El pasado viernes ocurrió algo que hizo florecer mi vena visceral, y borré, literalmente, este Blog. Sin entrar en detalles, me invadió la sensación de que muchas de las cosas que escribo aquí son desvirtuadas de forma completamente evidente pero desintencionada por mi parte.
Por suerte, no tardé mucho en darme cuenta en que el error no estaba en cómo escribiera o no las cosas, sino el tener la desgracia de sólo haber visto lo negativo del asunto, en lugar de aprender de ello y mejorar.
El Blog ha cambiado nuevamente, de forma leve pero concisa y segura. Buenos oídos que tengo a mi alrededor me han intentado hacer ver que el hecho de la existencia de este Blog tiene mucho más de bueno que de malo y que, sin duda, me ofrece una vía de escape y de oportunidad de expresión que no tengo en ningún otro ámbito.
Rendirse es muy sencillo. Cómodo. A veces, inevitable. Pero yo, poco a poco, estoy aprendiendo a hacer frente a muchas facetas que antes me asustaban. Crecer interiormente es maravilloso, aunque a veces duela.
Un abrazo.