mi ahora ex, Sergio, y visitamos también Washington D.C. Esta vez, cambiamos la capital por otro escenario.
Y es que Filadelfia fascina. Por lo bonita, emblemática y tranquila que es. Me encantó, me pareció una enorme ciudad casi vacía de gente con miles de ofertas culturales y sociales. Aquí sí que era mi primera vez.
En semana santa nos fuimos una semana entera a Italia, Sera y unos amigos. Visitamos tres de las ciudades más emblemáticas, empezando por Roma, caótica pero encantadora.
Florencia, sin embargo, es lo que más me gustó. Única, maravillosa, preciosa, inigualable, es uno de esos sitios que pondrías en un cuadro y lo mirarías constantemente. Adoro esta ciudad, es alucinante.
Venecia no me impactó tanto como Florencia al final, pero reconozco que ver una ciudad con tanto encanto y tan diferente al resto me dejó a cuadros. Perderse por sus calles es una experiencia que todas las personas deberíamos disfrutar alguna vez.
En el puente de mayo, con Sera, Guido y Jelle, pasamos cuatro días en Berlín, que es bajo mi punto de vista la ciudad europea más moderna, amplia y bonita seguida muy cerca de París. Berlín atrapa, engancha en todos sus aspectos. Creo que es uno de los lugares más interesantes que he visto nunca. ¿Cuándo iré a Frankfurt, Colonia o Munich?. ¡Me muero de ganas!.
Y, finalmente, está París. Oh, París. Ohhhh, París. Aún tengo que escribir sobre 6 de los días más maravillosos de mi vida junto a mi querido novio en esta ciudad en la que TODO es puro espectáculo. Pero de eso ya hablaré en su momento.
Cuanto más lo pienso menos lo creo, menos lo asumo. ¿En un año, tanto?. Perdonad si este post parece puro ego, pero hablando en serio, es que de verdad creo que he pasado un año en este aspecto (así como en muchos otros) realmente inigualable, y que no olvidaré en lo sucesivo, uno de los mejores años de mi vida. Adoro ver el mundo, adoro poder cruzar la carretera que me impedía ver más allá.
Cuanto más mundo veo más ciudadano del mundo soy, más entiendo otros modos de pensar, más aprecio lo que tengo aquí.
Un abrazo.
Cuanto más lo pienso menos lo creo, menos lo asumo. ¿En un año, tanto?. Perdonad si este post parece puro ego, pero hablando en serio, es que de verdad creo que he pasado un año en este aspecto (así como en muchos otros) realmente inigualable, y que no olvidaré en lo sucesivo, uno de los mejores años de mi vida. Adoro ver el mundo, adoro poder cruzar la carretera que me impedía ver más allá.
Cuanto más mundo veo más ciudadano del mundo soy, más entiendo otros modos de pensar, más aprecio lo que tengo aquí.
Un abrazo.