Durante estos días me ha venido a la mente, por nada en particular, la curiosa pero indudablemente forma que tienen las personas de actuar, de fingir, de interpretar. A mi me pasa, y no conozco a nadie que no tenga que enfrentarse a este reto casi de forma diaria. Según la forma, el contexto o la persona, cuesta más o menos (de hecho si nos ponemos a pensarlo, es casi doloroso pensar que nos sea totalmente indiferente ser más falsos que Judas con alguien en concreto).
Pongo un ejemplo: alguien cercano a ti te dice algo que aparentemente no tiene importancia o relevancia alguna. Sin embargo, sin que te lo esperes, esa notificación (o a veces no-notificación) te cae encima como un jarro de agua fría que te resulta difícil de soportar. Pero TIENES que soportarlo. Por tanto, disimulas tus sentimientos y te dices a ti mismo que cuando lo digieras lo llevarás mejor. Y, efectivamente, a veces es mejor dejar que la mente se enfríe. Básicamente hablo de la típica sensación de cuando algo te sienta mal aunque nadie pretendiera hacerte llegar a ese estado.
Otro ejemplo más fácil de sobrellevar es cuando debes actuar frente a gente que no te importa: cuando tienes que poner buenas caras a tus jefes, a conocidos de amigos... por ejemplo, tengo unos amigos que salen a su vez con otras personas que personalmente no me caen bien... no por nada en concreto, pero reconozco que tampoco siento simpatía por ellos... y sin embargo ahí tengo que estar muchas veces actuando delante de ellos y hacer que me siento cómodo en su compañía.
Personalmente a mi me sienta bastante mal tener que actuar, entre otras cosas porque soy alguien incapaz de ocultar mi estado emocional, bueno o malo, eufórico o depresivo, como creo haber contado en más de una ocasión en estas páginas virtuales. Se me descubre con mucha facilidad. Pero como a cualquier otra persona, no me queda más remedio que seguir con el show. Y a veces duele en carne viva tener que disimular los sentimientos: bien por dolorosos, bien por aciagos, bien por sombríos que sean.
Es curioso que, mientras escribo estas palabras, me cueste encontrar la correcta expresión a la idea o pensamiento que intento explicar. Supongo que son demasiados matices o situaciones distintas las que provocan esa sensación de falsedad, y todas ellas de diferente magnitud.
Concluiré con una pregunta que me hago: ¿Vivimos en un constante Show teatral?.
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