Conocí una vez a un niño que quería crecer muy deprisa, casi del mismo modo que los señores de Darling respecto a Wendy antes de que llegara Peter Pan y se la llevara a Nunca Jamás. Pero cuanto más intentaba crecer, más niño era. Su demencial empeño por intentar ser aquello que no era le impedían disfrutar plenamente de su condición de pequeño ser inocente.
¿Y por qué querría un niño ser mayor, ser algo que está por encima de sus posibilidades y entendimiento más allá de toda lógica?. Está claro que para llamar la atención o para crearse una coraza o escudo frente a muchas hostilidades que es incapaz de soportar por sí mismo.
Pero eso pasó hace mucho. El niño ya no es un niño. Hace bastante que dejó de serlo. Y ahora le sucede el efecto inverso: el niño que quería ser adulto es un adulto que desea ser un niño.
Porque cree que sólo así podrá simplificar un mundo lleno de complejidades que en la mayoría de las ocasiones se le escapan de las manos. Porque está cansado de burocracias, de dobles morales, de la vergüenza ajena de él mismo y de la que, inexplicablemente, provoca en los demás. ¿Y no es raro pensar que una persona, por mucha capacidad de asimilación que tenga del mundo que le rodea, acabe fatigado de él?.
Es pequeño. Muy pequeño. Se siente infinitamente reducido y abrumado por todo aquello que parece superior. No siempre se ve capaz de emprender una empresa a la medida de sus fuerzas aunque le obliguen a ello, o la misma vida te la imponga. Es algo por lo que sentirse deshonroso, diminuto, incapaz.
Pero las sensaciones son tan variables como la fuerza y la intensidad de las olas en el mar. Suben y bajan, se forman y se esfuman para volver a aparecer inmediatamente después (o no), y no siempre en el mismo sitio, ni en la misma circunstancia, con una textura diferente. Así son las emociones, tanto las positivas como las negativas.
El niño que, por decirlo así, ya no lo es tanto, se considera plenamente preparado para vivir en el mundo que le ha tocado vivir y, como las hormigas, es capaz de soportar un peso muy superior al suyo si las circunstancias lo requieren. Sabe que podrá hacerlo.
Tan solo desearía que, por una vez, los que le rodean entendieran su razonamiento de vivir y no le consideraran la poquita cosa que aparentemente es...
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