Yo sé que no ganaré ningún premio de cocina (de momento), pero lo cierto es que una de las cosas que más estoy disfrutando al vivir solo es poder por fin dar rienda suelta a la latente afición que he tenido siempre por aprender a hacer platos sabrosotes. Ahora, poco a poco, voy aprendiendo de aquí y allá.
El viernes pasado, como ya se ha escrito sobradamente por estos lares, invité a mis primitos a mi casa para jugar al Final Fantasy XII, y de paso a mis tíos y mi madre a cenar esa misma noche. Como quería sorprender, preparé un menú algo exótico... de primero hice una crema de verduras con beicon doradito. Y de segundo lo que veis arriba: pechugas de pollo troceadas con patatas y un sofrito de verduritas con champiñones a la soja y algo de limón.
Y creo, señores, que salí airoso. Tanto a mis tíos como a mi madre les encantó, y yo me di cuenta de que era capaz de hacer de anfitrión de forma más que holgada. Y ya, ya sé, insisto una vez más, que no es más que una simple cena familiar, pero para mi es el descubrimiento de un nuevo mundo y, por descontado que me siento emocionado. A partir de aquí, que sean muchas más y mejores.
Un abrazo.
1 comentario:
¡Tendremos que intercambiar recetas!
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