11 de enero de 2008

硫黄島からの手紙

Ayer vi la película Iou Jima kara no tegami (硫黄島からの手紙), o lo que es lo mismo, Cartas desde Iwo Jima, dirigida por el todoterreno Clint Eastwood, que completa las dos caras de la moneda en la guerra entre Estados Unidos y Japón hace algo más de 60 años junto con la versión estadounidense del conflicto Banderas de nuestros padres.

Pues bien, me había resistido a verla porque vi la de la perspectiva estadounidense (la ví en Chicago hace año y medio) y me pareció un coñazo insufrible, a años luz de esa maravilla que es Million Dollar Baby, la anterior película de Eastwood, y con un actor que aborrezco: Ryan Phillippe, uno de esos actores que pertenecen al selecto club de los caracartones en todas sus películas.

De ese aburrimiento supino solo te podía quedar la moraleja de la falsedad que supone crear falsos heroes para la nación, que no hay ninguna gloria en la guerra ni en dar la vida en ella inutilmente, algo que aquí queda muchísimo mejor reflejado. Tras ver Iwo Jima, me doy cuenta de que he hecho bien realmente en ver Banderas, porque Eastwood ha sido muy inteligente y ha puesto en muchos puntos las mismas escenas en la guerra desde las dos perspectivas con resultados fantásticos. En Banderas apenas verás hablar a un japonés, agudizando la sensación de que son los malos, los inhumanos enemigos, las bestias que quieren destruir América, mientras que cuando ves Iwo Jima, ves exáctamente lo mismo a la inversa. Y nos demuestra que las personas, seamos de donde seamos, no somos muy diferentes. Lo que realmente cuenta es que cuando tu madre te escribe una carta cuando estás en el frente, te recuerda que tienes gente que te quiere y una vida detrás de todo ese horror que te espera para que la vivas.

Ejemplo de deshumanización profunda como el de felicitar a una esposa porque su marido se va a la guerra a luchar por la patria, las órdenes de resistir hasta la muerte o suicidarse en caso de ser derrotados, un general que mata por matar o soldados que destruyen vidas por mera diversión...

Lo que hace superior a Iwo Jima respecto a Banderas es que es mucho más humana, con historias mucho más cercanas y creíbles pese a ser de una cultura muy diferente a la occidental (algo que queda muy patente desde el primer momento), reflejado sobre todo en las cartas del general Kuribayashi, interpretado magistralmente por Ken Watanabe (渡辺 謙), o por las de Saigo a su esposa, intepretado por Kazunari Ninomiya (二宮和也).

Hay escenas realmente memorables como las del suicidio colectivo con las granadas o algunas con mucho trasfondo filosófico como la del soldado que se niega a matar al perro y es reprendido por mostrar piedad humana. Un soldado no piensa, actúa. Esa es la filosofía de toda guerra.

En un mundo cada día menos humano, o más bien donde todo está extremadamente polarizado en estos momentos, es bueno que existan películas como Cartas desde Iwo Jima para recordarnos que nuestras vidas no valen nada y a su vez lo valen todo, que lo realmente importante está en las pequeñas cosas y en el amor de aquellos que nos quieren y a quienes queremos.

Os recomiendo encarecidamente ver la película en Japonés subtitulado, pese a que en DVD sí que se ha incluído una pista en castellano (en cine no se pudo ver de otro modo salvo en VOSE por expreso deseo de Eastwood).

Un abrazo.

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