22 de enero de 2010

La mierda del Tsunami


Se ha conseguido evitar. Aleluya. Como ya ocurriera hace dos años, los espabilaos de turno tipo Andreu creído Buenafuente querían mofarse de las normas populares para la selección de la canción que representa a España en Eurovisión. La mamarracha de Karmele Marchante, llamada para la ocasión Popstar Queen, está fuera de concurso, no sin antes llegar al número 1 de las votaciones muy por encima del resto de los concursantes.

Y es que ya está bien, hombre; no es que a mí me vaya la vida en ver Eurovisión, pero desde luego no que no me gusta ver es una enorme cantidad de frikis desfilando sin parar en lo que se supone que es un concurso serio. A Eurovisión yo le veo otra serie de problemas, principalmente relacionados con el sistema de votos y la directa inclusión de España en la final sin tener que pasar por cribas previas.

Pero centrémonos: hablábamos del esperpento de Karmele Marchante y de su canción. A ver, está claro que todo esto es idea de Jorge Javier Vodkas para elevar aún más (si puede ser) su repugnante ego de divona y de su más aún repugnante programa de subnormaladas varias. Lo que pretendía este tipejo enviando su súbdita era, ante todo, tener espacio para rellenar el programa, ese y el de todos los que le rodean. Porque así es Telecirco, señores: todo un show de omofagia en el que sus programas se nutren los unos de los otros. Siempre es así: lo que sucede en Gran Hermano lo comentan en el programa de Ana Rosa, para que lo que ahí pase lo comenten en el Sálvame Deluxe, para que que ahí pase a La Noria (ese programa que merecería un post entero analizando lo ultraputrefacta que puede ser la ética periodística), para volver a empezar el ciclo.

Con la expulsión de su candidata, el Vodkas ha conseguido ya tener tema para al menos los próximos tres meses: hoy se tirarán varias horas hablando de lo injusto de la expulsión de Karmele, para que mañana lo analice en plan cutrefinolis los de la Noria como si de verdad fueran un programa informativo serio, y para que hasta el día de Eurovisión hagan algún tipo de alusión diaria a este asunto: los candidatos que quedan, que si este es peor, que si este es nosequé, que si el candidato que han escogido es esto y lo otro… seguido de humillaciones y mofas al que finalmente sea escogido antes, durante y después de la gala. ¿Creéis que la mariquita mala esa no va a sacar las uñas?. Pues estáis muy equivocados.

Vamos a ver: sabemos que Eurovisión es un concurso carca que aquí solo trae disgustos, pero a mi entender eso es por otras razones: en países nordicos como Suecia, el asunto es un tema casi de interés nacional y todo se paraliza para verlo; aquí solo parecen verlos los gays y los freaks. Muy triste.

Una cosa es que Buenafuente intente a su manera mofarse de la parafernalia del concurso mandando a un pobre actor llamado David Fernández rebautizado como Rodolfo Chiquilicuatre (algo que no me gustó, lo siento) a que un aprovechado, engreído y divo del todo a 100 envíe a una mamarracha que no tiene ningún sentido de… nada con una canción que dan ganas de vomitar.

Ni sentido del humor, ni nada: tenemos lo que merecemos, sin duda, pero los que nos tomamos este concurso ya no con seriedad, sino como un evento divertido que nos hace pasar un rato muy agradable cada año, querríamos que se nos tomara un poco más en serio.

Un abrazo.