¿En serio esperábais algo con estas caras?
Una de las experiencias que viví hace un par de semanas cuando aún estaba en Tokio fue ir a unos impresionantes cines de Shinjuku en las que me dispuse a ver una película que, si bien prometía lo que al final ha sido, no podía dejar de entrar a ver: Dragonball Evolution, de estreno hoy mismo en España. No he querido hablar antes de ella, no sé si para no ser demasiado cruel con aquellos que, al igual que yo, han crecido ilusionados con la espectacular obra de culto de Akira Toriyama y las aventuras del gran Son Goku y compañía. Pues bien, puedo decirlo: todos los peores temores se han hecho realidad. La adaptación cinematográfica americana, producida entre otros por el famoso Stephen Chow y el propio Akira Toriyama, es una megamierda de proporciones mastodónticas. No había visto nada igual desde la cutrísima Street Fighter: La última batalla hace ya bastantes años.
Intentemos ponernos en la piel del que debería ser objetivo y no verse nublado por el Dragon Ball original. Pues aún así, la película sigue siendo para personas de encefalograma no plano, sino negativo. No se salva absolutamente nada de la quema en esta película: guión nulo, actores malos, localizaciones espantosas, efectos especiales de risa, ritmo narrativo más deficiente que un programa de Leticia Sabater, personajes sin carisma, música machacona, final ridículo y lo que es peor: con tufo a secuela.
La historia básica: Son Goku es un adolescente que vive con su abuelo Gohan y que en palabras de este, es un chico muy especial. Topicazo: el chaval es muy requetefuerte pero su abuelo le pide que no muestre su fuerza en el instituto (sí, no es broma, es como Superman pero de mercadillo). Allí, se interesa en una chica que se llama Chichi y que, oh milagros, también sabe de lucha y del Ki (la fuerza interior o energia).
A partir de aquí todo son Spoilers (destroza la película aun más), así que avisados quedáis si la queréis ver antes...
Entonces entra en acción Piccolo, un alienígena que pretende dominar el mundo reuniendo las bolas de dragón, con la ayuda de una tía que le acompaña y que también reparte que da gusto. Así que empieza a matar a todos los que tienen una bola de dragón, y cuando tenga las siete invocará al dragón sagrado y pedirá un deseo. Pero resulta que Gohan tiene una de estas bolas y que, fíjate tú, se la lleva Goku a la fiesta del insti cuando cumple 18 años, momento en el cual Piccolo mata a Gohan. Goku le encuentra en su lecho de muerte y le suelta Cree en tí mismo, Goku y la palma, no sin antes pedirle que encuentre al maestro Mutenroshi para que termine de instruirle.
Aparece entonces Bulma, una chica vestida deCosplay del todo a 100 una forma muy peculiar, y que resulta que es una megagenio que tiene un radar del dragón para encontrar las bolas.
Pues aunque no os lo creáis, hasta aquí la película me gustó.
Pero a partir de aquí, aparecen Mutenroshi (un pobre Chow-Yun-Fat que no sabe dónde meterse en toda la película), un ladronzuelo llamado Yamcha que encuentran vetetuasaberdondeyporqué, y empiezan a buscar las bolas. Mientras, Piccolo recorre el cielo en una supernave espacial que nadie parece ver y al final, lo típico:
Batallita final entre Goku (que se pone su característico traje en cuestión de 0,5 segundos y nada más salir de un accidente de coche) y Piccolo en el que tras convertirse el primero en mono (se sacan de la manga una chorrada de profecía de un eclipse y la aparición de un esclavo de Piccolo, el Ohzaru... en fin...), recuperar el control de sí mismo y, ooooh, sí, creer en sí mismo como le dijo su abuelo, le hace un Kamehameha y le manda a freir espárragos. Os juro que no pasa nada más. Bueno, sí: que todo sucede en un lugar indeterminado de la tierra que solo tiene rocas, en algún santuario del cielo, o en medio de un campeonato de artes marciales que parece sacado de Humor Amarillo.
Al final, como Mutenroshi ha muerto intentando matar a Piccolo, le resucitan. Atención a la invocación de Goku a Shenron, que puede provocar infartos. Algo que me provoca curiosidad es la elección de Mutenroshi para resucitar, porque a Son Goku le mataron a su abuelo pocas horas antes...
Ah, y se me olvidaba, la película cierra con un plano de una oriental cuidando a Piccolo en una cama mientras una música supercutre y estridente nos dice os vais a cagaaaaaarrrllll antes de que empiecen los estridentes créditos con (cómo no!) un tema principal de la película interpretado por la Megadivadísima japonesa Ayumi Hamasaki.
Mi consejo: sé que si sois fans vais a ir a verla igual, pero estáis desperdiciando vuestro dinero. Pueden pasaros dos cosas: la primera, que os entre tal ataque de vergüenza ajena que en medio de la película no podáis contener la risa tonta. La segunda es que os sintáis indignados e insultados. A mi me pasó una mezcla de las dos cosas.
Y si no sois fans y tenéis más de 9 años, diréctamente pensaréis que habéis tirado vuestro dinero a la basura o, lo que es peor, habéis contribuído a la secuela.
Para mi, que admiro y amo Dragon ball como parte de mi ser (pese a ser consciente, como mi buen amigo Rafa ha dicho en su blog, de que es mediocre comparado con otras historias) y por su enorme carisma, esta adaptación es un motivo de vergüenza, de insulto a la cara a los fans, y a cualquier cinéfilo que se precie. El anticine personificado.
Supongo que ha quedado clara mi postura...
Un abrazo.
Intentemos ponernos en la piel del que debería ser objetivo y no verse nublado por el Dragon Ball original. Pues aún así, la película sigue siendo para personas de encefalograma no plano, sino negativo. No se salva absolutamente nada de la quema en esta película: guión nulo, actores malos, localizaciones espantosas, efectos especiales de risa, ritmo narrativo más deficiente que un programa de Leticia Sabater, personajes sin carisma, música machacona, final ridículo y lo que es peor: con tufo a secuela.
La historia básica: Son Goku es un adolescente que vive con su abuelo Gohan y que en palabras de este, es un chico muy especial. Topicazo: el chaval es muy requetefuerte pero su abuelo le pide que no muestre su fuerza en el instituto (sí, no es broma, es como Superman pero de mercadillo). Allí, se interesa en una chica que se llama Chichi y que, oh milagros, también sabe de lucha y del Ki (la fuerza interior o energia).
A partir de aquí todo son Spoilers (destroza la película aun más), así que avisados quedáis si la queréis ver antes...
Entonces entra en acción Piccolo, un alienígena que pretende dominar el mundo reuniendo las bolas de dragón, con la ayuda de una tía que le acompaña y que también reparte que da gusto. Así que empieza a matar a todos los que tienen una bola de dragón, y cuando tenga las siete invocará al dragón sagrado y pedirá un deseo. Pero resulta que Gohan tiene una de estas bolas y que, fíjate tú, se la lleva Goku a la fiesta del insti cuando cumple 18 años, momento en el cual Piccolo mata a Gohan. Goku le encuentra en su lecho de muerte y le suelta Cree en tí mismo, Goku y la palma, no sin antes pedirle que encuentre al maestro Mutenroshi para que termine de instruirle.
Aparece entonces Bulma, una chica vestida de
Pues aunque no os lo creáis, hasta aquí la película me gustó.
Pero a partir de aquí, aparecen Mutenroshi (un pobre Chow-Yun-Fat que no sabe dónde meterse en toda la película), un ladronzuelo llamado Yamcha que encuentran vetetuasaberdondeyporqué, y empiezan a buscar las bolas. Mientras, Piccolo recorre el cielo en una supernave espacial que nadie parece ver y al final, lo típico:
Batallita final entre Goku (que se pone su característico traje en cuestión de 0,5 segundos y nada más salir de un accidente de coche) y Piccolo en el que tras convertirse el primero en mono (se sacan de la manga una chorrada de profecía de un eclipse y la aparición de un esclavo de Piccolo, el Ohzaru... en fin...), recuperar el control de sí mismo y, ooooh, sí, creer en sí mismo como le dijo su abuelo, le hace un Kamehameha y le manda a freir espárragos. Os juro que no pasa nada más. Bueno, sí: que todo sucede en un lugar indeterminado de la tierra que solo tiene rocas, en algún santuario del cielo, o en medio de un campeonato de artes marciales que parece sacado de Humor Amarillo.
Al final, como Mutenroshi ha muerto intentando matar a Piccolo, le resucitan. Atención a la invocación de Goku a Shenron, que puede provocar infartos. Algo que me provoca curiosidad es la elección de Mutenroshi para resucitar, porque a Son Goku le mataron a su abuelo pocas horas antes...
Ah, y se me olvidaba, la película cierra con un plano de una oriental cuidando a Piccolo en una cama mientras una música supercutre y estridente nos dice os vais a cagaaaaaarrrllll antes de que empiecen los estridentes créditos con (cómo no!) un tema principal de la película interpretado por la Megadivadísima japonesa Ayumi Hamasaki.
Mi consejo: sé que si sois fans vais a ir a verla igual, pero estáis desperdiciando vuestro dinero. Pueden pasaros dos cosas: la primera, que os entre tal ataque de vergüenza ajena que en medio de la película no podáis contener la risa tonta. La segunda es que os sintáis indignados e insultados. A mi me pasó una mezcla de las dos cosas.
Y si no sois fans y tenéis más de 9 años, diréctamente pensaréis que habéis tirado vuestro dinero a la basura o, lo que es peor, habéis contribuído a la secuela.
Para mi, que admiro y amo Dragon ball como parte de mi ser (pese a ser consciente, como mi buen amigo Rafa ha dicho en su blog, de que es mediocre comparado con otras historias) y por su enorme carisma, esta adaptación es un motivo de vergüenza, de insulto a la cara a los fans, y a cualquier cinéfilo que se precie. El anticine personificado.
Supongo que ha quedado clara mi postura...
Un abrazo.