Qué difícil y qué complejo es el amor... y sin embargo, qué bonito es cuando llega y vez a una persona disfrutar de esa emoción única e irrepetible que es la llegada de un amor sincero.
Ya he hablado alguna vez por aquí de mi querida amiga Dora. Desde hace dos años que se marchó a su pueblo natal, Montilla (Córdoba) tras una larga estancia de estudios en Madrid, donde nos conocimos, ha dedicado su día a día a dar alguna clase eventual de música en una escuela de su pueblo y, sobre todo, hincar los codos para aprobar unas oposiciones. ¡Cuantas veces habré pensado en cuanto la admiro por la constancia, la dedicación y el aplomo que ha demostrado!.
No siempre ha sido fácil para ella: más de una vez hemos hablado y me ha confesado la tristeza que le supone entregarse a un sueño que implica una gran incertidumbre, a la falta de amor en su vida... y yo siempre le decía Mi niña, todo llegará...
Y llegó. Ayer, tras varios meses de lapsus, hablé con ella. Y me dijo que había aprobado las oposiciones. Y que llevaba unas semanas viviendo en Sevilla, donde le habían dado una plaza provisional, que se sentía feliz, que vivía sola en un barrio estupendo. Y además me dijo que estaba con un chico al que yo ya conocía: Rubén, de Madrid. Es decir, que su historia ya venía de varios años atrás sin materializarse del todo.
Pero yo no pude evitar emocionarme. Mi pequeña Dora, con tesón y fuerza, ha logrado materializar su largamente esperado sueño. En poco tiempo se ha materializado todo aquello que anhelaba: el trabajo que quería, la independencia, el amor. Ayer parecía feliz, en base a sus palabras. Y por ende, yo también.
Me gusta ver felices a aquellos que quiero. Su felicidad es como un reflejo dorado dentro de un espejo en el que he visto numerosas vivencias agridulces, de las cuales he sido testigo.
Alegría y amor, pérdida o dolor, los amigos estamos para ser testigos de todo eso.
Me alegro por ti, Dorita.
Un abrazo.
Ya he hablado alguna vez por aquí de mi querida amiga Dora. Desde hace dos años que se marchó a su pueblo natal, Montilla (Córdoba) tras una larga estancia de estudios en Madrid, donde nos conocimos, ha dedicado su día a día a dar alguna clase eventual de música en una escuela de su pueblo y, sobre todo, hincar los codos para aprobar unas oposiciones. ¡Cuantas veces habré pensado en cuanto la admiro por la constancia, la dedicación y el aplomo que ha demostrado!.
No siempre ha sido fácil para ella: más de una vez hemos hablado y me ha confesado la tristeza que le supone entregarse a un sueño que implica una gran incertidumbre, a la falta de amor en su vida... y yo siempre le decía Mi niña, todo llegará...
Y llegó. Ayer, tras varios meses de lapsus, hablé con ella. Y me dijo que había aprobado las oposiciones. Y que llevaba unas semanas viviendo en Sevilla, donde le habían dado una plaza provisional, que se sentía feliz, que vivía sola en un barrio estupendo. Y además me dijo que estaba con un chico al que yo ya conocía: Rubén, de Madrid. Es decir, que su historia ya venía de varios años atrás sin materializarse del todo.
Pero yo no pude evitar emocionarme. Mi pequeña Dora, con tesón y fuerza, ha logrado materializar su largamente esperado sueño. En poco tiempo se ha materializado todo aquello que anhelaba: el trabajo que quería, la independencia, el amor. Ayer parecía feliz, en base a sus palabras. Y por ende, yo también.
Me gusta ver felices a aquellos que quiero. Su felicidad es como un reflejo dorado dentro de un espejo en el que he visto numerosas vivencias agridulces, de las cuales he sido testigo.
Alegría y amor, pérdida o dolor, los amigos estamos para ser testigos de todo eso.
Me alegro por ti, Dorita.
Un abrazo.