19 de julio de 2007

Adiós


Era demasiado bonito para ser real, para ser auténtico. Yo desde el principio iba con algo de miedo, algo acongojado, porque conforme pasa el tiempo y más tablas se van cogiendo en esto del amor, tan universal, tan constantemente presente, más miedo tienes de que vuelvan a hacer daño.

Sin embargo, hubo un punto en el que finalmente pensé ¿y si ya no tengo que pensar más en eso? ¿sería posible?. Tu forma de hablar, de hacerme sentir, hicieron el resto. Y dimos el primer paso. Sin ponernos etiquetas, pero lo dimos. Nutrimos, a nuestro ritmo y siempre de mutuo acuerdo, al menos mientras duró, a base de brutales dosis de afecto, pasión, risas y un montón de cosas más que no hace falta enunciar, todo aquello que nos hacía falta empezar a complementar el uno del otro.

Pero una vez más, como repitiendo el mismo capítulo de un libro una y otra vez, la realidad de ese pesimismo se impuso a tan opíparo banquete que estábamos celebrando. Y cuando, de repente, me di cuenta de que te sudaba la mano mientras sostenías la mía, supe que querías detenerte y soltarla. Así, sin más.

Y yo, como creo considerarme un caballero (perdón si suena prepotente) y porque ni quiero, debo, o siento que haya que hacer un drama de ello, mi respuesta fue elevar tu mano, besarla tiernamente, y soltarla definitivamente para dejarla respirar y proseguir mi camino. Sin lágrimas, sin reproches, sin congoja.

De repente, vuelvo a sentirme otra vez en medio de un árido desierto esperando, sin esperanza pero sin desesperanza tampoco, encuentre un oasis en algún momento con que saciar mi peculiar sed. Ya veremos, ¿no? Las posibilidades son infinitas, esa es la magia de la vida.

Reconozco que me he visto mermado levemente, pero no es decepción la palabra que busco. “Decepción” es algo que casi siempre asociamos a algo que no somos nosotros mismos, cuando realmente la inmensa mayoría de las veces tenemos que mirarnos al espejo para encontrar al responsable. Pero como ya digo, no es el caso.

Ahora la sensación es una completa dicotomía: tanto y tan poco, tanto tiempo y tan breve, esta es una de las cosas que por fuerza y razón ha de caer en el olvido en poco tiempo (y así será). Pero por eso mismo escribo esto: para que, al menos, cuando al pasar los meses o incluso años, recuerde. No hay nada más importante que eso.

Por tanto, concluyo: aunque fuera un sueño, una mentira, una irrealidad, ya fuera una eternidad o un suspiro, fue NUESTRA evasión. No aplaudo todo lo que ha pasado, pero tampoco reniego de nada.

En cualquier caso, gracias por pincharme, alcanzarme. He podido comprobar, por fortuna, que aún me queda sangre en estas a veces obstruidas venas. Eres fantástico.

Un abrazo.