Es extraño cuando me despierto a las ocho de la mañana un sábado y me digo a mí mismo que no quiero despertar, y por tanto me vuelvo a dormir hasta que son casi las doce. Y a las doce me vuelve a ocurrir lo mismo, pero tengo que levantarme porque ya ha pasado el mediodía. Eso, y que me acosté el día anterior a la una de la madrugada.
Es extraño pasar las horas que preceden la comida deambulando como un sonámbulo entre cuarto y cuarto, leyendo sin leer y mirando la televisión intentando convencerme de que estoy prestándole atención.
Es extraño ponerse a comer sin hambre alguna y devorar todo con ansia descomunal, pasar completamente del rico postre que me ha preparado mamá y permanecer toda la tarde en casa sin mayor pensamiento que el de seguir viendo la televisión.
Es extraño ver aparecer a dos ¡o cuatro! personas amadas por la puerta de tu casa para permanecer horas y horas junto a ellos, teniendo la completa certeza de que no están ahí. Les hablo, les siento, pero no les veo. ¿Dónde están?.
Más bien debería preguntarme: ¿Dónde estoy yo?.
Es extraño que pese a todos los embates emocionales, los delirios extravagantes, la comicidad de una tragedia muy real y muy ficticia a la vez, el relativo dolor y la felicidad que siento, siga estando en momentos muy puntuales dentro un mundo que no es al cual pertenezco. Afortunadamente ya pasó esa etapa en la cual estaba más dentro de él que otra cosa, pero me encantaría abandonarlo completamente de una vez por todas. Porque es extraño y echo de menos mi casa.
¿No os ha pasado en más de una ocasión que sentís que vuestra mente se abandona a sí misma y se introduce en parajes oscuros y sin salida, y sentís una absoluta ceguera respecto a cualquier otra realidad que os rodea?.
Quizá me estoy dejando llevar por la vorágine del día a día, donde sólo hay cabida para fríos despachos y oficinas, parafernalia burocrática ,asuntos administrativos, mamoneo directivo, soledad, código estructural, chats, coche, gastos, hipotecas, hipocresía, necedad, intereses particulares, egoísmo y, ante todas esas cosas, caos.
Sí, hoy estoy adornado con una pincelada de pesimismo. Solo un poco, por suerte. En breve me levantaré, me tomaré algo fresquito para despejarme y seguiré haciendo mis quehaceres como buenamente pueda.
Quizá debería resumir toda esta parrafada en una sola frase: necesito descanso.
Un abrazo.
Es extraño pasar las horas que preceden la comida deambulando como un sonámbulo entre cuarto y cuarto, leyendo sin leer y mirando la televisión intentando convencerme de que estoy prestándole atención.
Es extraño ponerse a comer sin hambre alguna y devorar todo con ansia descomunal, pasar completamente del rico postre que me ha preparado mamá y permanecer toda la tarde en casa sin mayor pensamiento que el de seguir viendo la televisión.
Es extraño ver aparecer a dos ¡o cuatro! personas amadas por la puerta de tu casa para permanecer horas y horas junto a ellos, teniendo la completa certeza de que no están ahí. Les hablo, les siento, pero no les veo. ¿Dónde están?.
Más bien debería preguntarme: ¿Dónde estoy yo?.
Es extraño que pese a todos los embates emocionales, los delirios extravagantes, la comicidad de una tragedia muy real y muy ficticia a la vez, el relativo dolor y la felicidad que siento, siga estando en momentos muy puntuales dentro un mundo que no es al cual pertenezco. Afortunadamente ya pasó esa etapa en la cual estaba más dentro de él que otra cosa, pero me encantaría abandonarlo completamente de una vez por todas. Porque es extraño y echo de menos mi casa.
¿No os ha pasado en más de una ocasión que sentís que vuestra mente se abandona a sí misma y se introduce en parajes oscuros y sin salida, y sentís una absoluta ceguera respecto a cualquier otra realidad que os rodea?.
Quizá me estoy dejando llevar por la vorágine del día a día, donde sólo hay cabida para fríos despachos y oficinas, parafernalia burocrática ,asuntos administrativos, mamoneo directivo, soledad, código estructural, chats, coche, gastos, hipotecas, hipocresía, necedad, intereses particulares, egoísmo y, ante todas esas cosas, caos.
Sí, hoy estoy adornado con una pincelada de pesimismo. Solo un poco, por suerte. En breve me levantaré, me tomaré algo fresquito para despejarme y seguiré haciendo mis quehaceres como buenamente pueda.
Quizá debería resumir toda esta parrafada en una sola frase: necesito descanso.
Un abrazo.
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