Seguramente os estéis preguntando quién es ese personajillo que aparece ahí arriba, ¿verdad?. En la vida real se trata del actor Mark Pellegrino, pero dentro del universo Lost es un nuevo personaje que ha redefinido completamente la trama de una serie ya de por sí tan compleja como es esta, y que hace unos días terminó su quinta y penúltima temporada de un modo tan apoteósico que casi me atrevería a decir que va a pasar a la historia de la televisión. Y hasta ahí puedo leer.
Y es que Lost, a estas alturas y le pese a quien le pese, se trata de una de las mejores series jamás realizadas de la historia y, desde mi prisma personal, la más apasionante que he visto. Soy consciente de la magnitud de mis afirmaciones, pero lo hago siempre desde mi punto de vista personal. La quinta temporada, de 16 capítulos (el último de ellos doble), ha supuesto un giro absolutamente bestial a su trama inicial que no todos han acogido de buen grado, pero que para mí supone la coherencia más absoluta respecto a lo visto en anteriores temporadas. Los infinitos misterios que se nos han ido presentando van cerrándose de forma muy inteligente (jamás dan una pista obvia al espectador, sin insultar su inteligencia y dejando que él ate los cabos), y solo ahora empezamos a entender muchas cosas de la primera temporada. Mención aparte está el excelentísimo trabajo de los actores, con mención especial a la impresionante Elizabeth Mitchell (Juliet), Michael Emerson (Ben), Terry O'Queen (John Locke) y Jeremy Davies (Daniel Faraday), que hacen de su oficio un verdadero arte.
Muerto de ansiedad me encuentro ya al pensar que para ver su última y sexta temporada tengo que esperar hasta enero del año que viene, y esperando que Cuatro, cadena que por fin está dándole a Lost el protagonismo que se merece, emita lo que resta con el mínimo de dignidad que TVE le quitó durante todo este tiempo. Dicho queda.
Y ahora, hablemos del artífice de esta y otras maravillas: J.J. Abrams. Lo cierto es que este caballero, ahora productor de Lost y que comenzó con series como Felicity o Alias entre otros, y que además firma los guiones, es a mi gusto uno de los mesías del nuevo Hollywood, ya que está realmente redefiniendo muchas formas de hacer las cosas a nivel audiovisual en un mercado tan explotado y competitivo.
Tras Lost, el hombre se propuso sacar del fango una saga cinematográfica hundida en la miseria como era Misión Imposible (las de Tom Cruise, sí) tras una bochornosa e hiper-ridícula segunda parte dirigida por John Woo. Misión Imposible 3 devolvió la clase y la elegancia a la saga con una trepidante, fantasmona pero inteligente película que a un servidor al menos le dejó muy buen sabor de boca.
Y es que Lost, a estas alturas y le pese a quien le pese, se trata de una de las mejores series jamás realizadas de la historia y, desde mi prisma personal, la más apasionante que he visto. Soy consciente de la magnitud de mis afirmaciones, pero lo hago siempre desde mi punto de vista personal. La quinta temporada, de 16 capítulos (el último de ellos doble), ha supuesto un giro absolutamente bestial a su trama inicial que no todos han acogido de buen grado, pero que para mí supone la coherencia más absoluta respecto a lo visto en anteriores temporadas. Los infinitos misterios que se nos han ido presentando van cerrándose de forma muy inteligente (jamás dan una pista obvia al espectador, sin insultar su inteligencia y dejando que él ate los cabos), y solo ahora empezamos a entender muchas cosas de la primera temporada. Mención aparte está el excelentísimo trabajo de los actores, con mención especial a la impresionante Elizabeth Mitchell (Juliet), Michael Emerson (Ben), Terry O'Queen (John Locke) y Jeremy Davies (Daniel Faraday), que hacen de su oficio un verdadero arte.
Muerto de ansiedad me encuentro ya al pensar que para ver su última y sexta temporada tengo que esperar hasta enero del año que viene, y esperando que Cuatro, cadena que por fin está dándole a Lost el protagonismo que se merece, emita lo que resta con el mínimo de dignidad que TVE le quitó durante todo este tiempo. Dicho queda.
Y ahora, hablemos del artífice de esta y otras maravillas: J.J. Abrams. Lo cierto es que este caballero, ahora productor de Lost y que comenzó con series como Felicity o Alias entre otros, y que además firma los guiones, es a mi gusto uno de los mesías del nuevo Hollywood, ya que está realmente redefiniendo muchas formas de hacer las cosas a nivel audiovisual en un mercado tan explotado y competitivo.
Tras Lost, el hombre se propuso sacar del fango una saga cinematográfica hundida en la miseria como era Misión Imposible (las de Tom Cruise, sí) tras una bochornosa e hiper-ridícula segunda parte dirigida por John Woo. Misión Imposible 3 devolvió la clase y la elegancia a la saga con una trepidante, fantasmona pero inteligente película que a un servidor al menos le dejó muy buen sabor de boca.
Y finalmente llegamos al punto de inflexión reciente en su filmografía y que sin duda va a poner aún más en el ojo del huracán a este hombre: la espectacular nueva película de Star Trek que ha parido, y que ya he ido a ver dos veces al cine; la mejor de ellas, evidentemente, en un cine IMAX y en V.O. que me dejó en un estado de éxtasis absoluto durante muchas horas durante y después de su proyección.
Sin haber sido jamás un Trekkie confeso, aunque sí habiendo visto muchos capítulos y películas (bastante mediocres, especialmente las de Patrick Stewart) de la saga, fui como muchos a ver un remake de Star Trek con efectos de hoy en día, pero con la convicción de que este hombre no se iba a quedar ahí. ¡Y vaya si tenía razón!. La nueva película de Star Trek supone un soplo tan grande de aire fresco en la ciencia ficción, sin traicionar ni un ápice el género clásico, que vaticino o más bien afirmo que se va a convertir en uno de esos nuevos clásicos a la altura de la ya hipermanoseada y mencionada Star Wars. Planos de grafismo similar al comic, narrativa cuidadísima, un nivel absolutamente equilibrado entre acción, humor, drama y metafisicismo, y una dirección de actores excelente entre los que destaca muy por encima de todos el gran Zachary Quinto interpretando al joven Spock, sin duda el eje y alma de la historia.
Star Trek es una película de esas que hacen que un cinéfilo recuerde cuánto ama el cine, la gran pantalla, las palomitas y cómo esa explosión de luz y decibelios penetran en sus ojos, cerebro y oídos. La gloriosa música de Michael Giaccino no hace sino amplificar hasta el extremo tales sensaciones. Y sin extenderme más, diré: id a ver Star Trek si no la habéis visto YA. Cuando la descubráis en DVD o Blu-Ray os preguntaréis por qué no la visteis en una pantalla gigante.
Quiero terminar este texto felicitando de corazón al grandísimo J.J. Abrams por haberme regalado tantos buenos momentos hasta la fecha, y sabiendo que lo mejor está por llegar. Porque a veces, de vez en cuando, en Hollywood aparece un verdadero genio llamado a revolucionar lo que hemos visto hasta la fecha. Él es uno de ellos.
Un abrazo.
Sin haber sido jamás un Trekkie confeso, aunque sí habiendo visto muchos capítulos y películas (bastante mediocres, especialmente las de Patrick Stewart) de la saga, fui como muchos a ver un remake de Star Trek con efectos de hoy en día, pero con la convicción de que este hombre no se iba a quedar ahí. ¡Y vaya si tenía razón!. La nueva película de Star Trek supone un soplo tan grande de aire fresco en la ciencia ficción, sin traicionar ni un ápice el género clásico, que vaticino o más bien afirmo que se va a convertir en uno de esos nuevos clásicos a la altura de la ya hipermanoseada y mencionada Star Wars. Planos de grafismo similar al comic, narrativa cuidadísima, un nivel absolutamente equilibrado entre acción, humor, drama y metafisicismo, y una dirección de actores excelente entre los que destaca muy por encima de todos el gran Zachary Quinto interpretando al joven Spock, sin duda el eje y alma de la historia.
Star Trek es una película de esas que hacen que un cinéfilo recuerde cuánto ama el cine, la gran pantalla, las palomitas y cómo esa explosión de luz y decibelios penetran en sus ojos, cerebro y oídos. La gloriosa música de Michael Giaccino no hace sino amplificar hasta el extremo tales sensaciones. Y sin extenderme más, diré: id a ver Star Trek si no la habéis visto YA. Cuando la descubráis en DVD o Blu-Ray os preguntaréis por qué no la visteis en una pantalla gigante.
Quiero terminar este texto felicitando de corazón al grandísimo J.J. Abrams por haberme regalado tantos buenos momentos hasta la fecha, y sabiendo que lo mejor está por llegar. Porque a veces, de vez en cuando, en Hollywood aparece un verdadero genio llamado a revolucionar lo que hemos visto hasta la fecha. Él es uno de ellos.
Un abrazo.