Hace apenas un par de semanas, jugueteaba con la posibilidad de uno de mis grandes sueños desde que soy estudiante del idioma nipón: pasar una temporada en Japón exclusivamente para estudiar. Esta meta, que se antojaba muy complicada por la logística que conlleva y los gastos derivados que tiene, por no mencionar el tiempo mínimo aceptable que se requiere al hacer semejante inversión, ha acabado por ser bastante más sencilla de lo que pensaba.