No se me ocurre mejor manera de despedir 2008 que relatando la pequeña gran historia de mi periplo por el extranjero entre el 25 y el 28 de diciembre, motivado especialmente por la atípica situación navideña en la que me he visto envuelto este año y por la falta de mi adorado Sera, quien se ha marchado a su pueblo para pasar las fiestas con su familia. Y es que estos días junto a Guido bigbro y su Jelle han sido maravillosos, increíbles, divertidísimos y, honestamente, muy reconfortantes. Justo lo que me hacía falta, justo lo que necesitaba para darle calor a mi corazón.
Marché hacia
Colonia, Alemania, a las 9 de la mañana del día de navidad. Tenía muchas ganas de llegar por diversas razones: ver a Guido y a Jelle, conocer la ciudad (que es simplemente
PRECIOSA por si no lo sabéis) y descansar un poco. La nochebuena la pasé, pese a las circunstancias, con la
mejor compañía que podría imaginar: la de mis tíos Ángel y Pepa y mis primitos Victor, Jorge y Ángela. Al llegar al aeropuerto de Dusseldorf estaba Guido esperándome y, desde allí, partimos a casa de sus adorables
padres, de donde está tomada la instantanea de arriba. Jelle llegó algo más tarde porque ese mismo día trabajaba. El día se puede resumir del siguiente modo:
comer, comer, comer y dar regalos. Todo ello sintiéndome por primera vez en mi vida
dentro de una película extranjera sin subtítulos, ya que yo no hablo alemán y los padres de Guido no hablan otro idioma. Siempre pensé que siendo fluído en inglés nunca tendría ese tipo de problemas, pero me
equivoqué. ¡Qué
frustrante es la falta de comunicación, me sentí idiota!. Pero salvando la barrera idiomática, fue un día inolvidable aunque nos fuimos a toda leche a dormir... porque los tres habíamos dormido poco más de
dos horas el día anterior.
Al día siguiente
Guido junto con su padre
Peter me mostraron la ciudad de
Colonia en medio de un clima fantástico pero terriblemente
gélido. Hacía un frío del carajo, lo cual no me impidio dar un largo y delicioso
paseo por las preciosas calles de la ciudad. Fue sencillamente fantástico y solo lamento no haber podido tener más tiempo para disfrutar la ciudad. Pero ¿quién sabe?. ¡Ya habrá más ocasiones!. Guido estuvo realmente
orgulloso de enseñarme su ciudad natal, y yo recibí tal amabilidad
emocionado y agradecido.
Gracias de corazón,
bigbro.
¡Lo olvidaba!. Aunque no recuerdo su nombre alemán, en medio del paseo tomé una deliciosa
bebida típica de esas fechas allí: una especie de
vino tinto caliente con hierbas y especias. Estaba fuertecito de narices (además yo casi nunca tomo alcohol) pero tan delicioso... y me hizo, en verdad, entrar en
calor rapidísimamente. Eso sí, luego me sentía un poquitín con ese
puntito...
Por la noche ese día, los tres marchamos a
Amsterdam ¡en vuelo
Business!. Algo que, la verdad, yo no estoy demasiado acostumbrado. Además hicimos una ruta realmente curiosa: Colonia -> Munich, Munich -> Amsterdam. No había vuelo directo. Pero vamos, que a mi en
Business como que no me importa tirarme unas cuantas horas más en el aire, ¿eh?.
Al llegar a
Amsterdam descubrí con
horror que hacía un frío no menor que el de Colonia, y de esta
guisa es como tenía que salir a la calle para no
morirme de frío. ¡Si hasta pensé en ponerme el pijama debajo de la ropa de calle!.
Los días restantes antes de mi regreso a Madrid para terminar de pasar mis vacaciones navideñas (y ver a mi Sera, que se acercó a verme el muy salao) los pasamos casi todo el tiempo metidos en casa de Guido y Jelle, haciendo escapadas por la ciudad (fuimos, por ejemplo, a ver
Australia ¡en V.O.!), o al MediaMarkt donde les ayudé a comprarse una televisión
1080p y un
amplificador de sonido a juego. Al final del viaje, Jelle y Guido tenían ya en su casa un auténtico mini-cine con una televisión
FullHD,
Blu-Ray y un equipo de sonido
fabuloso. ¡Ahora ya sí están dentro de la HD como Dios manda!. Y estrenamos el tinglado, cómo no, con
Mamma Mia!. Por cierto,
sí, ya véis que yo ya me siento como en casa a priori viendo la foto de arriba...
Pero si tengo que quedarme con algo de este viaje es, sin duda, con las l
argas conversaciones acompañadas de un buen
café, de los momentos cantando al
Singstar, escuchando música,
riéndonos con el anuncio de Nicole Kidman de Chanel (It's beautiful up here!), los regalos que nos hemos dado mutuamente y, en general, con una agudizada sensación de
bienestar y
alegría profundos. Mi
bigbro alemán y mi querido amigo holandés me han hecho pasar un fin de año
memorable y les guardo un sitio especial en mi corazoncito por ello.
Gracias, chicos, por el pasado, el presente, y el futuro. Sois
maravillosos. Nos veremos nuevamente juntos en Londres.
El final del viaje fue
triste, pero me aguardó lo mejor: al llegar a Barajas, y sin esperármelo, ahí estaba mi amorcito
Sera para recogerme y darme un fuerte abrazo. Nunca pensé que podría existir un día tan
perfecto.
Y así,
positivamente, despido 2008, aunque con un poco de trancazo. En unos días espero poder realizar adecuadamente una
valoración del mismo, cuando me vea con ganas de escribir adecuadamente.
Os deseo
lo mejor en la salida y entrada de año a todos los que tenéis la paciencia de leerme y os doy nuevamente las
gracias. Un abrazo muy fuerte.
Dani