Qué video tan bonito el arriba expuesto, ¿verdad?. Pues sí, es que estuve en
Berlín en el puente de Mayo junto a mi
Sera y a mis amigos
Guido y
Jelle. Guido es alemán, Jelle es holandés, y ambos residen en Amsterdam. Guido escribe mucho por aquí porque tenemos una estrecha relación de amistad hace meses, y yo me siento muy honrado por ello. Habíamos planeado este viaje hace tiempo y en principio Jelle no iba a venir, sino Álvaro, un amigo de Sera que finalmente no pudo hacerlo por sentirse indispuesto en el último momento. Así que Jelle recogió el testigo.
Berlín me pareció una ciudad
preciosa, extremadamente
moderna y con un legado histórico triste pero emotivo. Creo que hasta la fecha es la ciudad europea que más me ha
impactado, aunque algunas sigan siendo más caras a mi corazón, como es el caso de
Londres. Objetivamente, Berlín es realmente
increíble y mucho más avanzada en materias de amplitud, transporte y organización que otros países, entre los que incluyo a España. Si a eso añadimos una compañía insuperable, el viaje se puede calificar como
perfecto exceptuando que el sábado por la tarde, unas horas antes del regreso (salíamos el domingo por la mañana de vuelta) supe el estado de gravedad de mi tío. Eso, lamentablemente e inevitablemente, destrozó el final de esos días.
No sé cómo lo hice, pero hasta el momento en que aterricé en Madrid hice todo acopio de fuerzas por
desviar mi pensamiento de la realidad que se me avecinaba. Seguí haciendo cosas, riendo, yendo de cena, haciendo chistes... hasta que llegué a Barajas. Creo, la verdad, que era lo mejor que podía hacer teniendo en cuenta la distancia: intentar fingir que no sabía nada, apartar esos pensamientos de mi mente.
Antes de comenzar una pequeña reflexión que quiero hacer, quería hacer también mención a la estupenda noche que pasé antes de ir a Berlín junto a
Guido y mis compañeros de
japonés, mi profesora
Asako y los padres de esta yendo de tapas. Qué duro se me hizo hablar tres idiomas a la vez, pero fue divertidísimo. Y los padres de Asako y yo acabamos
medio manteniendo una conversación coherente. ¡Qué bonito es comprobar que empiezas a comprender un idioma, aunque sea poco a poco!.
Pero ahora quería hablar de cómo me he sentido esta semana respecto a todo lo que me ha ocurrido, cosas muy buenas y muy malas. Hace ya más de una semana desde que mi tío
Félix falleció. He ido a ver a mi tía y primos un par de veces a su casa desde entonces (tampoco quiero agobiarles) y todo ese drama desesperado que se manifestó en forma de
catarsis emocional ahora está desembocando despacio es una
tristeza de esas que no se manifiestan pero nunca te abandonan. Esta semana he vuelto a mi vida, a mi trabajo, al cine, a mis clases, a hacer esto y aquello... y he vuelto a reir, a emocionarme, a sentir. En medio de todo ello, y movido por un fuerte sentimiento de trascendentalismo, he intentado ser mejor persona de lo que soy de manera algo forzada pero siempre con buena intención.
Y ahora empiezo a preguntarme: ¿y ya está?. ¿se ha ido y punto?. Vuelvo a comer, vuelvo a como si nada hubiera pasado, como si se hubiera ido de viaje, y todos nos damos la vuelta y avanzamos, incluído yo. Vamos a ver, yo sé que esto es así, que todos debemos movernos, pero es que mi tío ha muerto, ya no volverá, y el pensamiento de que le dejamos
atrás es inevitable.
Anoche en casa me sentí por un momento
vacío de sensaciones. Tantas tonterías para darnos cuenta de lo frágil que es la vida, de lo hermoso que es poder aspirar cada bocanada de aire, de leer algo que nos emocione, de cada abrazo o roce directo de la piel, de cada sonrisa, de cada sabor intenso en nuesto paladar, de cada beso, de cada mirada, de cada imagen...
Estoy bien y se me pasará, de hecho ya soy mayorcito para asumir que la vida es lo que es, de ver sus puntos buenos y malos y, sobre todo, de intentar
aprovechar las adversidades para transformarlas en ventajas. Estos días me he mirado al espejo y me he dicho
arregla todo aquello que te haga sentir mal, quédate en paz contigo mismo y con esta vida que tienes en tus manos. Una sensación no tan
efímera que viene y va como nuestro compromiso con la realidad.
La única conclusión a la que llego en este momento es que voy a intentar hacer
todo lo que quiero hacer en esta vida sin cohibirme ni cortarme un pelo. También ahora sé más que nunca lo especial que debo sentirme por tener a mi lado a quien tengo, esto es, a mi querido chico
Sera, que me ha dejado absolutamente
patidifuso para bien con su incondicional afecto hacia mi. No añado más, él ya sabe de mi propia boca todo lo que necesita saber. Pero mi chico no es más que
la punta del Iceberg: tengo
amigos, familia. Hay gente a quien le importo. Pienso en la película
Las horas, donde
Meryl Streep le dice sabiamente a
Ed Harris que la vida, sobre todo, se vive muchas veces más que por uno mismo por la gente que depende de tí emocionalmente. Estoy de acuerdo completamente aunque me cueste; pero sin llegar al extremo: yo vivo por mi, egoístamente, pero... reconozco que a veces no podría avanzar sin el apoyo de los míos. Y es que, como dicen en esa película, a la vida hay que
plantarla cara y mirarla de frente.
Me gustaría terminar hoy con este
ladrillazo dando las
gracias a todos los que os molestais en leerme, seáis amigos,
blogoamigos, o simples personas que están aquí de manera
aleatoria. A veces he encontrado en vuestros comentarios cosas muy
bonitas que añadir a mi pensamiento, lo mismo que en vuestros respectivos blogs.
Un abrazo.