El día de ayer fue especialmente intenso, la verdad: para empezar, tuve una durísima mañana de trabajo de esas en las que no te detienes ni un segundo. La razón de esto fue que no trabajábamos por la tarde: tocaba la comida de empresa navideña de turno. Esta comida se celebró en un pomposo restaurante de Pinto, al más puro estilo de una boda. No estuvo nada mal: comida copiosa (ibéricos, gambas, pescado...) y un pedazo de solomillo de ternera de esos que te dejan tirao.
Tras esto, nos fuimos a un Pub bastante chic que había en la planta baja del restaurante y allí permanecimos un buen rato. Me desmelené a bailar con las chicas y pasé de hacer la loca con el Hung up de Madonna, La Tortura de Shakira o el Left outside alone de Anastacia a demostrar que las clases de Salsa no eran en balde: cogí a las compañeras del curso de baile y presumimos un poco delante de todos.
Pero yo tenía más compromisos ese día, sí. Me tuve que marchar a eso de las 21:00 horas al centro de Madrid, un Madrid saturadísimo de tráfico hasta extremos insoportables y con un frío de esos que se te cuelan en los huesos. Acabé bastante mal la noche físicamente por culpa de eso, por razones que explicaré más adelante.
La razón de mi presencia en este Madrid céntrico inhóspito era la presentación en vivo oficial del nuevo disco de mi amiga Belén Arjona. Tras encontrarme con mis queridos Dany y Gemma y la nueva adquisición a nuestro círculo de amistades divertidas, Carlos. Sorprendentemente, quedamos en el McDonalds de la gran vía, y ahí estaban también cenando mi querido Jose y su novio, Miguel. Pero ellos dos no se quedaron al concierto: Jose madrugaba mucho. Me apenó, pero lo estrictamente necesario.
Nos fuimos a la cola y allí estaban los de Frikilandia, es decir, los megafans de Belén. Saludé educadamente a todos y al poco ya estábamos dentro de la sala El sol.
El concierto fue realmente espectacular, tanto en contenido y temas, como en colaboraciones (Fábula y Despistaos). Además, pocas veces he visto un público tan entregado en un concierto, sea de Belén o no.
Hubo un momento en el concierto en que me sentí realmente mal: cuando Bel se puso a cantar Si no estás, pese a que es una canción que he oído cientos de veces y debería ya estar insensibilizado a ella, la cercanía de la muerte de mi abuela, unido al ambiente que se respiraba, la letra de la canción y el saber que Belén compuso ese tema a causa del mismo dolor que ahora siento yo, hicieron que me pusiera a llorar como un niño pequeño. Incluso la propia Bel se dio cuenta de ello mientras cantaba y creo que se sintió algo mal, la pobre.
Como ya iba diciendo, mi estado físico había estado deteriorándose seriamente a lo largo del día. Arrastro un trancazo enorme desde hace dos días, para empezar. Ese día estaba extenuado de trabajar, de comer bestialmente, de bailar hasta sudar la gota gorda por la tarde, y de aguantar un concierto intensísimo donde no paramos de dar botes y sudar mucho. Para más inri, a medio concierto pusieron a toda pastilla el ventilador de la sala que estaba por encima de nosotros y el chorro me estuvo dando toda la parte final del mismo. Resultado: tembleque, dolor de garganta, mareo y una sensación de desfallecerme en cualquier momento. De hecho, cuando acabó el concierto fui a toda pastilla al camerino de Bel y decirle que no podía quedarme más.
Así hice: me fui a casa, tras despedirme de mis amigos, y me metí en la cama casi a las 3 y media tras tomarme un enorme vaso de leche caliente con azúcar y un Algidol. Me he levantado mucho mejor, la verdad.
El día de ayer fue bastante intenso, en general. Y bueno, de los mejores que he tenido últimamente, pese a lo difícil que me ha resultado mantener el ritmo. Pude olvidarme durante unos momentos de las cosas que me están afectando, atormentando estos días. Me gustó verme tan positivo en momentos en los que lo último que me sale es una sonrisa sincera. Me quedo con esa imagen. La del Dani alegre y dicharachero.
Un abrazo.
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