Una vez destruída la amenaza de Sinh, en cuyo interior residía Jetch, padre de Tidus, la vida de Spira parece que volverá finalmente a la normalidad.
Como invocadora principal de Yevon, Yuna realiza el envío de Sinh al etéreo, con lo cual todas las almas de los habitantes del antiguo Zanarkand podrán finalmente descansar en paz.
Tidus es parte de estas almas, al igual que su amigo Auron, y no tarda en descubrir que él también debe marcharse. Su cuerpo comienza a desvanecerse del mundo físico. Yuna observa atónita este fenómeno, y entonces la realidad choca contra ella como un duro puñetazo en la cara: su amado desaparece de este mundo, y sabe mejor que nadie, como invocadora que es, que no puede hacer nada por evitarlo.
Cuando Tidus anuncia su marcha, Yuna corre hacia él, pero Tidus ya es intangible. Asumiendo lo que ocurre, Yuna se levanta y le da las gracias. Tidus se acerca a su espalda y, en lo que parece un momento breve en el cual vuelve a hacerse tangible, abraza cariñosamente y en silencio a la joven. Breves segundos que parecen eternos, llenos de amor, dolor y, sobre todo, belleza. (Esta secuencia está acompañada de una inolvidable partitura del gran Nobuo Uematsu, el Ending Theme de su banda sonora.)
Tidus se marcha. Se lanza al etéreo y allí se reencuentra con Auron y su padre Jetch. La vida seguirá para los demás.
Pasado un tiempo, Yuna se convierte en LA salvadora y es venerada por todos.
Como invocadora principal de Yevon, Yuna realiza el envío de Sinh al etéreo, con lo cual todas las almas de los habitantes del antiguo Zanarkand podrán finalmente descansar en paz.
Tidus es parte de estas almas, al igual que su amigo Auron, y no tarda en descubrir que él también debe marcharse. Su cuerpo comienza a desvanecerse del mundo físico. Yuna observa atónita este fenómeno, y entonces la realidad choca contra ella como un duro puñetazo en la cara: su amado desaparece de este mundo, y sabe mejor que nadie, como invocadora que es, que no puede hacer nada por evitarlo.
Cuando Tidus anuncia su marcha, Yuna corre hacia él, pero Tidus ya es intangible. Asumiendo lo que ocurre, Yuna se levanta y le da las gracias. Tidus se acerca a su espalda y, en lo que parece un momento breve en el cual vuelve a hacerse tangible, abraza cariñosamente y en silencio a la joven. Breves segundos que parecen eternos, llenos de amor, dolor y, sobre todo, belleza. (Esta secuencia está acompañada de una inolvidable partitura del gran Nobuo Uematsu, el Ending Theme de su banda sonora.)
Tidus se marcha. Se lanza al etéreo y allí se reencuentra con Auron y su padre Jetch. La vida seguirá para los demás.
Pasado un tiempo, Yuna se convierte en LA salvadora y es venerada por todos.
Y en un precioso discurso delante de los habitantes de Spira, nos recuerda a todos que aquellos que ya no están siempre estarán a nuestro lado... mientras permanezcan en nuestros corazones.
Esta es una de las secuencias más emocionantes que recuerdo de la saga Final Fantasy. Y es que no hay nada mejor que, sea una película o un videojuego, algo nos llegue a tocar el corazón.
Un abrazo.