1 de junio de 2006

Un jueves noche más

Un jueves por la noche más, me siento en mi cómoda y vieja silla frente a la pantalla del ordenador. Ya son casi diez los años que llevo repitiendo el mismo ritual casi todos los días, de un modo u otro, y todo lo que me rodea en este entorno íntimo y personal ha cambiado mucho. Pero sobre todo yo mismo.

La ventana está cerrada, a mi derecha, porque fuera hace frío. Y aquí me siento protegido. Me viene a la mente la imagen de mí mismo sentado aquí enseñando a papá mi primer ordenador, que me compraron a medias entre él y mamá, cuando cumplí los 16 años. Me vienen a la mente las partidas con Rubén al Tekken, a todas las veces que me he pasado un Final Fantasy, las veces que he llorado aquí de alegría y tristeza, a pensar en todo y en nada, a reflexionar y dejarme llevar, a simplemente mirar al techo o pasar las horas muertas con gente más o menos relevante. Por supuesto, no paso por alto los cientos de películas y series que me he tragado aquí también. Y sí, así como estoy sentado en este instante he encontrado a muchas de las personas más importantes de mi vida hasta la fecha y he trazado las líneas de mi destino. Y así lo he hecho, para bien o para mal.

Este es mi hogar, y no me refiero a la casa… sino a este maravilloso cuarto de 12 metros cuadrados. No puedo sino pensar que este es el rincón de mi mundo. Aquí está mi vida concentrada. Y todos los que han pasado por aquí (y muchos de los que leéis estas palabras lo sabéis bien) entienden cómo lo siento por dentro. También vosotros sois parte de él.

Pero me he dejado llevar. No quería rendir un particular homenaje a mi cuarto amado, el primero que he tenido en mi vida, pues hasta los 16 no tuve, sino intentar plasmar un sentimiento: el de la congoja ante lo desconocido.

Hoy he viajado en un viaje Express a Albacete para empezar a definir los próximos pasos de mi carrera laboral. Y ha sido bastante cansado, apenas he parado y he quedado exhausto. La clase de baile no ha sido menos agotadora, aunque como cada vez disfruto más haciéndolo (las chicas dicen que soy el mejor chico de la clase con diferencia) no ha sido en absoluto un suplicio. En breve haré una foto de fin de curso que supongo pondré por aquí en cuanto la tenga. Y ahora estoy en casa. Me esperaba mamá y la siempre tierna visita de mi primita Irene, y la cena puesta. Un lujo, la verdad.

Y ya está. Cena, ducha, pijama y ahora, ordenador. Mañana es viernes y estoy deseando que llegue para poder tomarme un respiro laboral. Empieza el maratón, y lo que más deseo es poder salir del trabajo y ver a alguien especial, ayudar a Carlos a montar su tele nueva (¡si es que no vale para nada este hombre!), poder definir el comienzo de mis clases de Piano, ir a un Spa con mis amigos, cenar con ellos, ver a Nacho y muchas más cosas que aún no he planificado…

Pero no ha llegado aún el día de mañana. Sigo estancado en el hoy. Y no puedo dejar de darle vueltas a la cabeza y soy absolutamente incapaz de dar forma a una sola frase coherente y con linealidad respecto al párrafo anterior. Por eso, disculpadme. Estoy pensando en voz alta, nada más. A estas horas no puedo hacer otra cosa.

Uf… bueno, ya está. Me he tomado tiempo para respirar un poco e intentar enhebrar correctamente mis próximas frases, pero aviso: no serán muy largas. Estoy cansado y seguramente me retire casi inmediatamente a mi cama a seguir disfrutando del conocimiento de los mitos griegos que me faltaban por descubrir.

Estoy solo y disperso. Tengo la sensación de tener un pedazo de cemento por dentro que impide que muchos de mis sentimientos afloren, y están atrapados en una gruesa capaz de dureza. Y sin embargo, una vez más, aludo a la metáfora de la fina copa de cristal al borde de una mesa. ¿Cómo puedo estar tan sereno, certero, decidido y lleno y a la vez sentirme tan extremadamente frágil y vacío?. Es una auténtica locura. Estoy absolutamente apático y vulnerable, y ¡por suerte! no estoy insensible, aunque ciertas cosas ya me resbalan absolutamente, como si estuviera de vuelta de todo.

¿Ilusión?... ahora mismo, cosas muy contadas. De hecho me basta una mano y me sobran dedos. Pero las tengo. Ese pequeño hilo invisible me ata a la esperanza. Es todo muy curioso: no me siento mal, no me siento necesitado de nada ni de nadie (salvo algún momento puntual), y sigo siendo yo en todas mis facetas. Nadie podría decir que me ha notado raro ni extraño en los últimos días. Y es que… ¡no lo estoy!.

¿Estaré simplemente digiriendo mis propios positivismos y negativismos al unísono hacia el vacío, de manera que yo me estoy quedando con una evidente carencia de emociones?. Siempre sostuve que eso era lo peor que le podía pasar a alguien, pero ahora mismo que creo que me está sucediendo… no lo veo tan mal. Me hace falta no vivir las cosas con tanta intensidad. Porque ahí reside mi mayor virtud y defecto: la magnificación de las emociones más aparentemente simples. Es algo que solo gente como yo en ese terreno podría comprender.

En fin, como diría mi amado Tolkien, El camino sigue y sigue… y así seguiré yo. El camino es solitario para mi en ciertas cosas (y desde hace unos días, aún más), pero no me da miedo. ¡Adelante, Dani!. Superarás todos los obstáculos. Ya has pasado lo peor.

Y ahora, para poner un punto y final a este comentario, dejo una letra que viene muy a cuento de mi grupo favorito, The Cranberries. La canción: Empty.

Something has left my life,
And I don’t know where it went to…
Somebody caused me strife,
And it’s not what I was seeking...

Didn’t you see me? Didn’t you hear me?
Didn’t you see me standing there…?

Why did you turn out the lights?
Didn't you know that I was sleeping?

Say a prayer for me…
Help to feel the strength I did my identity…
Has it been taken? Is my heart breaking on me?

All my plans... they fell though my hands...
They fell through my hands on me...
All my dreams…
It suddenly seems… It suddenly seems…

Empty… Empty… Empty… Empty…



Un abrazo.

Cuando la muerte se convierte en negocio

Finalmente, Rocío Jurado ha fallecido la pasada madrugada. Es una auténtica lástima, porque lo que no se le puede negar a la más grande es que ha sido una artista de los pies a la cabeza en los largos años de su carrera y que su voz en su género era un auténtico prodigio. Personalmente no es del tipo que yo escuche, ni jamás he tenido una especial predilección por ella, ni su música ni la propia cantante. Para mi, simplemente ha sido una folklórica más. Pero lo que se ha hecho esta mujer a sí misma en los últimos años, y sobre todo lo que se ha hecho de ella en estos últimos meses, me resulta sobrecogedor.

Sin ser seguidor del denominado mundo rosa, cierto es que en este país nadie puede permanecer ajeno a él, porque está por todas partes. Nadie ha permanecido ajeno a los culebrones de los últimos 10-12 años sobre esta familia: que si mi hija se casa con un guardia civil, que si ahora el divorcio, que si Antonio David me pega, que si adopto niños ilegalmente, bla bla bla bla... es decir, nada que ver con lo que se supone que esta mujer hacer para vivir. Y lo peor: mucha gente que ha vivido alrededor suya del cuento, y que aún lo sigue haciendo. Lo más triste es que ella misma se había vendido haciendo innumerables exclusivas y entrando al saco.

Y ahora llegamos a la parte más triste, consecuencia de lo que acabo de decir: su muerte lleva siendo negocio hace ya muchos meses. Ya la han dado por muerta hace bastante, y eso me da mucho que pensar. Si vas a una tienda de libros y discos y de repente ves 4 biografías de Rocío Jurado en el stand de los Best-Sellers, con etiquetas que ponen En este libro revelamos datos inéditos sobre su enfermedad, así como su discografía completa y dos o tres discos de grandes éxitos, con DVD incluido, y de título Rocío siempre, la verdad es que piensas qué grande fue esta mujer cuando aún está con vida.

Pero bueno, supongo que así es como funciona todo en este mundo. Simplemente me pone un poco triste ver que no valemos nada salvo cuando podemos obtener beneficio de ello. La vida apenas tiene valor.

Sentencio diciendo lo que he dicho al principio: nunca he sido seguidor de Rocío Jurado, ni su música me ha gustado, e incluso he aborrecido toda la parafernalia rosa que rodeaba su vida. Pero se ha ido la vida de una gran artista, porque al Cesar hay que darle lo que es del Cesar.

Descanse en paz.

Fin de temporada

Ayer finalicé el visionado de las respectivas segundas temporadas de las dos series que más me han enganchado últimamente: Lost y Desperate housewives (Perdidos y Mujeres desesperadas, respectivamente, aunque como las he visto en V.O. prefiero utilizar su nombre original).

Reconozco que a Lost me he enganchado recientemente y sólo gracias a que mis tíos me regalaron la primera temporada en DVD estas navidades pasadas. Hace apenas dos meses me pegué un empacho viéndola en la soledad de mi hogar y me enganché de tal modo que empecé a obtener los capítulos de la segunda temporada en cuanto tuve ocasión, como he hecho con Desperate Housewives desde hace bastante tiempo. Así pues, he visto la segunda temporada casi como si fuera una megapelícula, y no he tenido que esperar a ver el siguiente capítulo salvo los dos o tres últimos.

Si bien al principio esta serie carecía de guión en mi opinión, con insufribles y constantes flashbacks de los protagonistas (que no son pocos), después ha resultado que ese conocimiento de cada uno de los personajes ha ayudado mucho a entender sus reacciones en la trama principal que ¡oh, por fin! ha aparecido en esta segunda temporada. Y por supuesto, al conocerlos mejor tienes mayor empatía con ellos y sus dramas. El fin de esta segunda temporada ha sido apoteósico, y ha conseguido que me coma todas las uñas, de pies y manos, pensando en que tengo que esperar todo el verano para saber cómo continúa. Soy desde hoy un auténtico Lost-Addicted. Es una lástima que esta segunda temporada ni siquiera haya empezado a emitirse en TVE aún. La política de esta gente es lamentable: compran los derechos de series que pueden convertirse en seria competencia para ellos y las hunden con horarios imposibles, como ya hicieran antaño con la magnífica Urgencias.

Ojala pudiera decir lo mismo acerca de la calidad de esta segunda temporada de Desperate housewives. Ha bajado bastante el listón respecto a la primera, pero no por falta de calidad, sino por el cachondeo que se han traído los guionistas con las sub-tramas. Y se nota que a Marc Cherry, responsable principal de la serie y auténtico genio de este artífice no se ha currado el guión de todos los capítulos... así pues, tan solo la trama de los nuevos vecinos, los Applewhite, así como la de la impresionante Bree Van DeKamp, han conseguido sacar a flote esta temporada. Pese a todo, sigo teniendo especial cariño a la todoterreno Lynette Scavo, interpretada por mi amada Felicity Huffman, aunque se haya visto relegada a tramas tontas y secundarias salvo en los dos últimos capítulos.

Porque sí, los dos últimos capítulos de la temporada han sido de lejos los mejores. Cherry ha vuelto a la carga y nos ha regalado los momentos más antológicos de la serie a base de flashbacks y la preparación de nuevas tramas más que interesantes para la próxima temporada (inquietante el personaje nuevo de Kyle McLachlan). ¡Esperemos que esto siga por esta vertiente!. Ah, y como apunte personal... ¡qué atractivo está el personaje de Carlos Solís en el flashback con barba completa en lugar de la perilla que suele llevar normalmente!.

Supongo que este verano me dedicaré a ver películas o intentar echarle un ojo a la serie de la que todo el mundo habla: House. Seguiremos informando, hasta que pueda volver a ver a mi Jack Shepard o a mi Lynette Scavo.

Un abrazo.