La foto de ahí arriba es la de un servidor junto a un amigo muy especial, Sera, el jueves pasado en su cumpleaños. Y es que desde el jueves noche en su cumpleaños estos días han sido de locos, no he parado y de hecho he tenido marcha por cuatro tubos... y aunque estoy cerca de los ventisiete sólamente, ya no estoy para estos trotes.
Empezamos el jueves: cena con Jose y Miguel, de ahí al cumple de Sera hasta las tantas. Duermo cuatro horas, y vuelta al trabajo.
El viernes, imposible echarse siesta: tengo que hacer cosas de trabajo en la nave de JC hasta casi las 6 de la tarde (salí a las 3 del mío), luego quedar con un amigo de Sevilla que solo estará ese día ahí y hay que verle por narices, para terminar cenando con él y Sera en un sitio de Sushi, y luego copas hasta las tantas, aunque por fortuna no más de las dos y pico.
El sábado, comida con mi madre, visita a los tres torbellinos de mis primos por la tarde, concierto de Belén por la noche, y tras este, cenar, copas, café... y cuando ya eran más de las tres de la mañana, nos fuimos un grupo de gente a un pub que solo puedo denominar de ultrapetardo pero divertidísimo donde estuvimos bailoteando hasta más de las 6 de la mañana. Acabé muerto y absolutamente afónico. Madrid estaba con la famosa noche blanca, y eso implicaba que todas las calles del centro estaban saturadas de gente y desfase. A las cuatro de la mañana, la gran vía de Madrid parecía en hora punta comercial.
El domingo me levanté tras dormir 5 horas y salí pitando a comer con la familia, que se alargó hasta más de las cinco de la tarde (yo no podía hablar por la afonía), y NO ME PREGUNTÉIS CÓMO LO HICE, pero en solo dos horas y media me dio tiempo en casa a ordenarla, pasar el plumero, adecentarme (qué barbas tenía, por Dios), poner una lavadora y preparar una super-merienda a mi grupo de amigos que venían a las siete y media. Mientras hacía todo eso, además, me vi La maldición de la flor dorada en Blu-Ray. Casi nada. La noche terminó con picoteo, una partidilla al Buzz y viendo las fotos de Japón (que las coloqué en albums durante la comida familiar, además).
Ayer caí MUERTO a la cama. Este finde ha sido impresionantemente divertido y lleno de vida, pero insisto: no estoy para estos trotes.
Un abrazo.