Tras mi experiencia como modelo, he comido con Javi y he descansado un rato antes de ponerme de nuevo en marcha. No se puede decir que los días los esté aprovechando al 100%, pero no me importa. Hago lo que debo para disfrutar y no sufrir por haberme perdido una brizna de hierba o una vista imprescindible cuando hay niebla. Qué se le va a hacer, ya volveré.
Si ayer decía que el museo de Ciencia me había parecido un coñazo, debo decir justo lo contrario del Art institute: menuda MARAVILLA. Lo he pasado pipa toda la tarde visitando sus secciones, y he visto cuadros de modernismo e impresionismo de los que tanto me gustan. Ahí estaban mis cuadros de Monet, Picasso, etc… esperándome, solo por citar los más conocidos. Y una sorpresa que no esperaba: una exposición de fotografía SUBLIME e IMPACTANTE llamada So the story goes (lLa vida sigue) con fotos de la vida de estas artistas, de muy diferente índole, a lo largo de dos décadas. Lo mejor ha sido el trabajo tan alucinante de Nan Goldin, que no puede dejar a nadie indiferente. Ya escribiré más sobre ella más adelante, pero de momento me ciño a los acontecimientos.
El Art institute de Chicago no es el Metropolitan de NYC, pero en ciertos aspectos es “mejor”. Es amplio, muy amplio, pero no tan grande como el primero, lo cual hace más accesible su visita general sin acabar tan sobrecargado. Y es que el cerebro humano, en un museo, cuando han pasado más de tres horas desconecta y ya no capta realmente lo que tiene delante. Por eso es mejor ver estas cosas en dosis. Bueno, yo no me libro de eso que acabo de decir, pero he podido ver casi completamente el museo y lo he apreciado de cabo a rabo. ¡Ah!. Y he comprado el libro oficial de la exposición fotográfica que acabo de mencionar, pues en verdad me ha impactado muchísimo. He googleado las palabras y he encontrado su web oficial, que podéis ver aquí.
Y sí, digo googleado porque ese verbo ya es parte de USA. Cuando te dicen “Google this”, es como si te dijeran “Busca esto”. ¡Qué mundo este!. He tenido que venirme a USA para que en tiendas especializadas te dicen que compres en eBay o en Amazon cuando se les ha agotado lo que tienes. Como si fuera lo más normal, oiga, que seguramente aquí lo es.
En fin, no me enrollo y sigo. Cuando he llegado a casa he organizado y limpiado un poco (al fin y al cabo soy un invitado, no parte de un hotel) y cuando ha llegado Javi nos hemos ido al cine a ver Flags of our fathers, película nueva de Clint Eastwood como director.
Vayamos por partes: OJALÁ los cines de España fueran la mitad de buenos que estos. Un multicine de 20 salas, con recibidor AMPLIO, enorme variedad de cosas para comprar en la sala… y ahora lo más alucinante… si entras 40 minutos antes del comienzo de la misma, te emiten featurettes o minidocumentales de las pelis por venir. Así, he visto cosas de los extras del DVD de El código Da Vinci, Otro sobre… ¡FINAL FANTASY XII!, otro sobre Un buen año y luego, nada menos que 6 trailers completos de películas por venir. Y todo esto en pantalla digital de alta definición. La película en sí, irónicamente, era analógica aunque con buena calidad. Señores de España, aprendan a hacer cosas así. Así me tendrían metido en sus salas mucho más a menudo pese a los abusivos precios.
Y ahora, la película: un TRUÑO. Para quien no le interese la historia de la famosa foto en la guerra contra Japón, esta peli no le va a decir nada. Lo único, y repito, lo único bueno que tiene esta película es que tiene unas escenas bélicas que son, como mínimo, tan buenas como las de Salvar al soldado Ryan. ¡Y ya es decir!. Pero eso no salva al resto del conjunto: una falta de ritmo completamente insoportable, una parte final tediosa y aburridisima, y actuaciones planas (como la de Ryan Philippe durante todo el film). La fotografía, el sonido y los efectos especiales… de lujo, oiga. El resto, absolutamente olvidable. Y se me había olvidado lo aburridísima que es la música que le mete este hombre a sus películas. Casi me duermo. Ni el guión de Paul Haggis de nuevo con Eastwood salvan este panfleto patriótico y antibelicista (una vez más) pese a su buena factura técnica. La narrativa, la de siempre: el viejo que se va a morir y de repente recuerda su juventud a través de los ojos de su hijo y blablabla… para que al final la palme y haya epílogo de esos memorables. ¡Joooder, que ya lo hemos visto mil veces, hombre!. Ojo, lo que he puesto no es ningún Spoiler.
En fin, ahora me voy a dormir mientras, irónicamente, en España ya acaba de hacerse de día. Mañana espero poder ir al Oak Park, dependiendo del tiempo, y pasear por el North Side de la ciudad.
Un abrazo fuerte.
Si ayer decía que el museo de Ciencia me había parecido un coñazo, debo decir justo lo contrario del Art institute: menuda MARAVILLA. Lo he pasado pipa toda la tarde visitando sus secciones, y he visto cuadros de modernismo e impresionismo de los que tanto me gustan. Ahí estaban mis cuadros de Monet, Picasso, etc… esperándome, solo por citar los más conocidos. Y una sorpresa que no esperaba: una exposición de fotografía SUBLIME e IMPACTANTE llamada So the story goes (lLa vida sigue) con fotos de la vida de estas artistas, de muy diferente índole, a lo largo de dos décadas. Lo mejor ha sido el trabajo tan alucinante de Nan Goldin, que no puede dejar a nadie indiferente. Ya escribiré más sobre ella más adelante, pero de momento me ciño a los acontecimientos.
El Art institute de Chicago no es el Metropolitan de NYC, pero en ciertos aspectos es “mejor”. Es amplio, muy amplio, pero no tan grande como el primero, lo cual hace más accesible su visita general sin acabar tan sobrecargado. Y es que el cerebro humano, en un museo, cuando han pasado más de tres horas desconecta y ya no capta realmente lo que tiene delante. Por eso es mejor ver estas cosas en dosis. Bueno, yo no me libro de eso que acabo de decir, pero he podido ver casi completamente el museo y lo he apreciado de cabo a rabo. ¡Ah!. Y he comprado el libro oficial de la exposición fotográfica que acabo de mencionar, pues en verdad me ha impactado muchísimo. He googleado las palabras y he encontrado su web oficial, que podéis ver aquí.
Y sí, digo googleado porque ese verbo ya es parte de USA. Cuando te dicen “Google this”, es como si te dijeran “Busca esto”. ¡Qué mundo este!. He tenido que venirme a USA para que en tiendas especializadas te dicen que compres en eBay o en Amazon cuando se les ha agotado lo que tienes. Como si fuera lo más normal, oiga, que seguramente aquí lo es.
En fin, no me enrollo y sigo. Cuando he llegado a casa he organizado y limpiado un poco (al fin y al cabo soy un invitado, no parte de un hotel) y cuando ha llegado Javi nos hemos ido al cine a ver Flags of our fathers, película nueva de Clint Eastwood como director.
Vayamos por partes: OJALÁ los cines de España fueran la mitad de buenos que estos. Un multicine de 20 salas, con recibidor AMPLIO, enorme variedad de cosas para comprar en la sala… y ahora lo más alucinante… si entras 40 minutos antes del comienzo de la misma, te emiten featurettes o minidocumentales de las pelis por venir. Así, he visto cosas de los extras del DVD de El código Da Vinci, Otro sobre… ¡FINAL FANTASY XII!, otro sobre Un buen año y luego, nada menos que 6 trailers completos de películas por venir. Y todo esto en pantalla digital de alta definición. La película en sí, irónicamente, era analógica aunque con buena calidad. Señores de España, aprendan a hacer cosas así. Así me tendrían metido en sus salas mucho más a menudo pese a los abusivos precios.
Y ahora, la película: un TRUÑO. Para quien no le interese la historia de la famosa foto en la guerra contra Japón, esta peli no le va a decir nada. Lo único, y repito, lo único bueno que tiene esta película es que tiene unas escenas bélicas que son, como mínimo, tan buenas como las de Salvar al soldado Ryan. ¡Y ya es decir!. Pero eso no salva al resto del conjunto: una falta de ritmo completamente insoportable, una parte final tediosa y aburridisima, y actuaciones planas (como la de Ryan Philippe durante todo el film). La fotografía, el sonido y los efectos especiales… de lujo, oiga. El resto, absolutamente olvidable. Y se me había olvidado lo aburridísima que es la música que le mete este hombre a sus películas. Casi me duermo. Ni el guión de Paul Haggis de nuevo con Eastwood salvan este panfleto patriótico y antibelicista (una vez más) pese a su buena factura técnica. La narrativa, la de siempre: el viejo que se va a morir y de repente recuerda su juventud a través de los ojos de su hijo y blablabla… para que al final la palme y haya epílogo de esos memorables. ¡Joooder, que ya lo hemos visto mil veces, hombre!. Ojo, lo que he puesto no es ningún Spoiler.
En fin, ahora me voy a dormir mientras, irónicamente, en España ya acaba de hacerse de día. Mañana espero poder ir al Oak Park, dependiendo del tiempo, y pasear por el North Side de la ciudad.
Un abrazo fuerte.