Escuchar las
Complete Recordings de
El Retorno del Rey, casi cuatro años después de su estreno en cines, es una forma terriblemente
emotiva de regresar a
la Tierra Media. Que soy un fanático empedernido de Tolkien y, sobre todo, de su incomparable libro
El Silmarillion, no es nada nuevo. Tampoco es nuevo el hecho de que soy defensor acérrimo de los filmes de
Peter Jackson pese a sus múltiples defectos. Y tampoco debería serlo el hecho de que considero
la Banda Sonora de Howard Shore compuesta para dichos filmes una de las más
espectaculares y maravillosas que he oído en mi vida, no solo por su más que evidente calidad sino por el mimo, detalle y respeto que tiene a los
libros en cada una de sus notas.
Desde que escuché la BSO de El retorno del Rey, me enamoré profundamente de ella. No me malinterpretéis: adoro las de las tres películas, pero es en El Retorno del Rey donde convergen las melodías de la propia película en sí (centrándose en los temas y motivos de Gondor, lugar principal de la acción) con las de Las Dos Torres y La Comunidad del Anillo (los temas de Rivendel, Rohan, La Comarca, Moria, Lothlórien…). Están todas ahí. Pero esta película tiene una duración considerable, superando las cuatro horas de metraje en su versión extendida, con lo que las Complete Recordings de la misma están reunidas en 4 CD’s, y su escucha requiere de tiempo y paciencia.
Y para eso estoy aquí, para hacer un pequeño resumen de los puntos fuertes de esta nueva BSO, de adquisición obligada para fans de la película (tendréis que hacerlo por Amazon o similares, ya que los de Warner Music España decidieron solo sacar la primera entrega de esta joya, La Comunidad del Anillo, en nuestro país) y también para los amantes de cualquier buena banda sonora en general.
Recorriendo el primero de los discos, me encontré acongojado al escuchar la melodía de The Chalice Passed mientras Éowyn le entrega la copa a Aragorn, o escuchando el relato de la caída de Númenor representada Eowyn’s dream. Escuchar completamente la magistral The grace of Undómiel con la portentosa voz de Renée Fleming de fondo y la llegada a Minas Tirith de Gandalf y Pippin fue lo que me arrancó las primeras lágrimas. En The eyes of the white tower escuchamos emocionados el relato de la decadencia de Gondor en labios del mago blanco, mientras los ecos de los Valar nos traen nuevas de tristeza desde el Oeste. Y como colofón al primer disco, escuchamos una de las melodías más increíbles en un solo track: el encendido de las almenaras de Gondor, una de las mejores escenas de la película, aquí en su composición original para el film, seguido de otro momento inolvidable a nivel musical: la preparación por parte de los Rohirrim para ir a Gondor. Simplemente impresionante.
El segundo disco nos trae la versión completa de Osgiliath invaded, con unos coros celestiales y apocalípticos sobrecogedores, y la siempre cálida voz de Ben del Maestro acompañando la llegada del Mago Blanco. The sacrifice of Faramir no ha cambiado mucho respecto a la versión anterior, pero siempre me ha parecido una melodía inolvidable, desembocando en la preciosa interpretación de Billy Boyd (que en el doblaje se cargaron salvajemente al también doblar la canción con una voz estridente a más no poder). Andúril, the Flame of the West nos muestra el símbolo y la esperanza de Gondor, la espada forjada de nuevo entregada a las manos del legítimo rey. Es simplemente maravilloso escuchar esta delicia que lleva el tema de Rivendel a su máxima gloria y expresión. The siege of Gondor nos llena de temor, miedo, terror, ante la llegada de los Nazgûl a la Ciudad Blanca, acompañados de un torrente de orcos. El Apocalipsis que transmite este tema es incomparable, sobre todo el momento en que los Espectros del Anillo atacan la ciudad desde el aire.
El tercer disco nos trae una de las composiciones más espectaculares e irrepetibles de la historia del cine: The battle of the Pelennor fields en su versión completa, la arenga de Théoden a sus Jinetes y el glorioso ataque de los Rohirrim a las fuerzas de Mordor. Tanto la escena como la música son simplemente de lo más increíble que estos ojos y oídos han podido contemplar y escuchar. Se me pone la carne de gallina al pensarlo. No se quedan atrás los temas que les siguen, The Mûmakil o Dernhelm in battle. Pero es cuando llega A far green country cuando todo llega a la calma, pues comienza a sonar la melodía de ese grandísimo tema que es Into the West, que nos enseña que tras la muerte hay esperanza. Emocionante como pocos, esta melodía se cuela hasta lo más hondo de nuestros corazones. Aún recuerdo las palabras de Gandalf: Se ve la blanca orilla, y más allá la inmensa campiña verde tendida ante un fugaz amanecer. A partir de aquí todo es un orgasmo sonoro: Los temas Shieldmaiden of Rohan, The passing of Théoden entristecen hasta lo más profundo, la sorprendentemente preciosa voz de Liv Tyler en The Houses of Healing, la impresionante y élfica voz de Sissel en The last debate… realmente todo es un largo etcétera de maravillas, pero la última parte de este disco es la mejor: “For Frodo”. Escuchar el tema de la Comunidad del Anillo con un coro casi religioso en toda su gloria y esplendor, desembocando en la desesperación de la última batalla, quita el hipo, agudiza todos los sentidos, te hace vibrar como nunca.
Y cuando todo parece ya inmejorable, llega el mejor de los cuatro discos, el último: Todos los cortes de este son simplemente imprescindibles desde el primer al último minuto: La versión completa de Mount Doom o The Crack of Doom (impresionante la parte de la caída de Barad-Dûr), la flauta del extraordinario James Galway en Mordor, la extraordinariamente emotiva The Eagles (aquí volví a llorar), La ya escuchada pero no por ello menos increíble The Fellowship reunited, y ese increíble viaje final a los Puertos Grises. El tema final, Elanor, nos dice que la vida sigue y que las cosas tienen un curso, que todo empieza y acaba, y que todo es una misma historia que siempre sigue adelante. Los temas finales, The days of the Ring, que incluyen el maravilloso, incomparable tema Into the West de Annie Lennox, o La canción de Bilbo, ponen el broche de oro a una banda sonora inolvidable, pero no solo eso: es el fin de una etapa, de una vida, de un universo.
No sé transmitir por palabras lo que me transmite esta música. Recuerdo el concierto en vivo de Howard Shore en Sevilla a finales de 2004 como uno de los momentos más hermosos de toda mi vida, y nunca lo olvidaré. Esta banda sonora está ligada a mi de manera intrínseca, es parte de mi alma, de mi corazón, y sé que durante toda mi vida la amaré.
La música es el lenguaje del corazón, dicen. Es la música de mi vida, la piedra angular de mi ser. La música en general, la de la Tierra Media en particular. Un enorme Chapeau a Howard Shore por ser artífice de esta increíble, titánica e inconmensurable obra.
Por favor, no dejéis de oirla.
Un abrazo.