Aunque ha habido alguna ocasión en que me planteé (o más bien planteé) la posibilidad de vivir en pareja, es algo que jamás se había llegado a materializar, porque o bien las circunstancias no eran propicias o, simplemente, no se había dado el caso.
Hay mucha gente que se toma lo de vivir con su pareja como algo realmente casual, que no necesita de demasiada meditación. La verdad, les envidio. Para mi, que siempre he vivido a la sombra de mi madre y, desde hace dos años, saboreo las ventajas (e inconvenientes) de la absoluta independencia, me he tomado el paso de vivir juntos como algo que no podía hacer ni realizar así como así.
Pues bien, esa situación se ha dado. Desde hace tres días, estoy oficialmente viviendo con mi querido Sera en su casa de Madrid. Y me siento contento, feliz e ilusionado. No siento un vértigo excesivo, ni miedo, ni nada más que no sea puramente accesorio y práctico. Y lo demás, lo compensa absolutamente todo. Tener a mi chico cada día conmigo, tal y como estamos viviendo nuestra relación, es poco más que una bendición.
¿Mi casa? Ahí sigue, y ahí va a seguir. Lo bueno de ir completamente en la misma onda que tu pareja respecto a cómo deben darse ciertos pasos es que nos da cierto privilegio a la hora de decidir la forma de darlos. Mi casa ni la vendo, ni la alquilo, ni nada. Ahí está, y ahí la sigo pagando. Será nuestro almacén de cosas que no necesitemos en el día a día y nuestra garantía de que, más adelante y comprobemos cómo evoluciona la convivencia, podamos considerar vivir en un lugar mejor.
Me gusta esa idea, la de poder hacer las cosas a nuestro ritmo, con miles de posibilidades hechas por y para nosotros, orquestar nuestra propia sinfonía en ritmo y armonía. Es un gustazo y el mayor de los privilegios.
Así que, una vez ya instalado con mi pequeño gran hombre, y con la ilusión y la alegría como estandarte, quiero haceros partícipes de ello. Y es que, sin importar lo que depare el después, y siempre con el ahora presente, lo que realmente importa de la vida es la esperanza de que los proyectos que vamos creando vayan tomando forma, ¿verdad?.
Como me dijeron sabiamente una vez, no hay que pensar que algo puede salir mal, sino que a veces, puede salir bien.
Un abrazo.
Hay mucha gente que se toma lo de vivir con su pareja como algo realmente casual, que no necesita de demasiada meditación. La verdad, les envidio. Para mi, que siempre he vivido a la sombra de mi madre y, desde hace dos años, saboreo las ventajas (e inconvenientes) de la absoluta independencia, me he tomado el paso de vivir juntos como algo que no podía hacer ni realizar así como así.
Pues bien, esa situación se ha dado. Desde hace tres días, estoy oficialmente viviendo con mi querido Sera en su casa de Madrid. Y me siento contento, feliz e ilusionado. No siento un vértigo excesivo, ni miedo, ni nada más que no sea puramente accesorio y práctico. Y lo demás, lo compensa absolutamente todo. Tener a mi chico cada día conmigo, tal y como estamos viviendo nuestra relación, es poco más que una bendición.
¿Mi casa? Ahí sigue, y ahí va a seguir. Lo bueno de ir completamente en la misma onda que tu pareja respecto a cómo deben darse ciertos pasos es que nos da cierto privilegio a la hora de decidir la forma de darlos. Mi casa ni la vendo, ni la alquilo, ni nada. Ahí está, y ahí la sigo pagando. Será nuestro almacén de cosas que no necesitemos en el día a día y nuestra garantía de que, más adelante y comprobemos cómo evoluciona la convivencia, podamos considerar vivir en un lugar mejor.
Me gusta esa idea, la de poder hacer las cosas a nuestro ritmo, con miles de posibilidades hechas por y para nosotros, orquestar nuestra propia sinfonía en ritmo y armonía. Es un gustazo y el mayor de los privilegios.
Así que, una vez ya instalado con mi pequeño gran hombre, y con la ilusión y la alegría como estandarte, quiero haceros partícipes de ello. Y es que, sin importar lo que depare el después, y siempre con el ahora presente, lo que realmente importa de la vida es la esperanza de que los proyectos que vamos creando vayan tomando forma, ¿verdad?.
Como me dijeron sabiamente una vez, no hay que pensar que algo puede salir mal, sino que a veces, puede salir bien.
Un abrazo.