Ayer fue uno de esos días larguísimos en los que no se da abasto a hacer todo lo que uno quiere. Y sin embargo fue muy bonito, completo, incluso emocionante.
Me desperté a eso de las 9 de la mañana e hice las cosas de casa sin mucha prisa: colocar un par de cosas, hacer la cama, grabar unos discos, ducharme… etc etc. A las 10 salía de casa y me dirigí en autobús al centro, donde para hacer algo de tiempo antes de ver a Javi, Fernando, María, Jose y Paula, con quien había quedado a las 11:30, me tomé un desayuno en la Plaza de Benavente. Me pasé por la tienda de Arte-9 donde descubrí sorprendido que tenían más barata la armadura de Cancer que la que había comprado el día anterior, ¡así que me hice con ella!. Como podéis ver en el post de ayer.
Quedé con la “familia” y pasamos la mañana de compras por la FNAC… y comimos pronto, porque María tenía que dar de comer a la pequeña Paula. Por primera vez la cogí en brazos, pese al profundo respeto que me da hacer eso… ¡soy tan patoso!.
Por la tarde no paramos: que si a Yunke, al Corte inglés, a Blanco, a La casa del libro, Metrópolis… una auténtica ruta Quetzal, la verdad. Pero fue estupendo. Yo me compré un par de discos, un libro…miramos cosillas, cogí un par de ideas…
A eso de las cinco apareció Jose y fue emocionante… hacía mucho que no veía a María y Jose, con quien en una época hace un par de años veíamos mucho… y lo pasamos bien dando un paseo.
Volví a casa a eso de las 8 de la tarde. No me dio mucho tiempo a parar... quedé con un amigo muy, muy especial para cenar y aunque estaba un poco saturado de todo el día me gustó muchísimo verle, porque hacía muchos días que no le veía y creo que pocas veces desde que le conozco hemos estado tanto sin vernos. Hablamos un poco y creo que, para variar, no acerté a decirle todo lo que quería, con lo cual espero que no malinterpretara mis palabras…
En todo caso llegué a casa y me fui casi inmediatamente a la cama. Fue un día largo, bonito, intenso. Ojala todos fueran así.