Hoy me ha dado por pensar acerca de mi capacidad o incapacidad para desempeñar ciertas obligaciones mundanas del día a día, y he llegado a la conclusión de que soy una persona harto inconstante en muchísimas cosas, por no decir en todas. Bueno, seré franco: no me considero una persona que se proponga algo para no llegar jamás a lograrlo, pero entonces ya estaríamos hablando de una meta y no de algo que requiera de una constancia aún más prolongada, algo que es a su vez mucho más simple.
Por ejemplo, este viernes tengo que ir al dentista a que me haga unos empastes. Debe ser que mi higiene bucal no es lo suficientemente buena, y eso que por norma me cepillo los dientes por la mañana y noche, acompañado de Listerine o algún equivalente de enjuague bucal. Pero no siempre lo hago, ¡diantres!. Así luego pasa lo que pasa. Tampoco tomo toda la fruta que debería tomar, pues sé que es muy buena para mi, pero me da a veces una pereza enorme. Lo mismo pasa con la bici estática o el gimnasio, o la solemne promesa de no zamparme nada del Mc Donalds, o de ordenar la habitación, o de leer un poco más, y así hasta un sinfín de cosas que a priori parecen memeces, pero que sin darnos cuenta constituyen nuestro pan de cada día…
Últimamente me ha dado por tener la buena costumbre de tomarme un vaso de zumo multifrutas al levantarme y al irme a la cama. Supongo que me durará un tiempo hasta que me de por otra cosa o me olvide de comprar dicho zumo…
En fin, qué cantidad de chorradas... Me iré a tomar un café, aunque creo recordar que me dije a mí mismo que debía tomar un poco menos (cafeína en general) dado mi alto nivel de nerviosismo… pero bueno, no se puede ser perfecto.
Un abrazo.
18 de julio de 2006
Hablando de constancia...
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Vivencias
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