Hace unos días viví una experiencia que me turbó profundamente por dentro, y que me hizo replantearme muchas cosas, o por lo menos hacer una profunda reflexión en silencio sobre ello. Tengo un compañero de trabajo, Quique, que está a punto de ser padre. Otro conocido mío cercano a mí me ha dicho también que va a ser padre de gemelos, y que están embarazados de tres meses ya. El caso es que este “baby boom” que están viviendo muchos de los que me rodean me llena de una profunda alegría por ellos, pero también de una equivalente tristeza dentro de mi.
Veréis, no es por el hecho de ser gay. Tampoco lo es por el hecho de que tengo bastante agudizado el sentimiento paternal. Tampoco lo es porque tenga la sensación de estar quedándome atrás (Tengo 28 años!). Pero a su vez, todo esto está presente. Es inevitable.
Conozco a muchas personas que dan por asumido que si son gays, no pueden ser padres. Otros que, directamente, no quieren serlo. Otros que me dicen es lo que hay. Y otros que me dicen que si quiero, puedo. Y yo, pese a no estar pensándolo para la semana que viene, siempre he pensado en esa posibilidad como algo factible, algo que realmente desearía para el futuro.
Hasta aquí, todo bien.
Ahora viene la parte escabrosa: la enorme lucha que supondrá en caso de que me decida y se convierta en una necesidad. Ya he hablado de esto en muchas ocasiones en este blog, pero una vez más me vuelve a invadir una angustiosa intranquilidad ante la exposición emocional que me supone hablar de ello. Y es que, en caso de que quiera adoptar, por el hecho de ser quien soy y mi tendencia sexual (y aunque no fuera el caso), me van a hacer infinidad de pruebas para comprobar si soy apto para adoptar un niño. Económicas, psicológicas, morales. Voy a tener que desnudarme ante muchas personas para demostrar que no soy un enfermo irresponsable, que tengo mucha solvencia económica, y que puedo dar “estabilidad” a un niño, bajo un concepto de estabilidad absolutamente hermético y basado en prejuicios y estereotipos. Seré juzgado moralmente. Y me duele mucho, pero que MUCHO, pensar que tengo que sufrir esa vejación tan solo por la imposibilidad de procrear de un modo normal, cuando hay miles de miles de personas a las que deberían prohibir ser padres y no les cuestionan lo más mínimo. Muchas de estas personas las he visto con mis propios ojos.
Con esto no pretendo decir que soy mejor que nadie, ni que me siento ofendido, ni dolido, pero… ¿no es así?. Es decir, ¿no es injusto que haya tanto irresponsable suelto a quien no se cuestiona nada al respecto, y gente que desea tener hijos con ansia desmesurada y tiene que sufrir batallas de toda índole para conseguirlo, si es que lo consiguen?.
Me considero un buen hombre, decente y capaz de dar un buen hogar a un hijo mío o adoptado. El mundo, por desgracia, no lo ve así. Otro gallo es el de las absurdas trabas legales de este país; leí hace poco que una pareja gay se fue a Los Angeles a tener un niño con una madre de alquiler, lo cual es perfectamente legal en ese país. Tuvieron gemelos y, tras firmar la paternidad de ambos padres formalmente y legalmente, les denegaron el visado de los bebés por no reconocer la paternidad desde la embajada española. Los bebés podrían ir como americanos con un visado de tres meses a España. Absurdo. No sé cómo ha terminado esta historia; creo que de hecho aún siguen batallando legalmente.
Yo no podría ni plantearme eso: supone un dinero y un tiempo que no tengo, porque soy un currito. Hablo, insisto, desde la hipótesis de plantearme hacer algo, a medio o a largo plazo. Simplemente, se trata de una reflexión, de un simple esbozo de una perspectiva que podría darse.
Personalmente, y aunque parezca cruel, cosas como esta ofenden: no solo a los homosexuales, sino a padres o madres solteros con la necesidad de tener hijos y no pueden por cualquier causa. Tienes dos opciones: o recurres a tener hijos en negro, o te enfrentas a una batalla legal que puede durar años para conseguirlo, gastando todo tu dinero e integridad moral ante otros para hacerlo.
Pero claro, es lo que hay. Habrá que aguantarse.
Un abrazo.
Veréis, no es por el hecho de ser gay. Tampoco lo es por el hecho de que tengo bastante agudizado el sentimiento paternal. Tampoco lo es porque tenga la sensación de estar quedándome atrás (Tengo 28 años!). Pero a su vez, todo esto está presente. Es inevitable.
Conozco a muchas personas que dan por asumido que si son gays, no pueden ser padres. Otros que, directamente, no quieren serlo. Otros que me dicen es lo que hay. Y otros que me dicen que si quiero, puedo. Y yo, pese a no estar pensándolo para la semana que viene, siempre he pensado en esa posibilidad como algo factible, algo que realmente desearía para el futuro.
Hasta aquí, todo bien.
Ahora viene la parte escabrosa: la enorme lucha que supondrá en caso de que me decida y se convierta en una necesidad. Ya he hablado de esto en muchas ocasiones en este blog, pero una vez más me vuelve a invadir una angustiosa intranquilidad ante la exposición emocional que me supone hablar de ello. Y es que, en caso de que quiera adoptar, por el hecho de ser quien soy y mi tendencia sexual (y aunque no fuera el caso), me van a hacer infinidad de pruebas para comprobar si soy apto para adoptar un niño. Económicas, psicológicas, morales. Voy a tener que desnudarme ante muchas personas para demostrar que no soy un enfermo irresponsable, que tengo mucha solvencia económica, y que puedo dar “estabilidad” a un niño, bajo un concepto de estabilidad absolutamente hermético y basado en prejuicios y estereotipos. Seré juzgado moralmente. Y me duele mucho, pero que MUCHO, pensar que tengo que sufrir esa vejación tan solo por la imposibilidad de procrear de un modo normal, cuando hay miles de miles de personas a las que deberían prohibir ser padres y no les cuestionan lo más mínimo. Muchas de estas personas las he visto con mis propios ojos.
Con esto no pretendo decir que soy mejor que nadie, ni que me siento ofendido, ni dolido, pero… ¿no es así?. Es decir, ¿no es injusto que haya tanto irresponsable suelto a quien no se cuestiona nada al respecto, y gente que desea tener hijos con ansia desmesurada y tiene que sufrir batallas de toda índole para conseguirlo, si es que lo consiguen?.
Me considero un buen hombre, decente y capaz de dar un buen hogar a un hijo mío o adoptado. El mundo, por desgracia, no lo ve así. Otro gallo es el de las absurdas trabas legales de este país; leí hace poco que una pareja gay se fue a Los Angeles a tener un niño con una madre de alquiler, lo cual es perfectamente legal en ese país. Tuvieron gemelos y, tras firmar la paternidad de ambos padres formalmente y legalmente, les denegaron el visado de los bebés por no reconocer la paternidad desde la embajada española. Los bebés podrían ir como americanos con un visado de tres meses a España. Absurdo. No sé cómo ha terminado esta historia; creo que de hecho aún siguen batallando legalmente.
Yo no podría ni plantearme eso: supone un dinero y un tiempo que no tengo, porque soy un currito. Hablo, insisto, desde la hipótesis de plantearme hacer algo, a medio o a largo plazo. Simplemente, se trata de una reflexión, de un simple esbozo de una perspectiva que podría darse.
Personalmente, y aunque parezca cruel, cosas como esta ofenden: no solo a los homosexuales, sino a padres o madres solteros con la necesidad de tener hijos y no pueden por cualquier causa. Tienes dos opciones: o recurres a tener hijos en negro, o te enfrentas a una batalla legal que puede durar años para conseguirlo, gastando todo tu dinero e integridad moral ante otros para hacerlo.
Pero claro, es lo que hay. Habrá que aguantarse.
Un abrazo.
2 comentarios:
Hola!
Me llamo Paula y soy estudiante de educacion social en Málaga. Además de mis prácticas como estudiante, he trabajado y colaborado en diferentes ámbitos de lo social. Estoy de acuerdo contigo en que hay padres y madres que no tienen habilidades, interés o recursos para serlo, y mucho menos para ser buenos padres y madres. Miles son los ejemplos. Piensa e las adolescntes o victimas de violencia y violaciones o en los casos de mujeres que, por su cultura, paren una y otra vez sin tener trabajo, dinero, un hogar, condiciones de higiene y alimentación,... casos hay muchos.
Pero piensa en ti, Dani, de una forma, si quieres, egoísta. Tú tienes derechos, y tienes derecho a ser padre, la ley te ampara y si quieres, puedes hacerlo. Adoptar es una de las formas, no la única, per sí, quizás ( no entro en lo moral porque la moral es muy subjetiva) la más legal y amparada. Ahora piensa en uno de esos niños o niñas que necesitan una familia. Piensa en lo mal que muchos lo pasan, y en que tú, si quieres, piedes ayudarlos. Si tu quisieras adoptar y un niño quiere un apdre o una familia, ¿no encajan las piezas a la perfección?
Te harán miles de preguntas y pruebas, te mirarán con lupa, igual que cuando una mujer dona óvulos, pero tendrías ( siempre en condicional por ser algo como tú dices hipotetico) la oportunidad de ser padre.
No sé, lo mismo me equivoco, pero aguantarse no me parece ni siquiera algo planteable. Elijas lo que elijas, debes luchar por ello.
Querida Paula,
Tu comentario resulta reconfortante a la par que sensato y sincero. Muchas gracias. No podría estar más de acuerdo con tus palabras y, efectivamente, sin entar en el delicado terreno de lo moral, lo cierto es que me ha gustado mucho la parte de "las piezas encajan".
Tengo claro que, llegado el momento, y por mi forma de ser, lucharé hasta el infinito por lo que deseo y anhelo. Mi reflexión, ante todo, exponía lo injusto de ser mirado con lupa simplemente por mi condición y circunstancia.
Conozco a padres potencialmente incapaces de serlo que, al ser padres, felizmente se han vuelto gente capaz y orgullosa de su situación, y también padres que pegaría sin piedad por su ineptitud. Hay tantas posibilidades, ¿verdad?.
Muchísimas gracias por tu comentario, me has hecho sentir un poco más fuerte.
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