Ayer leí en la prensa una de esas noticias que me encogen el corazón por lo emocionante que resultan. Un delfín se está muriendo de pena por la muerte de su cuidadora, que falleció en una pelea entre vecinos, al parecer. El caso es que, al margen de la desgracia de la muerte de la pobre mujer, se ve que el animal, según todos los expertos, sufre una crisis nerviosa y una profunda depresión por la ausencia de la persona que le cuidaba a diario. Se niega a comer, ha perdido ya 50 kilos y se teme por su vida.
Esto me demuestra, una vez más, que los animales tienen mucho más corazón que determinadas personas. Por mi parte, me quedo emocionado ante semejante muestra de dolor y de amor, y espero que el pobre delfín supere la tristeza.
Un abrazo.
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