No hay nada más bonito en este mundo que andar por la calle, sea la hora que sea, notando el espíritu ligero y la moral alta. Anoche paseaba feliz por la Gran vía casi a las 2 de la madrugada, acompañado de mi inseparable iPod, mientras mis ojos contemplaban por enésima vez ese pequeño rincón de Madrid que siempre ha sido tan especial para mi. El paseo fue relativamente breve, pero me apetece mucho expresar, pues ahora mismo está muy vívido en mi mente, que hacía mucho tiempo que no me sentía tan bien. Me daban ganas de dar saltos, de sonreir (creo que de hecho no dejé de hacerlo todo el camino), de decirle al mundo que estoy contento (cual anuncio de compresas, jajaja).
Al coger el coche, me dirigí a casa a tomarme un merecido descanso tras un día extraño, sorprendente e inesperado. ¡Quién me iba a decir a mi que el día terminaría como terminó cuando me desperté por la mañana!. Mientras recorría una vacía Avda. de Ciudad de Barcelona, en el CD que en ese momento tenía puesto (música de Bandas sonoras) comenzó a sonar el Turandot Nessun Dorma a todo volumen. Me sentí como Javier Bardem en la famosa escena de Mar adentro donde aparece esta preciosa pieza musical. Y como un idiota me puse a llorar en el coche... pero no fue un llanto ominoso ni triste... todo lo contrario, me sentí increíblemente vivo.
¡Empiezo a sentirme muy bien!. Y no solo me siento feliz por mi (que lo hago), sino sobre todo por todos aquellos que han sentido y padecido mi negatividad en las últimas semanas. No, no era justo para ellos. Nuevamente podrán ahora y cada vez más disfrutar de mi sin dramatismos exagerados.
Regreso a mis orígenes. Vuelvo a ser YO.
Al coger el coche, me dirigí a casa a tomarme un merecido descanso tras un día extraño, sorprendente e inesperado. ¡Quién me iba a decir a mi que el día terminaría como terminó cuando me desperté por la mañana!. Mientras recorría una vacía Avda. de Ciudad de Barcelona, en el CD que en ese momento tenía puesto (música de Bandas sonoras) comenzó a sonar el Turandot Nessun Dorma a todo volumen. Me sentí como Javier Bardem en la famosa escena de Mar adentro donde aparece esta preciosa pieza musical. Y como un idiota me puse a llorar en el coche... pero no fue un llanto ominoso ni triste... todo lo contrario, me sentí increíblemente vivo.
¡Empiezo a sentirme muy bien!. Y no solo me siento feliz por mi (que lo hago), sino sobre todo por todos aquellos que han sentido y padecido mi negatividad en las últimas semanas. No, no era justo para ellos. Nuevamente podrán ahora y cada vez más disfrutar de mi sin dramatismos exagerados.
Regreso a mis orígenes. Vuelvo a ser YO.